Esta semana un comerciante que vive en Zárate fue asaltado. Entregó el dinero al chorro, tras lo cual el delincuente le dispara y escapa en una moto con un cómplice. El comerciante se sube al auto, lo persigue y aplasta a uno de los asaltantes contra un poste.
A partir de ese momento en la TV, diarios, radio y tuiter (el más horizontal de los medios) empezamos todos a opinar si estaba bien aplastar al tipo como una cucaracha o no. Que “sí, porque es chorro” o que “no, porque por $ 5000 qué te vas a calentar”.
A riesgo de sonar como la drogona que cobra sueldo en la UNLP y como concejal de La Plata diré: “Veamos el contexto”.
Todo es cuestión de contexto
No tuve que ir hasta la ciudad para recoger testimonios. La TV ayer, amablemente, entrevistó a ciudadanos del barrio donde ocurrió el hecho. Voy a transcribirlos. Téngase en cuenta: a) la gente puede haber dicho la verdad o no, b) estoy apelando a mi memoria, por lo que puede haber errores.
Dicho esto, las personas aseveraron:
- A mí me asaltaron cinco veces.
- Esto es tierra de nadie, estamos a merced de los ladrones.
- Acá hacen lo que quieren, nadie los persigue, roban a cualquier hora del día.
- Llamás a la policía y no vienen.
- A la salida del colegio roban a los chicos. El teléfono, la mochila, el trabajo de todo el año.
- Vivimos asustados.
- Mi hija va a la facultad y mi marido la tiene que acompañar a la parada de colectivo a la ida y a la vuelta.
- Se tirotean entre ellos en plena calle a cualquier hora.
- Son los dueños. Nosotros escondidos y ellos lo más campantes.
- Esto es una locura, nos pueden pegar un tiro en cualquier momento, no les importa nada.
También me llamó la atención el tono y los gestos con que lo decían. En su mayoría mujeres, entre cuarenta y sesenta años, con enojo, rabia y miedo en el rostro.
Es imposible saber si sus dichos son verdaderos o no. Deberíamos contar con estadísticas del barrio, que, oh, no existen. A falta de mejor información, deberemos creerle.
Pareciera que viven en zona de guerra.
Pareciera que viven en zona de guerra.
Sobre este punto volveré.
Excursus
Los delincuentes no sólo roban, sino que roban a vecinos, tan o más pobres que el chorro. Amedrentan a la víctima como mensaje a las futuras y eventuales víctimas para que no intenten ninguna resistencia. Domesticar al ciudadano decente.
Esperan que uno entregue el dinero sin chistar y con los próceres todos para el mismo lado. El próximo paso es pasar a cobrar una cuota mensual, y que uno entregue manso el fruto del trabajo. Sólo la anarquía organizacional de los chorros lo impide.
Esperan que uno entregue el dinero sin chistar y con los próceres todos para el mismo lado. El próximo paso es pasar a cobrar una cuota mensual, y que uno entregue manso el fruto del trabajo. Sólo la anarquía organizacional de los chorros lo impide.
La amiga @missladrillos, más de una vez, ha indicado que la masa de delincuentes son una forma de coerción a los ciudadanos para tenernos quietos; tolerada y promovida desde la casta política.
Ese mismo concepto, tiempo después, lo plasmé aquí, al afirmar que los chorros son la tercerización en privados de la represión a los ciudadanos comunes, “las personas decentes”, como las llama el compañero Nigel Farage.
Los chorros actuales son berretas. No van a robar a los ricos, no van a robar a los verdaderos privilegiados del sistema, que es la casta política. Le roban al laburante de la otra cuadra.
BULLIES ARE BULLIES BECAUSE THEY CAN GET AWAY WITH IT.
LOS MATONES SON MATONES PORQUE LES DEJAN.
La casta política está absolutamente abstraída de este problema, out of touch, porque se mueven con custodia, no se suben al Sarmiento a las 5 de la mañana, no caminan seis cuadras desde la parada del colectivo hasta su casa en José León Suárez. Eso no les impide, como fue el caso de hoy de Morandini, ex senadora y actual ñoqui, a opinar. Bueno, tiene tanto derecho como yo.
La situación descripta por los vecinos de Zárate es que están solos frente a bandidos armados, que además actúan anárquicamente. No es la maffia siciliana pidiendo un aporte mensual.
El estado no hace nada. La policía no previene ni atrapa (el segundo chorro a estas horas sigue suelto), los fiscales no persiguen a los delincuentes, y los jueces no los encierran.
Parte de eso ya lo traté aquí.
Pero ahora quiero darle otra vuelta de tuerca.
La constitución obliga al poder ejecutivo a hacer respetar la constitución. Uno de los derechos de los habitantes es el de propiedad, en este caso, los $ 5.000.- Además el código penal tipifica (esto es, determina con precisión) que ciertos actos serán castigados. Por ejemplo, amenazar a una persona con un arma de fuego y obligar a entregar sus pertenencias.
Según nuestra constitución, nosotros, el Pueblo de la Nación Argentina, hemos delegado en el Estado Argentino el monopolio de la fuerza. Es el eje de Occidente moderno. Leviatán, la revolución francesa, etc., etc. Delego en el Estado y por lo tanto, no debo ser yo quien, cuchillo entre los dientes, deba proteger a mi familia, a mi propia vida y a mi propiedad.
Ahora bien, en el año 2004 el gobierno de la Provincia de Buenos Aires declaró la emergencia de seguridad. Puede ser un artilugio para disponer del presupuesto sin más controles, pero lo cierto es que formalmente el estado dijo que no puede.
Dijo que no puede con su alma.
Que no puede cuidarnos. Que no puede ni evitar que nos violen, lastimen, maten o roben ni puede perseguir a los delincuentes a posteriori.
Dijo que no puede con su alma.
Que no puede cuidarnos. Que no puede ni evitar que nos violen, lastimen, maten o roben ni puede perseguir a los delincuentes a posteriori.
El Estado nos dice que estamos por las nuestras.
El Estado, unilateralmente, rompe el contrato constitucional, rompe el contrato entre estado y ciudadanos, nos devuelve al Leviatán.
Zona de Guerra
Los habitantes de ese barrio de Zárate (y de otros tantos) están en una zona de guerra, con civiles por un lado y con bandas armadas anárquicas por otro. Solos, y sin armas.
No cabe entonces el análisis de las acciones de los habitantes bajo una simulación de un estado de normalidad que no existe. Eso es una ficción. Y uno no puede pedir conductas normales en un estado de anormalidad.
Que el Pueblo de la Provincia de Buenos Aires vive un estado de anormalidad no lo digo yo, lo dicen los gobernantes, renovado este año por decreto firmado por la Gobernadora Vidal.
Hoy temprano la amiga Agustina dijo lo obvio:
¿Por qué es obvio? Porque Agustina no es psicótica. Agustina no mataría. Entiende, a la perfección, que está mal matar, que está mal patear a alguien en el piso, y que está mal que una turba muela a golpes a una persona.
Entonces, ¿qué es lo que hace ruido? ¿Qué es lo discutible? ¿Por qué no es indiscutible que no se patea a alguien en el piso?
La respuesta es: que no estamos en situaciones normales, donde todos actuamos según la estructura que tenemos imbuida, nuestra educación y los códigos de convivencia.
La respuesta es: que no estamos en situaciones normales, donde todos actuamos según la estructura que tenemos imbuida, nuestra educación y los códigos de convivencia.
No lo digo yo, lo dice la gobernadora.
Y este paso, el que no estamos viviendo en normalidad, la mayoría de nosotros todavía no lo incorporó.
Con una Justicia que juega para los delincuentes, delincuentes que son el instrumento de una casta política para a) hacerse ricos, b) someternos y reprimirnos, entiendo que no debe aplicarse el código penal a quien defiende su vida o su honor o a los seres queridos o a su propiedad.
La Argentina es una olla a presión y los gobernantes están inaugurando laberintos en Tecnópolis.
Massa con fuerza, y Cambiemos en menor medida, tuvieron dentro de su plataforma electoral 2015 el problema de la delincuencia. Por lo que obtuvieron no pocos votos de la ciudadanía. Al día siguiente de las elecciones unos y otros se abocaron a lo único que les interesa: el dinero. Obras, presupuestos, giros a las provincias, inauguraciones, etc.
Los magistrados no administran justicia.
El estado afirma por ley y decreto, formal y fehacientemente, que no nos puede cuidar.
La policía ni previene el delito ni atrapa delincuentes (el último dato publicado es de 109.000 prófugos sólo de la justicia de Buenos Aires) [1]. Entonces, como unilateralmente el carísimo estado que tenemos se declaró impotente, unilateralmente, los ciudadanos decentes, debemos declarar que vamos a defender lo que es nuestro, que no vamos a dejar que nos coma el monstruo.
Porque estamos en guerra.
Por vías de hecho se suspende la ley y todos los preceptos éticos/bíblicos (no robarás/no matarás).
Porque estamos en guerra y no la declaramos nosotros.
¿Cómo se sale?
No es diciendo que está mal aplastar a alguien. El que lo hace sabe que está mal. Y en situaciones normales, no lo haría. Porque no es un psicótico.
No sirve decir por televisión y radio, con periodistas en coro, que está mal golpear en turba.
a) Porque se lo dicen a gente decente y trabajadora que ya lo sabe,
b) Porque es la cantinela que han venido repitiendo en la TV en los últimos años (Papa incluido) sin resultados. Las personas decentes saben que está mal atacar en turba, pero decidieron hacerlo de todas maneras, divorciándose, aún más de comunicadores, politicólogos, encuestadores, políticos y curas.
La solución es volver a la normalidad. Y el único que lo puede hacer es el Estado. Los 10.906 empleados del Ministerio Público Fiscal, las fuerzas de seguridad, nuestros carísimos jueces.
Es volver a aplicar el código penal.
Es volver a perseguir a los delincuentes.
Porque la población ya ha dicho que no acepta este "new normal". Porque ya lo dijo Antígona: no es de hoy sino de siempre. Y no va a ser un gobernante ocasional el que me diga qué está bien, ni qué está mal.
En resumen, los gobernantes (Poder Ejecutivo, Poder Judicial y Ministerio Público) deben hacer aquello por lo que se les paga el sueldo.
Caso contrario sólo siguen calentando la olla a presión.
¿Cómo se sale?
No es diciendo que está mal aplastar a alguien. El que lo hace sabe que está mal. Y en situaciones normales, no lo haría. Porque no es un psicótico.
No sirve decir por televisión y radio, con periodistas en coro, que está mal golpear en turba.
a) Porque se lo dicen a gente decente y trabajadora que ya lo sabe,
b) Porque es la cantinela que han venido repitiendo en la TV en los últimos años (Papa incluido) sin resultados. Las personas decentes saben que está mal atacar en turba, pero decidieron hacerlo de todas maneras, divorciándose, aún más de comunicadores, politicólogos, encuestadores, políticos y curas.
La solución es volver a la normalidad. Y el único que lo puede hacer es el Estado. Los 10.906 empleados del Ministerio Público Fiscal, las fuerzas de seguridad, nuestros carísimos jueces.
Es volver a aplicar el código penal.
Es volver a perseguir a los delincuentes.
Porque la población ya ha dicho que no acepta este "new normal". Porque ya lo dijo Antígona: no es de hoy sino de siempre. Y no va a ser un gobernante ocasional el que me diga qué está bien, ni qué está mal.
En resumen, los gobernantes (Poder Ejecutivo, Poder Judicial y Ministerio Público) deben hacer aquello por lo que se les paga el sueldo.
Caso contrario sólo siguen calentando la olla a presión.
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Parece que no descubrí la pólvora. Recomendación de @folkersam: La guerra civil molecular de Hans Magnus Enzensberger.
* * *
[1] Si se ponen a pedir documentos, aunque más no sea por un tema de frecuencia estadística, agarran a unos cuantos.
Muy interesante, te ganaste un seguidor.
ResponderBorrarLe agradezco. Si hay algo que no le cierra, indíquelo. Estoy experimentando.
BorrarEspectacular aporte.
ResponderBorrarNada que agregar.
Gracias.
BorrarMuy buena nota.
ResponderBorrarAdemas el estado nos quiere desarmados; el ciudadano honesto debe hacer un monton de tramites y ademas pagar una buena cantidad de dinero al comprar un arma por primera vez; yo no vi esto como una conspiracion pense que se trataba de un ser politicamente correctos de los politicos generamente maulas, pero siendo como es la casta politica es mas razonable pensar como lo hace el autor de la nota.