HOY – LIBERALISMO – APORTE A LA SOCIEDAD
La ideología liberal es hoy una minoría en la República
Argentina. Por distintas razones, a sabiendas o no, la mayoría de la población
adhiere a propuestas estatistas o totalitarias, por diversas razones. En la
mayoría de los casos por interés. En otros por ignorancia.
La República Argentina fue líder, hace doscientos años,
de las propuestas liberales mundiales. Una antorcha que se inició en Escocia,
se extendió a Inglaterra, Francia, EEUU, España (fallida) y recaló en la
América Hispánica.
Moldeó la Argentina del primer siglo, y fue una de las
razones de su prosperidad.
El registro de haber sido la ideología vencedora se
encuentra en los símbolos patrios:
El Himno Nacional: “…Libertad,
Libertad, Libertad…”.
El Lema Nacional: “En
Unión y Libertad”.
El Preámbulo de nuestra Constitución Nacional: “… y asegurar los beneficios de la libertad…”.
Hoy son vagas sombras sin significado. En los espectáculos
deportivos el himno no se canta. Tanto en los partidos de fútbol, como en los
internacionales de rugby o el mundial de hockey sobre césped que se jugó en
Rosario. Las asociaciones deportivas envían a las organizaciones internacionales
una versión que omite el texto, ante la anuencia de la Secretaría de Deportes
(Poder Ejecutivo).
Las razones del retroceso de la ideología liberal en el
mundo occidental y en nuestro país han sido estudiadas.
Me referiré a lo que creo que habría que hacer en caso de
querer su difusión a futuro en la República Argentina. Y pretender que sea la
fuerza de despegue de nuestra economía lo que nos permitirá volver a ser
líderes ideológicos de la región en lugar de furgón de cola de fracasados.
Actualmente el liberalismo se mantiene vivo en pequeños
grupos compuestos por sectores de algún pasar económico que aspiran vivir en
una sociedad con menor injerencia del Estado.
La ideología no es predominante ni siquiera en su propio
grupo social, ya que la mayoría de su medio vive de buenos puestos del Estado o
de ser proveedores del Estado o de algún tipo de prebenda. Son personas con
poco contacto y menor influencia en los sectores populares, por los cuales sienten
desconfianza y profundo desconocimiento.
¿Por qué los sectores populares de la
República no son liberales?
Parte, por cobijo estatal, parte por la habilitad
publicitaria de los sectores prebendarios/autoritarios/paraestatales, y parte
por la ausencia de penetración del discurso liberal.
El mismo está recluido en pequeños grupos, y asociado,
erróneamente, a los intereses de grupos económicos o de países extranjeros.
El momento de auge del liberalismo en la Argentina, fue
durante la lucha por la Independencia.
El movimiento fue extremadamente popular porque todos los
involucrados percibieron que la libertad era para su propio beneficio. Al final
del Virreinato, excepto por los burócratas gubernamentales y aquellos
comerciantes relacionados con las grandes casas con derechos monopólicos
(Cádiz), el resto de la población, entendió rápidamente que la libertad los beneficiaría.
Por eso contó con un gran apoyo popular. En los ricos,
por la libertad de comercio con Gran Bretaña y la posibilidad de vender cueros.
Pero para el resto también: poder abrir un comercio sin permiso, acabar con las
castas (esclavos, pardos, hijos bastardos). Una sociedad tabicada que
necesitaba permiso virreinal para efectuar cualquier tarea, ya sea vender carretas
o yerba mate(monopolio jesuita), o llevar una tropilla de Santa Fe a Córdoba, fabricar
jabón o tejer seda. Todo se podía hacer sí y sólo sí, algún burócrata lo
autorizaba. Si no se era blanco hijo de un matrimonio en debida regla, no se
podía acceder a la propiedad de la tierra.
Decenas de miles de personas entendieron al instante que
la libertad les beneficiaría. Poder vender grapa al Alto Perú, o el producto de
la huerta propia, y miles, miles, dejaron la esclavitud y la servidumbre; o
comprar un palmo de tierra o un comercio o una casa.
Como simple ejemplo, la historia del poeta Hilario Ascasubi, hijo de pardo liberto y nieto de esclavos. ¿Cómo no iba a amar la
libertad Don Ascasubi? ¿Cómo no iba a reverenciarla y defenderla? ¿Qué otra
sociedad que la libre le iba a dar las oportunidades que tuvo? Y no le importó
aguantar 20 años de exilio. A Ascasubi, nieto de esclavos, hombre valiente, no
había que explicarle cuáles son los beneficios de la libertad.
Por eso, cuando el Preámbulo habla de “… y asegurar los beneficios de la
libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del
mundo que quieran habitar en el suelo argentino…”, todos los involucrados
tenían muy en claro de qué se hablaba.
Hoy, cuando un profesional de clase media, blanquito,
habla de liberalismo y libertad, excepto su círculo íntimo, el resto de la
población entiende que quiere tener libertad para comprar y vender divisas o
para importar chiches electrónicos. Esa apelación al imaginario popular fue muy
bien interpretado por el ex Jefe de Gabinete Abal Medina, cuando dijo que la
marcha del 8N fue para poder comprar dólares.
Todo operario, o empleada pública municipal o personal de
maestranza entiende que se trata de privilegios de ricos (aunque los demandantes
no lo sean) y no de algo que les favorece directamente a cada uno de ellos.
El desafío del liberalismo argentino hoy es poder
explicar quién se beneficiaría con la libertad y describirle con claridad,
representar con lujo de detalles el beneficio concreto. Así como Pueyrredón,
Belgrano, Güemes y San Martín describieron los beneficios: libertad a los
esclavos, abolición del sistema de castas, libertad para poner su propia
pulpería, comerciar por todo el país, poseer su propia tropilla, etc., el mismo
esfuerzo hay que hacer hoy.
Hay que hacer ver, en un gigantesco esfuerzo
publicitario, a cada persona cuál sería el beneficio para él. Al dentista que
trabaja en consultorios ajenos, por dos pesos, a los médicos que trabajan para
las prepagas, a los comerciantes minoristas, al verdulero, al panadero, al
chofer de colectivo, al taxista, al camionero, al operario, al docente, al
agricultor, al chapista.
En un país donde no hay más colectiveros y sí choferes de
colectivos, empleados de empresas que reciben subsidios estatales; no hay más
taxistas, sino choferes de mandatarias propiedad de dirigentes sindicales;
almaceneros, sino empleados tercerizados de supermercados, no debería ser
difícil explicar que se necesita un país con propietarios.
Explicar porqué una nación estatizada y centralizada
destruye las economías regionales y que éstas prosperaron con el liberalismo y
lo volverán a hacer únicamente cuando éste se imponga.
Hace décadas que la población está abrumada por la propaganda
burócrata/prebandaria, que incluye a la totalidad de los medios de comunicación
y a la totalidad de las facultades nacionales. La mayoría de los docentes
difunden las bonanzas del estado benefactor.
Hay que hacer un gigantesco esfuerzo para explicar a cada
persona, en especial al más humilde en qué lo beneficia a él.
¿En qué beneficia el liberalismo a un albañil de González
Catán? ¿A una enfermera que trabaja en el Hospital Posadas? ¿A un propietario
de un 1114 que hace el trayecto Gregoria Pérez de Denis-Puerto de Rosario? ¿A
un peón rural de Godoy Cruz? ¿A una filetera de Mar del Plata? ¿A un gendarme
destinado a Misiones? ¿A un cajero del Banco Santander Sucursal Villa María? ¿A
un productor agropecuario de Reconquista? ¿A un obrero petrolero de Cerro
Dragón? ¿A un verdulero de Valentín Alsina?
El día que podamos explicar eso, podremos empezar a
enfrentar el monopolio de defensa del sistema prebendarlo-burócrata. En ello se
igualan tanto los medios estatales como los de la supuesta oposición. Porque no
es de ahora, sino de hace décadas. Y ha inoculado todo el tejido de la sociedad
argentina.
Al extremo que ya no veneramos a nuestros próceres que
lucharon por nuestra libertad, ni cantamos el Himno, ni leemos la moneda de un
(1) peso.
Los enemigos de la libertad son dos: el Estado y sus
burócratas, y las grandes empresas, que necesitan las prebendas estatales para
garantizar su tamaño. Uno y otras nos dicen cómo debemos vivir, qué comer, cómo
vestirnos, cómo transportarnos y hasta cómo amar y criar a nuestros hijos.
La difusión de los beneficios de las libertades civiles y de comercio es el
desafío próximo para poder dejar un legado a las nuevas generaciones.