La Constitución Nacional generadora de riqueza
Propongo como antídoto a la proliferación de la pobreza de estos
últimos años, volver a las fuentes.
El Dr. Jorge Ávila sostiene que en la República Argentina hubo
sólo dos planes económicos, con infinitas variaciones cada uno de ellos.
Plan 1. La Constitución Nacional. Autor: Juan Bautista
Alberdi.
Plan 2. Plan de intervención del Estado en la economía. Vigente
desde el golpe de 1930 hasta hoy. Autor: Federico Pinedo.
Plan Pinedo: Proteccionismo estatal, control del comercio
exterior, control de cambios, aumento de la dotación de empleados del Estado,
trabas, burocracias, privilegios, monopolios y oligopolios, prebendas. La
consecuencia final es la pauperización del pueblo y la permanente decadencia de
nuestra Patria.
SXXI - aumento del precio de los alimentos:
Todos los países del Tercer Mundo vivimos una década de aumentos
de los precios de las materias primas. No es más que la contracara de la
depreciación del dólar. EEUU devaluó su moneda como forma de financiar la
guerra en Medio Oriente.
Por la razón que fuera, fueron dos lustros de aumento de los
precios relativos de nuestros saldos exportables.
Esto generó una disponibilidad de recursos a una élite política - nuestros actuales gobernantes - sin otro plan que la rapiña.
Una situación similar vivió nuestro país cien años atrás. En ese
momento, quienes dirigían el país optaron por usar esas enormes sumas de
dinero, para hacer inversiones en infraestructura.
El estado nacional financió el tendido del 50% de las redes
ferroviarias, la edificación de cientos de escuelas, la Ciudad de La Plata,
Universidades Nacionales, puertos, servicios públicos como Obras Sanitarias de
la Nación, el telégrafo, el alumbrado público.
La reinversión en bienes públicos y privados generó un ciclo largo
de bonanza sin par.
La elección de otros países
Argentina no fue el único país con ingresos generosos. Situaciones
similares vivieron otros países del continente (Bolivia con el estaño, Brasil
con el caucho, Chile con el cobre, Perú con el guano, Sudáfrica con el oro y
las piedras preciosas.). La diferencia entre la Argentina y ellos fue el
destino de esas riquezas. Sólo la Argentina reinvirtió en educación, orden,
justicia, profesionalización del ejército y en crear una sociedad que brindara
acceso a la propiedad y a una verdadera divulgación de la riqueza.
Esta nueva bonanza, durante el SXXI, sorprendió a la dirigencia
política sin plan.
Hasta hace diez años atrás me preguntaba cuál era la diferencia de
la República Argentina con otros países latinoamericanos (Paraguay, Bolivia,
Chile, Perú, etc.) en la evolución del SXX. Ahora sé que la diferencia fue la
élite gobernante y la existencia de un proyecto de país representado en la Constitución
Nacional.
La República Argentina llegó a la Primera Guerra Mundial con un
pueblo alfabetizado, con acceso a la vivienda, hospitales públicos, y la
clara posibilidad de ascenso social.
El resto de los países latinoamericanos podrían haber elegido el
mismo camino, tenían con qué financiarlo. Pero optaron por un proyecto distinto
de sociedad.
La diferencia, fue la élite. En Bolivia, tres familias explotaban
el estaño, pagaban monedas a los mineros y mantuvieron a su pueblo en la
explotación y la ignorancia. La élite, excepto lo mínimo para
el palacete local, sacaba las riquezas del país.
La élite argentina quiso poblar el país, generar una sociedad
compleja, educar al soberano, e ir abriendo paulatinamente la política al pleno
de la sociedad.
La República Argentina reinvirtió sus enormes riquezas originadas
en la exportación en educación, FFCC, puertos, sistema de justicia, sistema de prevención de salud.
Todo pueblo con su escuela, su municipalidad, su comisaría y su
hospital o salita. Creación de una flota propia. Es el primer país que
reivindicó la Antártida, lo que demuestra que existía un plan de expansión
territorial.
Así se llegó a ser la décima economía del mundo y uno de los primeros países en combatir el analfabetismo.
Así se mantuvo hasta mediados del SXX.
Y la élite tuvo como uno de sus objetivos educar al soberano, el
pueblo.
La clase dirigente no pudo digerir ni la crisis económica del '30 ni la crisis política del
conservadurismo durante la década del '20. Nunca pudo asimilar que sus correligionarios conservadores de Provincia de Buenos Aires prefirieran al comprovinciano Yrigoyen, en desmedro de sus congéneres del interior. Tampoco pudo digerir el miedo que producía la revolución bolchevique.
El miedo llevó a que instalaran en el país un proyecto intervencionista.
El miedo llevó a que instalaran en el país un proyecto intervencionista.
Era la moda económica-política del momento.
Su gran, gran problema es que éste colisiona indefectiblemente con
la Constitución Nacional.
El plan de control de la economía impuesto por los conservadores, en cabeza de Pinedo, es incompatible con nuestra Carta Magna.
El plan de control de la economía impuesto por los conservadores, en cabeza de Pinedo, es incompatible con nuestra Carta Magna.
Desde 1930 fue un crescendo de
violación sistemática a la CN, de promulgación de leyes anticonstitucionales. Cierre de
aduanas, impuestos por decretos del Poder Ejecutivo, delegación de
atribuciones, prohibición de importar/exportar.
Lamentablemente, en el corto plazo, el Plan Pinedo fue exitoso.
Argentina fue uno de los primeros países en salir de la crisis del '30.
Esto permitió que la violación se convirtiera en serial, hasta
llegar a la aberración actual de tener un Código Aduanero donde los aranceles
los determina el Poder Ejecutivo.
No tenemos presupuesto, porque el Congreso delega facultades
extraordinarias al Poder Ejecutivo, para que éste reasigne partidas.
El Ejecutivo controla todo aspecto de la vida económica de la
República.
Vivimos por fuera de nuestra Constitución. Y los gobernantes no
dan cuenta a sus empleadores, nosotros.
Los políticos actúan como una oligarquía que no tiene que dar
cuentas ante nadie. Son más que el último monarca absoluto que tuvimos,
Fernando VII. Éste creía que tenía que dar cuentas a Dios.
Éstos bribones, ni siquiera eso.
Este estado de cosas genera prosperidad para una casta, que
propicia y financia bribones: los que viven de las prebendas y se autodenominan
empresarios. No lo son. Son prebendarios: contratistas del Estado, importadores
con exclusividad, fabricantes protegidos por altas barreras aduaneras,
receptores de créditos con tasas subsidiadas, exenciones impositivas, servicios
públicos a tarifas inferiores al costo de producción, etc. Son el verdadero
cáncer de nuestro país. Y eligen políticos, de tal forma que nos dan a elegir
entre tres o cuatro de su preselección, financian a economistas, los únicos que
llegan al ministerio, educados por los prebendarios y fieles servidores de
éstos.
Los políticos, ciertamente, no siente obligación alguna hacia
nosotros, el Pueblo de la Nación Argentina. Sólo sienten obligación, y no siempre, y no
mucho, a sus verdaderos empleadores, los prebendarios.
Restauremos, creemos,
construyamos, generemos
La felicidad del pueblo vendrá de la mano de la recuperación de la
Constitución y el plan de soberanía para el pueblo argentino.
La prosperidad, tan ansiada por quienes fundaron el país vendrá de
la mano de:
1. Nuestra fuerza productiva orientada a la exportación.
2. La inversión en infraestructura.
3. La distribución de la población en el territorio nacional.
4. Las nuevas ciudades, logística y medios de comunicación.
5. La forestación de la diagonal árida de nuestro territorio.
6. La propiedad privada. Una vuelta a la forma individual y familiar
de la propiedad, tal como fuera definida en nuestro Código Vélez Sarsfield y en
nuestra Constitución Nacional. Un desarrollo sobre las nuevas formas de
propiedad del SXX y SXXI y porqué tenemos que ser refractarios a algunas de sus
nuevas formas.
7. La propiedad como forma de democratización de la riqueza.
8. El pleno empleo.
9. Una nueva estructura impositiva. Bajas alícuotas de gran
penetración.
10. Recuperación del federalismo.
11. Recuperación de la movilidad social.
12. Recuperación de la educación.
13. Recuperación de la Seguridad pública.
14. Recuperación de la Salud Pública.
15. Transparencia en la información
pública, control de los actos de gobierno. Generación de instituciones
públicas de auditoría y control de los actos de gobierno.
16. Recuperación de la división de poderes.
Una propuesta sobre cada uno de estos puntos se irá desarrollando
en esta página, para discusión de quien le interese.
Manos a la obra.