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sábado, 27 de junio de 2015

El futuro del liberalismo en la República Argentina - Apuntes

HOY – LIBERALISMO – APORTE A LA SOCIEDAD

La ideología liberal es hoy una minoría en la República Argentina. Por distintas razones, a sabiendas o no, la mayoría de la población adhiere a propuestas estatistas o totalitarias, por diversas razones. En la mayoría de los casos por interés. En otros por ignorancia.
La República Argentina fue líder, hace doscientos años, de las propuestas liberales mundiales. Una antorcha que se inició en Escocia, se extendió a Inglaterra, Francia, EEUU, España (fallida) y recaló en la América Hispánica.
Moldeó la Argentina del primer siglo, y fue una de las razones de su prosperidad.
El registro de haber sido la ideología vencedora se encuentra en los símbolos patrios:
El Himno Nacional: “…Libertad, Libertad, Libertad…”.
El Lema Nacional: “En Unión y Libertad”.
El Preámbulo de nuestra Constitución Nacional: “… y asegurar los beneficios de la libertad…”.
Hoy son vagas sombras sin significado. En los espectáculos deportivos el himno no se canta. Tanto en los partidos de fútbol, como en los internacionales de rugby o el mundial de hockey sobre césped que se jugó en Rosario. Las asociaciones deportivas envían a las organizaciones internacionales una versión que omite el texto, ante la anuencia de la Secretaría de Deportes (Poder Ejecutivo).
Las razones del retroceso de la ideología liberal en el mundo occidental y en nuestro país han sido estudiadas.
Me referiré a lo que creo que habría que hacer en caso de querer su difusión a futuro en la República Argentina. Y pretender que sea la fuerza de despegue de nuestra economía lo que nos permitirá volver a ser líderes ideológicos de la región en lugar de furgón de cola de fracasados.
Actualmente el liberalismo se mantiene vivo en pequeños grupos compuestos por sectores de algún pasar económico que aspiran vivir en una sociedad con menor injerencia del Estado.
La ideología no es predominante ni siquiera en su propio grupo social, ya que la mayoría de su medio vive de buenos puestos del Estado o de ser proveedores del Estado o de algún tipo de prebenda. Son personas con poco contacto y menor influencia en los sectores populares, por los cuales sienten desconfianza y profundo desconocimiento.


¿Por qué los sectores populares de la República no son liberales?
Parte, por cobijo estatal, parte por la habilitad publicitaria de los sectores prebendarios/autoritarios/paraestatales, y parte por la ausencia de penetración del discurso liberal.
El mismo está recluido en pequeños grupos, y asociado, erróneamente, a los intereses de grupos económicos o de países extranjeros.
El momento de auge del liberalismo en la Argentina, fue durante la lucha por la Independencia.
El movimiento fue extremadamente popular porque todos los involucrados percibieron que la libertad era para su propio beneficio. Al final del Virreinato, excepto por los burócratas gubernamentales y aquellos comerciantes relacionados con las grandes casas con derechos monopólicos (Cádiz), el resto de la población, entendió rápidamente que la libertad los beneficiaría.
Por eso contó con un gran apoyo popular. En los ricos, por la libertad de comercio con Gran Bretaña y la posibilidad de vender cueros. Pero para el resto también: poder abrir un comercio sin permiso, acabar con las castas (esclavos, pardos, hijos bastardos). Una sociedad tabicada que necesitaba permiso virreinal para efectuar cualquier tarea, ya sea vender carretas o yerba mate(monopolio jesuita), o llevar una tropilla de Santa Fe a Córdoba, fabricar jabón o tejer seda. Todo se podía hacer sí y sólo sí, algún burócrata lo autorizaba. Si no se era blanco hijo de un matrimonio en debida regla, no se podía acceder a la propiedad de la tierra.
Decenas de miles de personas entendieron al instante que la libertad les beneficiaría. Poder vender grapa al Alto Perú, o el producto de la huerta propia, y miles, miles, dejaron la esclavitud y la servidumbre; o comprar un palmo de tierra o un comercio o una casa.
Como simple ejemplo, la historia del poeta Hilario Ascasubi, hijo de pardo liberto y nieto de esclavos. ¿Cómo no iba a amar la libertad Don Ascasubi? ¿Cómo no iba a reverenciarla y defenderla? ¿Qué otra sociedad que la libre le iba a dar las oportunidades que tuvo? Y no le importó aguantar 20 años de exilio. A Ascasubi, nieto de esclavos, hombre valiente, no había que explicarle cuáles son los beneficios de la libertad.
Por eso, cuando el Preámbulo habla de “… y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino…”, todos los involucrados tenían muy en claro de qué se hablaba.
Hoy, cuando un profesional de clase media, blanquito, habla de liberalismo y libertad, excepto su círculo íntimo, el resto de la población entiende que quiere tener libertad para comprar y vender divisas o para importar chiches electrónicos. Esa apelación al imaginario popular fue muy bien interpretado por el ex Jefe de Gabinete Abal Medina, cuando dijo que la marcha del 8N fue para poder comprar dólares.
Todo operario, o empleada pública municipal o personal de maestranza entiende que se trata de privilegios de ricos (aunque los demandantes no lo sean) y no de algo que les favorece directamente a cada uno de ellos.
El desafío del liberalismo argentino hoy es poder explicar quién se beneficiaría con la libertad y describirle con claridad, representar con lujo de detalles el beneficio concreto. Así como Pueyrredón, Belgrano, Güemes y San Martín describieron los beneficios: libertad a los esclavos, abolición del sistema de castas, libertad para poner su propia pulpería, comerciar por todo el país, poseer su propia tropilla, etc., el mismo esfuerzo hay que hacer hoy.
Hay que hacer ver, en un gigantesco esfuerzo publicitario, a cada persona cuál sería el beneficio para él. Al dentista que trabaja en consultorios ajenos, por dos pesos, a los médicos que trabajan para las prepagas, a los comerciantes minoristas, al verdulero, al panadero, al chofer de colectivo, al taxista, al camionero, al operario, al docente, al agricultor, al chapista.
En un país donde no hay más colectiveros y sí choferes de colectivos, empleados de empresas que reciben subsidios estatales; no hay más taxistas, sino choferes de mandatarias propiedad de dirigentes sindicales; almaceneros, sino empleados tercerizados de supermercados, no debería ser difícil explicar que se necesita un país con propietarios.
Explicar porqué una nación estatizada y centralizada destruye las economías regionales y que éstas prosperaron con el liberalismo y lo volverán a hacer únicamente cuando éste se imponga.
Hace décadas que la población está abrumada por la propaganda burócrata/prebandaria, que incluye a la totalidad de los medios de comunicación y a la totalidad de las facultades nacionales. La mayoría de los docentes difunden las bonanzas del estado benefactor.
Hay que hacer un gigantesco esfuerzo para explicar a cada persona, en especial al más humilde en qué lo beneficia a él.
¿En qué beneficia el liberalismo a un albañil de González Catán? ¿A una enfermera que trabaja en el Hospital Posadas? ¿A un propietario de un 1114 que hace el trayecto Gregoria Pérez de Denis-Puerto de Rosario? ¿A un peón rural de Godoy Cruz? ¿A una filetera de Mar del Plata? ¿A un gendarme destinado a Misiones? ¿A un cajero del Banco Santander Sucursal Villa María? ¿A un productor agropecuario de Reconquista? ¿A un obrero petrolero de Cerro Dragón? ¿A un verdulero de Valentín Alsina?
El día que podamos explicar eso, podremos empezar a enfrentar el monopolio de defensa del sistema prebendarlo-burócrata. En ello se igualan tanto los medios estatales como los de la supuesta oposición. Porque no es de ahora, sino de hace décadas. Y ha inoculado todo el tejido de la sociedad argentina.
Al extremo que ya no veneramos a nuestros próceres que lucharon por nuestra libertad, ni cantamos el Himno, ni leemos la moneda de un (1) peso.
Los enemigos de la libertad son dos: el Estado y sus burócratas, y las grandes empresas, que necesitan las prebendas estatales para garantizar su tamaño. Uno y otras nos dicen cómo debemos vivir, qué comer, cómo vestirnos, cómo transportarnos y hasta cómo amar y criar a nuestros hijos.

La difusión de los beneficios de las libertades civiles y de comercio es el desafío próximo para poder dejar un legado a las nuevas generaciones.

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