Identificando al Enemigo
La destrucción de la República Argentina
en manos de la UIA, la CAC y otros
prebendarios (pseudoempresarios).
en manos de la UIA, la CAC y otros
prebendarios (pseudoempresarios).
Mi profesor,
Ing. Agr. Dr. Héctor Ordóñez enseñaba, desde su cátedra, que algunos
empresarios (a quien hoy yo llamo prebendarios) constituían el verdadero cáncer
de la Argentina, viviendo a costa del esfuerzo ajeno, arruinando toda
posibilidad de un futuro mejor.
Estos últimos
doce años, que podrían haber sido los mejores en cien años para la República
Argentina, fueron políticamente comandados por los mismos grupos empresariales
que manejan el país en las últimas décadas, apoderándose de toda la riqueza,
destruyendo la prosperidad ajena y peor aún, bloqueando toda posibilidad que
quienes la generan, sean dueños del fruto de su trabajo, destruyendo, no sólo
prosperidad, sino la esperanza de las personas.
Quienes la
generan son, tanto un productor lácteo de Laprida como una costurera de Bernal.
Porque
estos pseudoempresarios, sólo saben apoderarse del fruto del trabajo ajeno. Sostuvieron
un gobierno inepto, pero que tuvo un mérito inapelable a sus ojos: ser leal con
los intereses de este grupo. No podría ser de otra manera, quien se opone, aún
en algún matiz, pierde el turno de gobierno.
Mientras
tanto, como bien les recordó la Sra. Presidente, luego de perder las elecciones
de mitad de término 2013, “se la llevaron
en pala”. Recordatorio, a los pseudoindustriales (prebendarios), de que no
había grupo político que les brindara mejor servicio para la apropiación de
riqueza. Propaganda. Les decía: “sigan conmigo que no les va a ir tan bien con
ningún otro”. Fue convincente.
En algunos
sectores de la sociedad argentina existe un vago consenso que el país ha
retrocedido respecto a décadas anteriores. Y se enumeran diversas facetas de la
vida social que demostrarían que en efecto, el deterioro es generalizado:
empeoró la educación y la salud pública, un país con orden público en lo
referente al delito común se ha desmadrado, ningún estamento del Estado
funciona, los gobernantes roban, la convivencia urbana se ha brutalizado, hace
décadas que cae el producto bruto per cápita, las familias no pueden comprar su
vivienda y la lista continúa.
El segundo
paso, luego de la nostalgia por un tiempo mejor perdido, es buscar al o los
culpables. ¿Quién o quiénes son los responsables de haber perdido un estado de
prosperidad cierto o imaginado?
Ahí es
donde surgen las distintas hipótesis sociales, políticas o periodísticas, en
búsqueda del culpable. Puede ser Perón, o los peronistas o el sindicalismo, o
bien los militares, o los radicales, o los yanquis o los cubanos y la
guerrilla, o la Iglesia Católica o el General Roca o la Generación de Ochenta,
o los ingleses o los marcianos.
En estos
últimos meses de 2015, tal vez como un subproducto de las elecciones, una serie
de comunicadores renovaron la siempre redituable tarea de endilgarle al General
Perón, tres veces presidente de la Nación, la responsabilidad de nuestro
retroceso institucional, económico, social, educacional y reputacional.
Voy a
tratar de demostrar que es una falsa opción, que no es cierto,
independientemente de que Perón haya sido un mal o un buen presidente o que al
receptor del mensaje o a su familia, el gobierno peronista le haya perjudicado
o beneficiado.
Que no es ése el dilema, que pasa por otro lado.
Que
plantear a Perón como el culpable, sólo sirve para desviar la atención de lo
que debemos hacer: identificar a quién nos arruina la vida y nos quita los
sueños. De los parásitos que viven de nuestros impuestos, “se la llevan en
pala” y ni siquiera reinvierten el fruto de sus afanes prebendarios.
Voy a
tratar de demostrar que el grupo que hoy se identifica como la UIA/CAC/contratistas
del Estado/proveedores del Estado, es quien nos arruina la vida, que el General
Perón no fue el responsable de este estado de cosas, preexistentes a su
asunción y que se mantuvieron luego de su derrocamiento en 1955.
Que la
preeminencia de este grupo subsiste hasta hoy. Que cambiaron únicamente los
aliados circunstanciales y el grupo político que formalmente estaba al frente
de gobierno.
Que muy
pocas personas sindican a este grupo como el responsable, aceptando que
distintas personas con liderazgo en la comunidad sindiquen a otros (Perón, por
ejemplo) pero nunca a este grupo, fortísimo, el que cuenta con medios de
comunicación y desde hace décadas educa a los universitarios. Desde Menem a la
fecha también sienta las bases de la (des)educación primaria y secundaria.
Con la
destrucción de la escuela pública, se rompió el último bastión legado por los
verdaderos enemigos de los prebendarios: la Generación del Ochenta, la
Argentina Alberdiana, el legado de Roca y Ramos Mejía (y ante mis ojos, el primero
y segundo gobierno de Perón, que mantuvo el concepto de educación pública de
Avellaneda, pero esto último lo debo demostrar).
Asimismo
deseo convencer al lector que debemos plantearnos que la Argentina Alberdiana
vuelva al gobierno. Que debemos instalar la discusión pública.
Que debemos
echar a estas ratas del gobierno.
Que la
tarea es ciclópea porque tienen el monopolio de la palabra pública, que manejan
el Tesoro Nacional, los Tesoros provinciales y varios municipales, cuentan con medios
de comunicación, la totalidad de los profesores de las cátedras de ciencias
sociales y económicas de las universidades públicas y la mayoría de las
privadas, que casi todos los profesionales de la burocracia estatal responde a
este grupo y además, quienes podrían financiar esta pelea pública contra los
prebendarios, no están decididos a poner un peso.
Pero a
estos tipos hay que echarlos del gobierno (y no hablo del kichnerismo) y de las
posiciones de poder y recuperar la patria. Para volver a tener a nuestros
próceres y volver a ser los dueños de nuestro trabajo.
Actualmente
la cultura dominante, sostenida por casi la totalidad de la intelligentzia, tiene
el monopolio de la palabra. Esto es: que es legítimo apoderarse a través de
impuestos de la riqueza ajena, en particular de la agropecuaria, que el trabajo
agropecuaria es fácil y por lo tanto existe el derecho de sacárselo al que
produce (sea propietario, arrendatario, peón rural o cualquier otro eslabón de
la cadena de valor) – si es una “renta extraordinaria” ¿por qué no me voy a
quedar con ella? – y que se le debe dar dicha riqueza al Estado que lo gastará
en “desarrollo”, y que eso es muy bueno para todos.
El resto es
sofisticación más o menos lograda y variaciones de este discurso original. Y lo
curioso es que la gran mayoría de la población lo ha incorporado como propio.
Este
discurso ha sido instalado a través de las décadas por los prebendarios, que
encubre la justificación del financiamiento de sus prebendas y canonjías.
Todos los
políticos de todos los partidos están alineados con estos intereses porque
saben que es la única alternativa para llegar al gobierno y de esa manera al
manejo de una porción de los fondos públicos.
Todo el
resto es negociable. Puede ser un gobierno civil o militar, de pseudoizquierda,
o de pseudo derecha o pseudopsicodélico o marciano. Lo único no negociable es
que el Estado transfiera permanentemente recursos a estos sectores.
Para poder
comprar voluntades, han variado con los años los aliados. Pueden ser
sindicalistas, o académicos, o actores y músicos, o industriales pymes, o
comerciantes o la banca. Este último gobierno tuvo como aliados a los
comercializadores de granos y oleaginosas, por ejemplo. Y entre ambos,
perjudicaron grandemente a los productores. Los aliados varían. La
transferencia de recursos no.
Este sector
deja, como parte del soborno, que los políticos lucren con el peculado, y con
ciertos negocios que no lo involucran: minería, permisos de pesca, tráfico de
drogas y armas, trata de blancas, actualmente. Compra de porta-aviones a
Massera y pertrechos militares a Onganía.
¿Cómo es el
mecanismo de transferencia de riqueza? Los proveedores de riqueza son,
principalmente, los productores agropecuarios, los verdaderos industriales
innovadores y de riesgo, los de industria de inteligencia, los profesionales
que exportan su talento.
Los
apropiadores prebendarios no son únicamente quienes reciben dinero del estado;
sino un subgrupo de los receptores de dinero estatal. El grupo total es heterogéneo
e inestable.
Por el
contrario los prebendarios constituyen un grupo compacto de intereses,
estructurado, orgánico, institucionalizado, con capacidad de reproducción,
crecimiento, alertas de peligros, etc. Un ser vivo.
Para
facilitar, los llamo UIA/CAC pero es, realmente un grupo más grande, que
incluye también a parte de la banca y otros grupos.
Luego
existen otros grupos que también usufructan del Estado, pero no pertenecen a
este grupo político sino que son aliados circunstanciales. Sus prebendas son
inestables. Ejemplo: El sindicalismo administra fondos bajo la excusa de las
obras sociales sindicales a partir de Onganía. Esto fue un soborno de una parte
del ejército (el sector católico conservador) a parte del sindicalismo
(vandorismo) para que los acompañe en el golpe de estado de 1966. El privilegio
duró hasta 1976, cuando las obras sociales fueron intervenidas por militares
quienes administraron sus fondos. Dos años antes de las elecciones 1983 fueron
paulatinamente restituidas a los sindicalistas. En 1983 los políticos
gobernantes (UCR) quisieron apoderarse de esa caja y no tuvieron consenso.
Otro
ejemplo: A partir del gobierno de Menem el sindicalismo nombra a todos los
jueces laboristas, pero no fue siempre así.
Existen
innumerables casos de privilegios que se han mantenido y otros que se han
perdido.
Lo que
convierte a los prebendarios en tales, es su organización política interna
compacta y sólida que ha garantizado su supervivencia en los últimos 70 ó 60
años.
¿Cuáles son
los mecanismos de entrega de dinero del Estado a los particulares prebendarios?
Son innumerables. Las herramientas cambian. Las dejan. Las vuelven a usar. Cito
algunas:
-
Créditos blandos (a largo plazo y con tasa de interés
inferior a la inflación, lo que provoca que el afortunado devuelva al Estado
menos de lo que recibió, la diferencia, la pérdida la pone el estado).
-
Aranceles aduaneros preferenciales.
-
Cuotas aduaneras. Prohibición de importar o exportar.
-
Condonación de créditos otorgados por bancos públicos.
-
Subsidios directos a empresas. Desde Aluar en la
década del ‘60, a los feed lots actualmente.
-
Exenciones impositivas
-
Subsidios directos sobre costos laborales (no pago de
cargas sociales o directamente el estado paga parte del salario).
-
Indirectos. Subsidios tarifarios. Ejemplo, se le
subsidia a Aluar el costo de la energía eléctrica. Subsidios a los costos de
los trabajadores que les permite a éstos cobrar sueldos más baratos y por lo
tanto a los prebendarios pagar menores sueldos, maximizando su ganancia. Ejemplos, subsidio al transporte público de
pasajeros, manipulación del precio de los alimentos o ropa. Subsidios a los
colegios privados para sectores medios. Todo eso hace que el salario que el
empresario deba pagarle al trabajador, sea monetariamente inferior.
-
Concesión de monopolios.
-
Manipulación del tipo de cambio.
Debe de
haber más, la lista es infinita.
La
financiación de todas estas brutales transferencias de riqueza es a través de
impuestos y si estos no son suficientes, se recurre a la deuda fiscal o a la
emisión. Pero el riquezaducto desde el Estado a los prebendarios, nunca se
interrumpe.
EXPLICARÉ PORQUÉ HOY PERÓN NO ES
HOY EL MALO DE LA PELÍCULA
O AL MENOS, ESO INTENTARÉ
¿POR QUÉ LO
TRAJERON AL PRIMER PLANO DE DISCUSIÓN EN PLENA CAMPAÑA ELECTORAL 2015? ¿POR QUÉ
EN LUGAR DE HABLAR DE LO MALO QUE ES EL OFICIALISMO ESTAMOS HABLANDO DE UNA
PERSONA QUE MURIÓ HACE CUARENTA AÑOS?
No es éste
un intento de convencer a los antiperonistas que no lo sean. Todos tenemos
nuestras razones para posicionarnos frente al peronismo. Y gran parte son
emocionales. Se puede ser antiperonista por infinitos caminos. Porque el padre
y el abuelo lo eran, porque las políticas de Perón les perjudicaron, porque el
abuelo lo echaron del trabajo, porque le molestaba que le dijeran lo que tenía
que oír o leer o decir, o porque lo ven idéntico a Mussolini, o porque les
desagradaba alguna o todas sus esposas, o porque cerró La Prensa o metió preso
a Balbín o porque sí. Todas son personalísimas y están arraigadas en la parte
emocional del cerebro. Por lo que ni intento discutirlas.
Lo que
trataré de demostrar es:
a. La
discusión hoy en estas elecciones y las que vienen pasa por otro lado. Es
irrelevante hoy si Perón fue bueno o malo.
b. Ese desvío
le es funcional a los prebendarios y de quien debemos deshacernos, es de los ellos.
Los malos, los que nos quitan el pan y el futuro son ellos y no Perón, que está
muerto. Los actuales gobernantes son sus ejecutantes, por un precio. Son
ejecutantes de los intereses de los prebendarios – que están vivos -, no de la
voluntad o intereses de Perón – que está muerto -.Buscar cualquier otro demonio,
que después de todo no fue más que uno de los aliados circunstanciales de los
prebendarios, es ocultar a los ojos del público el protagonismo de este grupo
organizado.
Cuando la
campaña 2015 debía centrarse en si el oficialismo continúa o no, vemos que,
nuevamente, dieron aire a un subgénero argentino: diseccionar a Perón.
Recopilación de errores y agachadas, compilación de pruebas de delitos varios y
renuncios, y publicación de libros que demuestren que el responsable de todos
los males de la Argentina es Perón. Siempre fue un rubro con grandes ventas,
porque tienen un público fiel, y promoción asegurada.
No tiene
nada de malo ni de particular. Pero sí llama la atención sobre la distracción.
En plena
campaña 2015, se le han dedicado tanto o más minutos a promocionar escritores
de libros sobre Perón, que a hablar de las debilidades o delitos cometidos por
el candidato oficialista y poco o nada se dice del candidato oficialista a
vicepresidente.
Eso nos
debe llamar la atención.
Repito, no
importa si Perón fue bueno, malo o regular, lo cierto es que él sólo fue aliado
del grupo de prebendarios durante once años, de los ochenta que ellos gobiernan
el país. En todos los otros, tuvieron otros aliados, distintos. Pero, como en
la película de María Luisa Bemberg, “De esto no se habla”.
Si un
fenómeno existe independientemente de la existencia de otro, entonces no están
relacionados. No existe relación de causa y efecto entre ambos.
“Es la
lógica, estúpido”.
Si el grupo
prebendario gobierna desde 1930 (se fue consolidando de a poco, llegando a su
mejor momento en 1950), y sobrevivió la destitución de Perón, entonces, no fue
Perón. Son otros.
Tan
poderosos, que sólo algunos pocos (como los Dres. Ávila, Espert, y pocos más)
los sindican como los responsables.
Así que voy
a tratar de demostrar que la actual situación de permanente déficit fiscal,
estado exhausto, infraestructura agotada, y caída permanente del PBI per cápita
son todos eventos relacionados entre sí, totalmente independientes de la
existencia del General Perón. Que él continuó un modelo económico preexistente
a su asunción, el cual pervivió tras su destitución.
Y que si
existe un período que es la clara demostración del gobierno de los
prebendarios, con cierre de comercio internacional, manipulación de precios y
de tipo de cambio, emisión monetaria y déficit fiscal, donde sistemáticamente se
perjudicó al campo argentino, fue el período 1955-1973.
Que cuando
Perón volvió en el ’73 y dijo que nuestro futuro era la globalización,
interrelacionarse con el mundo y que nuestro futuro estaba en los alimentos, rápidamente
propiciaron su muerte.
Y que desde
1975 a hoy como desde 1930 a hoy, gobierna el sector prebendario, esté o no
Perón.
Hace unos
días el candidato Rodríguez Saá dijo en televisión, (verdadero o inventado) que
los que se sentaban a la mesa en la Quinta de Olivos eran siempre los mismos,
con excepción del presidente, que cada tanto cambiaba.
El Dr. Jorge Ávila sostiene, en el
prólogo a su libro “ANTÍDOTOS CONTRA EL RIESGO-ARGENTINO”, que existieron dos
modelos económicos en el país, el diseñado por Juan Bautista Alberdi, que fue
aplicado hasta 1930 y el Plan Pinedo, vigente hasta hoy.
En palabras del Dr. Ávila:
Dos modelos han ordenado la vida económica argentina desde la
Organización Nacional. El de Juan Bautista Alberdi, más bien internacionalista,
entre principios de la década de 1860 y principios de la década de 1930, y el
de Federico Pinedo, más bien nacionalista, desde entonces. El segundo modelo se
armó velozmente; en 1935 ya estaba en pie. Sus rasgos básicos son el
proteccionismo industrial, la centralización de la recaudación impositiva y la
banca central emisionista. Mientras fue manejado por Pinedo o por hombres como
él, funcionó aceptablemente. No era muy distinto al modelo que se implementaba
por entonces en los países importantes. Pero en cuanto cambiaron los tiempos
políticos y los gobernantes, el modelo fue abusado repetidamente y la economía
argentina se empobreció. El bajo costo de repudio inherente al modelo
nacionalista incentivó los abusos. El costo de abandonar la política comercial,
la monetaria, la bancaria o la impositiva, o todas juntas a la vez, es bajo
pues el modelo económico nacionalista permite que el gobierno nacional tome
decisiones unilaterales, es decir, sin necesidad de rendir cuentas a nadie. No
rinde cuentas a las provincias, pues ahora son mendigas del Tesoro nacional. Ni
al Congreso, que ahora es un reflejo de las débiles autonomías provinciales. Ni
a las potencias extranjeras, puesto que ninguna de ellas tiene el status de
socia preferencial y temible. Ni a pactos supranacionales en áreas tales como
defensa o comercio, porque el gobierno nacional no quiere firmarlos. Nuestra
tesis es que el modelo nacionalista es una de las causas del populismo
económico y el riesgo-país.
Así como los prebendarios permanecen,
los grupos aliados mutan. Durante el gobierno de Perón 1946-1955, los aliados
fueron los trabajadores urbanos, en particular los sindicalizados. El precio de
dicha alianza fue un aumento de ingreso para los asalariados. El 50% del PBI
iba al sector salarios. Era el porcentaje que recibían los trabajadores
británicos de posguerra, y es el porcentaje más o menos estable de los
asalariados norteamericanos desde la posguerra a hoy.
Pero en la Argentina, dicha
distribución fue financiada por el sector agropecuario. Las enormes
transferencias de riqueza se tradujeron en una inversión en infraestructura
gubernamental (escuelas, comisarías, hospitales, orfanatos), consumo de los
asalariados y una brutal acumulación de riqueza de los burgueses industriales y
proveedores del Estado. El gran intermediario fue el Estado, lo que se volvió norma.
En ese momento, la herramienta estatal de expolio fue la intervención estatal
del comercio internacional, donde el Estado compraba los productos exportables
por debajo del valor de venta, quedándose con gran parte del precio. El estado
le quita a unos y entrega a otros. Lo que produjo un esperable rechazo de los
que financiaron la acumulación de riqueza ajena.
Ese modelo se agotó al poco tiempo,
por la falta de reinversión en el sector agropecuario debido a la caída de
rentabilidad. Disminuyó el área sembrada y aumentó el stock ganadero, generando
un déficit de divisas.
Perón le propone a los prebendarios
(a los contratistas del Estado, a los industriales protegidos por barreras
arancelarias), que disminuya la exacción que hacen a las arcas del estado,
dejando en manos del agro mayor rentabilidad, manteniendo (sin aumentar) la
porción de riqueza en manos de los asalariados, base de sustentación de su
gobierno.
Ese día, Perón puso la lápida sobre
su gobierno. Los prebendarios siguieron seguir sin él.
Decidieron abandonarlos, cerrar con
el sector agropecuario, y mantener sus niveles de rentabilidad. El aumento al
sector agropecuario, sería financiado por los asalariados. Les bajarían su
participación en el PBI de 50% a 35%. Y así fue. Y así se mantuvo hasta 1973,
cuando, brevemente, volvió a 50%.
Los verdaderos estafados fueron los
productores rurales. Creyeron que iban a volver a la Argentina Alberdiana, al
libre comercio y a disfrutar del fruto de su trabajo y propiedad. Pero no, el
país siguió gobernado por los mismos.
Al campo se le aplicó una política
que, pretensiosamente, se llama stop-and-go. Esto es, se le saca todo lo que se
pueda al campo hasta que se ahoga y queda morado. Ahí se afloja un poco la soga
para que respire, siga produciendo y se lo pueda seguir esquilmando.
El stop-and-go es la tensión de la soga
de ahorque.
El abandono de los prebendarios a
Perón está descripto por Jorge Castro en su libro “Perón y la Globalización,
Ed. Catálogos, Buenos Aires, 1999, pág. 99/109:
Pág. 99. “El Congreso de la Productividad del 21 de marzo de 1955 …muestra
a un líder no comprometido dogmáticamente con el pensamiento ideológico de una etapa
determinada, sino a uno que intenta comprender los acontecimientos de la época procurando identificar el problema
central de cada momento histórico…”.
Pág. 109, Castro cita a Rafael Bitrán “El CNP puede ser concebido como
uno de los hechos del escenario político-institucional, en que el gobierno peronista
más se acercó a los intereses del empresariado. Sin embargo, paradójicamente,
sus mismos resultados parecen haber constituido el último hito en que un sector
de la burguesía (aquel dominante en la CGE y que hubo apoyado la gestión de Perón
) tomó conciencia de las limitaciones estructurales implícitas en el Peronismo para
representar sus intereses globales como clase. De hecho el propio Congreso
demostró que el mismo movimiento Peronista se constituyó en el principal
obstáculo para efectivizar la racionalización productiva que la nueva coyuntura
exigía y que el mismo gobierno impulsaba.
El sector Rural y la Revolución Libertadora
La Revolución Libertadora fue la gran
estafa al sector rural. Estafa que dura hasta hoy. Al participar en la
coalición golpista, pretendían volver a tener injerencia en la dirección del
país, y que éste se abriera su economía. Ninguna de las dos cosas sucedió. El
plan de apertura del Perón fue archivado, continuó el plan de sustitución de
importaciones iniciado en 1930, con gigantescas transferencias de riqueza al
sector prebendario: subsidios, créditos blandos, gigantescas compras del
Estado. Todo lo cual se financió con emisión monetaria, impuestos, deuda, y la
apropiación por el Estado de los activos de las cajas previsionales (Frondizi),
y confiscaciones varias, como los dólares de los depositantes (Illia). El
déficit fiscal fue la constante. Es la contracara de la acumulación de riqueza
de los prebendarios. El destino de esa riqueza fue: muy parcialmente
reinversión en las empresas, gastos suntuosos (Mar del Plata, Miramar, luego
Punta del Este y Bariloche/Villa La Angostura), pero principalmente, ahorro en
el exterior.
Este ciclo rompió y rompe para
siempre la espiral de riqueza alberdiana. El fruto de la explotación 1853/1930,
se reinvirtió en el país, como bienes privados (mejoras de planteles, en las
explotaciones rurales, maquinaria agrícola) y en bienes públicos: puertos,
FFCC, caminos, educación, servicios del Estado de seguridad y justicia.
La riqueza generada a partir del
modelo de sustitución no es reinvertida sino que luego de un largo camino y con
numerosos “peajes”, termina en ahorro externo, y por lo tanto, al faltar
inversión, el país no crece. Ése y no otro es el origen del estancamiento del
PBI. No es la restricción externa, como llenaron libros y libros los
economistas durante décadas. La restricción externa es una consecuencia de la
falta de reinversión en el sector más dinámico del país, y en la falta de
mantenimiento de los bienes públicos de servicios al sector exportador
(logística).
Esta fue la gran estafa a los
productores agropecuarios. Periódicamente, cuando el ahogo era inevitable, se
le aumentaba el margen de ganancia al sector, para que acompañara la política
general y acallara los reclamos.
Pero ningún gobierno, desde 1955 a
hoy, perteneció a los grupos agropecuarios sino marginalmente. Toda alianza fue
finalmente traicionada por los prebendarios (el mejor ejemplo fue Martínez de
Hoz, donde terminaron ganando la pulseada los contratistas del Estado).
Sin embargo, el sector agropecuario,
por razones sociales o ideológicas, nunca planteó con claridad que su gran
competidor por la riqueza nacional y quien lo perjudicaba eran los
prebendarios.
Siempre desvió la atención. El mal
fueron Perón, los sindicatos, el Estado o el omnipresente “el Gobierno”. El
gobierno los perjudica, como si éste fuera un ente neutro que no respondiera a
intereses específicos.
A esto se agrega, para que puedan
distinguir dónde se plantea la pelea política, que los productores
agropecuarios tienen numerosos ligazones sociales con miembros del sector
prebendario. Porque estos, uno de los primeros actos de la acumulación de
riqueza se traduce en la compra de campos.
En estos últimos años los políticos y
sindicalistas corruptos han comprado campos de extensión sólo asequibles a la
más rancia oligarquía de un siglo atrás.
La otra barrera para una lucha
política clara es la pertenencia a los mismos grupos sociales (clubes,
colegios, relaciones interfamiliares).
Y, por último, que todos los
gobiernos, siempre han exprimido al sector agropecuario, pero siempre sobre la
línea de supervivencia, en el entendimiento que no se puede asesinar a la
gallina de los huevos de oro.
Otros sectores expoliados
(profesionales calificados o industriales de productos de alta calidad),
finalmente decidieron emigrar hacia ambientes menos hostiles. Pero el campo no
se puede mudar. Están presos, como los cubanos en Cuba.
El sector agropecuario fue el gran
estafado de la Revolución Libertadora.
Un último comentario respecto al
sector y la Revolución Libertadora, que me comentara el Prof. Ordónez en plena
cátedra de la Fac. de Agronomía: cuando Perón propone volver a tener un campo
competitivo para solucionar su restricción de mercado externo (la falta de
divisas para importar), estuvo en el peor de los mundos, el sector prebendario
creyó que Perón sí iba a aplicar su plan y de tal forma, perjudicar sus
rendimientos, y la Sociedad Rural no le creyó, por los 10 años de reyertas a
sus espaldas. Perón se quedó sin aliados en el sector empresarial, y en meses,
su gobierno cayó.
Por último quiero remarcar dos
hechos:
1. Los prebendarios no se autodenominan “prebendarios”
sino que llaman a su modelo de diversas maneras, siendo el preferido, “desarrollista”.
De esta manera, propagandísticamente, asocian lo que es el beneficio de una
fracción, a una palabra que presume bienestar general. Hubo desarrollismo,
neodesarrollismo, sustitución de importaciones y otras denominaciones. Nunca
dicen que el modelo es de apropiación de riqueza ajena a través del manejo del
Estado. Nadie está obligado a declarar en su contra.
El más importante: el sector rural nunca identificó como adversario político al sector
prebendario, sí a otros, pero nunca éste. Porque primó un criterio de clase
(ambos son propietarios) o porque la exacción siempre tuvo como intermediario
al Estado. Nunca fue un empresario prebendario a un campo y le robó 1/3 de su
ganado o 1/3 de su cosecha al productor. Ese rol lo cumple el Estado. El estado
impuso aranceles o control de cambios para quedarse con 1/3 de lo producido y
luego dárselo al empresario a través de obra pública con sobreprecio o crédito
nunca devuelto. En la cabeza del productor, quien lo perjudica es una
entelequia: El Estado. Peor aún, los gobernantes siempre ayudaron a este
ocultamiento, diciendo que el dinero era para los trabajadores, o para
hospitales o para los pobres o para pagar la deuda externa, haciendo aún más
difusa la responsabilidad política. Uno de los momentos emblemáticos de esa
pelea por el expolio estatal fue durante el año 2008, en la discusión por las
retenciones. Los gobernantes de ese momento justificaron públicamente el
sablazo, por la supuesta nobleza de los usos que le iba a dar a ese dinero. Y
repartió promeses: rutas, hospitales, casas, obra pública en general y
subsidios a la energía (a los consumidores y a la industria). Como se trataba
de un fin “bueno”, estaba justificado a los ojos de los gobernantes y de la mayoría de la población. Los
productores no se pelearon con la Cámara Argentina de la Construcción ni con la
Unión Industrial Argentina, a pesar de que sus integrantes aplaudían a rabiar
en todos los actos públicos. Se enojaron con los gobernantes. Razón tenían.
Pero el segundo paso algún día habrá que darlo.
El Sector Asalariado
1955-1973
La reducción del sector laboral en la
participación en el producto del país, de 50% a 35%, tuvo como consecuencia,
inestabilidad política. Que se manifestó en permanentes huelgas. Agravadas por
un contexto de inflación permanente que fue la constante en estos 18 años y
confiscaciones varias.
Esto hizo que la clase trabajadora
igualara en su imaginario el 50% de PBI a Perón. Cómo nunca el sector volvió a
recuperar tal nivel de riqueza, quedó fijado en su conciencia, que la vuelta al
poder del General era la única llave para obtenerlo. Afianzado por el propio
discurso de Perón y del sindicalismo.
Sin embargo, lo que todos los
sectores patronales de la Argentina creyeron que iba a ser la solución a sus
problemas, (tener un 15% más de PBI para repartirse entre ellos), no lo fue. Y
esto es así, porque la limitante al crecimiento, y lo que generaba tensiones
era el sector externo y no los niveles de rentabilidad patronales. Este fue un
error de diagnóstico, involuntario o malicioso, no lo sé.
La limitante era el sector externo, y
el mismo sólo se podía solucionar aumentando las exportaciones (no reduciendo
las importaciones). Y para aumentarlas, había que permitir al agro desplegar
todo su potencial, lo que la exacción estatal impedía e impide.
El mismo problema que generó el
déficit fiscal (la gobernancia del estado por mandatarios de los contratistas
del estado y prebendarios varios), sigue vigente hasta hoy, agravado por el
peso de la deuda pública, que no es más que la financiación de déficit fiscales
pretéritos.
La Argentina del SXIX estuvo signada
por el peso de la deuda pública. Pero hubo dos razones de peso: la Guerra de la
Independencia y la Guerra del Paraguay. Al momento del derrocamiento de Perón
en 1955 la deuda externa era mínima. Y cuando destituyeron a María Estela
Martínez, la deuda externa apenas superaba los U$S 7.000 millones. Una
bagatela.
Los males 1955-1973 son los mismos
que nos aquejan hoy, con la única diferencia que actualmente, 1983-2015, se
viven amplificados y con agravantes de descomposición cultural. Pero el germen
de nuestro retraso es déficit fiscal e impedimento a la reinversión y
crecimiento del sector más dinámico de la economía, el agro argentino e
industrias talento intensivas. Esto es porque el gobierno y la burocracia
estatal está en manos de los prebendarios, que necesitan desestimular a estos
sectores por diversas razones: como no son competitivos, no pueden pagar buenos
sueldos y necesitan que otros no los paguen, además que requieren que los
alimentos estén baratos, para que así no les incida en los costos laborales, un
país que no importa, no puede exportar, y los prebendarios no quieren la
importación, porque eliminaría sus obsoletas industrias. Por último necesitan
un estado caro, porque son o proveedores del estado o receptores de todo tipo
de subsidios.
Esto ocurrió en los períodos
1955-1973, 1976-1982 y 1983 a hoy. Martínez de Hoz dijo que iba a abrir el país
al mundo y terminó endeudando al estado para financiar obra pública. Porque los
contratistas mandaban más que él. También ocurrió en los gobiernos de Perón. En
resumen, ocurrió con gobiernos conservadores, radicales-socialdemócratas y
peronistas.
Ahora bien, el retraso económico de
la Argentina se dio en toda suerte de
régimenes y con toda cantinela ideológica de los ministros de economía.
Entonces, cuál es la relación causa y
efecto entre el retraso económico debido a una economía cerrada y con alta injerencia
gubernamental y Perón.
A mis ojos, Perón fue uno más, en la
aplicación de esta mecánica. Con la diferencia, que mientras él estuvo, a) los
obligó a los propietarios a pagar buenos sueldos, b) quiso llevar a la
Argentina a la globalización. La primera vez lo destituyeron, la segunda le
prepararon un mortal viaje al Paraguay.
He tratado de demostrar que el
retraso económico argentino se debe a las políticas de cierre de la economía,
la injerencia del estado en las actividades comerciales y el impagable costo de
los contratistas del estado y otros prebendarios. Y que no está relacionado con
Perón, más que circunstancialmente.
Endilgarle a Perón la responsabilidad
es, ni más ni menos, ocultar la identidad de los verdaderos autores, y beneficiarios
de este estado de cosas.
No es simpático, no es pintoresco, no
es idiosincrático. Es una canallada.
No por Perón o los peronistas, el
primero está muerto y los segundos somos pieza de museo. Sino porque los beneficiarios
de este estado de cosas son los que hoy medran con nuestra riqueza y futuro.
Enmascarar los actos de robo a los
que producen y ocultar la identidad de quienes nos damnifican, es perpetuar el
daño.
Y negarnos a todos la posibilidad de
un futuro mejor.
Saldremos adelante, cuando nos
decidamos a continuar la obra de la Generación del Ochenta y volvamos al
sistema económico-jurídicO diseñado por Alberdi.
Perón, último exponente de la Generación del Ochenta
Dicen que existe un Perón para cada
gusto. Porque habló de temas diferentes a lo largo de décadas.
Pero también, porque el pensamiento
político-económico, siempre fue moderno, en el sentido que representaba el
correr de los tiempos. Contrariamente a lo que los grupos opositores siempre
instalaron, la acción social de sus dos primeros gobiernos es más acorde con la
aplicada por el Laborismo Británico (contemporáneo), que con ningún régimen corporativo.
Por dos razones, primero, porque cuando asumió, ya habían perdido, y Perón
tonto no era. Y segundo, porque Perón subió con la alianza de los sectores
sindicales (como el laborismo) y promovió una activa política de servicios
sociales (salud, previsión social), nuevamente, como el flamante laborismo. Los
regímenes corporativos patronales de Italia y Alemania no hicieron ni lo uno,
ni lo otro.
Pero Perón fue un militar, proveniente
del partido católico-militar, y que formó una alianza, no sólo con el laborismo
argentino, sino con los partidos conservadores de provincias. Al punto que su
vicepresidente provenía de dicha cantera.
Y como tal fue un fiel, y a mis ojos,
el último exponente de la Generación del Ochenta. ¿En qué sentido? En el
definido por Halperín Donghi, “Un Estado para la Nación Argentina”.
Los conservadores continuaron con la
labor de la argentina del centenario, y ésta continuó ininterrumpidamente hasta
el 1955. Tras la Libertadora se rompió para nunca más volver, sino espasmódicamente.
Y concretamente cuando digo estado me
refiero a: que toda urbanización contara con plaza principal, comisaría, juez
de paz, escuela, y atención médica acorde al tamaño de la población, FFCC.
El Estado como monopolio de la
seguridad y la justicia; ocupando la totalidad del territorio nacional.
La confianza absoluta que el Estado
debía invertir en bienes públicos: seguridad, justicia, educación y salud, y en
logística para abaratar el costo de las exportaciones: puertos y FFCC.
A esos mandamientos de la Generación
del Ochenta fue fiel Perón. Por eso digo que fue su último y tardío exponente.
Hoy
Actualmente, en plena campaña
electoral, vemos un renacer de la reyerta Perón bueno-Perón malo.
Proviene de uno de los contendientes
a la presidencia, de Cambiemos. Que sus partidos componentes son
antiperonistas, es sabido y están en todo su derecho.
Pero igual llama la atención que hoy
sea eje de discusión alguien que murió hace 40 años. Si hizo algo mal tuvimos
el 20% de nuestra historia como Nación para corregirlo. Entonces, por qué traer
este tema a colación ahora.
No es inocente. Se publicaron dos
libros y sus autores pasearon, con cotizados minutos de TV, caros en tiempos
electorales, hablando de todas las perfidias y defectos de alguien que falleció
en 1975.
Claramente, es una maniobra
distractiva. Mientras se habla de esto, no se habla de otras cosas.
Primero, porque es un tema altamente
emocional. Y siempre hay gente que responde automáticamente, por reflejo. Es
entendible. Hay un público cautivo.
Segundo, porque si Perón es el
culpable del retraso económico de la Argentina, otro no lo es. Y el otro no lo
es, es ocultar a quien sí es. Y el grupo prebendario tiene dos candidatos a
presidente, en ambos casos hijos de propietarios miembros, Scioli y Macri. En
ambos casos, hombres de su riñón y su confianza.
Por primera vez en nuestra historia,
el sector prebendario no va a poner un empleado (un político profesional o un
militar) sino a uno de los suyos.
No es menor y no pueden equivocarse.
No pueden permitir que ninguno de los otros cuatro candidatos (todos políticos
profesionales) les arruine el experimento.
Por ello tanto dinero y esfuerzo.
Por eso la distracción.
Por eso estamos hablando de muertos.
El futuro
El futuro de nuestro país está en la
globalización, en el comercio internacional, en las exportaciones de productos
agropecuarios, de productos relacionados con el agro (maquinaria agrícola), en
productos industriales inteligencia intensivos (los que pueden afrontar el
costo laboral y logístico argentino) y en venta de servicios.
Para que ello sea posible hay que
cambiar todo el sistema tributario, desarmar todo el esquema de subsidios, créditos
delirantes, exenciones impositivas y aduanas truchas.
Además tenemos que volver a las
inversiones sociales de la Generación de Ochenta: educación de calidad,
disciplinada y exigente, con sus Escuela Palacio, la Salud Pública, Seguridad y
Justicia. Y a las inversiones en bienes públicos: puertos, FFCC y caminos, y en
comunicaciones.
Pero nada de eso será posible, si no
tomamos en serio que debemos luchar políticamente contra el sector prebendario
que, repito, posee: medios de comunicación, toda la burocracia estatal, las
universidades, los contenidos de la educación pública, pero más que todo eso,
es el discurso dominante en todos y cada uno de los ámbitos públicos.
Por lo que los pasos es aunar todas
las voluntades de todos los damnificados, asumirse a sí mismos como tales, y
convencernos que la única forma que la Argentina volverá a ser un gran país es
volver a la ruta alberdiana.
Y que para hacerlo, habrá que luchar
y que quien está enfrente no dudará en usar malas artes, no será un día de
picnic. Será largo, COSTOSO y
doloroso.
El plan de ruta, lo dejo para otra
oportunidad.
Gracias por leerme.