Nota originalmente publicada en @RestaurARG el 5 de abril de 2018.
No vi el programa de Mirtha Legrand. Sólo leí algunos tuits que lo relataban. No sé a quién embarró Jaitt.
A los dos dias Cúneo sostiene que todo esto es una lucha entre facciones de la AFI ex SIDE. Hasta acá una parte del tema.
No me interesan las fricciones de facciones de empleados públicos que pagamos todos y que en vez de estar ocupándose de cuidarnos y protegernos reparten nuestro dinero entre pseudoperiodistas para que hablen bien o mal de personas o empresas o que están cuidando sus gigantescos quioscos. Los negocios de la AFI los conocemos todos lo cual contradice su carácter de secreto y su razón de ser. Además del fraude que significa que cobren un sueldo por rascarse u ocuparse de cuidarle el culo a algún canalla. Gozan del privilegio de contar con un presupuesto secreto sobre el cual no rinden cuentas ni a los contribuyentes, ni a nadie. No sólo tenemos a diputados y senadores cambiapasajes sino también estos parásitos.
Lo único misterioso de la SIDE es en qué gastan nuestra plata.
Nada de eso me interesa.
Es más, de las pocas cosas que sí se tuvieron que ocupar, como de la venta de uranio a Irán o de averiguar dónde diablos estaba Maldonado, no se ocuparon.
Por lo que por mí el destino de todos ellos y el de los periodistas que cobran de la SIDE me importa poco y nada y no quiero gastar caracteres en ellos.
A los dos dias Cúneo sostiene que todo esto es una lucha entre facciones de la AFI ex SIDE. Hasta acá una parte del tema.
No me interesan las fricciones de facciones de empleados públicos que pagamos todos y que en vez de estar ocupándose de cuidarnos y protegernos reparten nuestro dinero entre pseudoperiodistas para que hablen bien o mal de personas o empresas o que están cuidando sus gigantescos quioscos. Los negocios de la AFI los conocemos todos lo cual contradice su carácter de secreto y su razón de ser. Además del fraude que significa que cobren un sueldo por rascarse u ocuparse de cuidarle el culo a algún canalla. Gozan del privilegio de contar con un presupuesto secreto sobre el cual no rinden cuentas ni a los contribuyentes, ni a nadie. No sólo tenemos a diputados y senadores cambiapasajes sino también estos parásitos.
Lo único misterioso de la SIDE es en qué gastan nuestra plata.
Nada de eso me interesa.
Es más, de las pocas cosas que sí se tuvieron que ocupar, como de la venta de uranio a Irán o de averiguar dónde diablos estaba Maldonado, no se ocuparon.
Por lo que por mí el destino de todos ellos y el de los periodistas que cobran de la SIDE me importa poco y nada y no quiero gastar caracteres en ellos.
* * *
Tanto Fantino como Pagni rápidamente salieron a hacer sus descargos en monólogos sin interrupciones.
Fantino agregó otras declaraciones, sobre lo que sí me quiero referir. Dijo que escuchó a Jaitt mientras estaba con el padre (cierto), que se sintió muy compungido (cierto), que no sabía qué explicación darle a su padre (cierto), que el honor de una persona es un tema delicado (cierto), que esas acusaciones afectan a muchas personas (cierto) y que pueden perjudicarlas, tal vez sin retorno (cierto). No sé si lo dijo él, pero sí lo dijo Mauro Viale respecto de otro colega, que con acusaciones como las efectuadas, una persona puede perder su trabajo o, si no lo tiene, se le hace cuesta arriba conseguirlo.
El honor es un tema importante, casi diría que estructural, por lo menos para las personas que tenemos honor y que lo consideramos nuestro bien más preciado todos los días, no sólo cuando lo afectan.
Ensuciar el honor de otra persona es dañino e inmoral y no debe hacerse con ligereza. Si todo esto es falso, le deseo la mejor de las suertes a Fantino, Pagni y todos aquellos salpicados por esta operación para que pueda sortear este momento y limpiar su buen nombre y honor.
Sin embargo, no quiero dejar de lado que Fantino usó un discurso que apeló a la emoción. Y lo hizo muy bien. Habló del padre, de la relación filial, del respeto al progenitor. y del daño que produce una acusación infundada. De lo horrible que es una imputación criminal y el daño que causa. Y la angustia que se siente, la impotencia, por no poder defenderse. No al menos en ese momento.
A esta altura el destino de las víctimas no les importa a nadie.
Se trata únicamente del honor de los supuestamente falsamente denunciados, de cómo zafarán los periodistas deportivos que nunca vieron nada y de demandas y contrademandas.
Vaya mi humilde párrafo de empatía con los niños y adolescentes a los cuales la lujuria y la soberbia de pervertidos, abusando de cualquiera fuera su vulnerabilidad, le arruinaron la vida.
La pedofilia es un delito en dos partes. La primera tiene que ver con la lujuria. El abuso físico o verbal del menor. Pero la segunda parte tiene que ver con el poder, porque tiene mayor tamaño o mayor edad o porque tiene una posición de poder en la sociedad o porque tiene amigos o parientes influyentes o porque una sociedad prefiere sacrificar un adolescente a meterse en líos.
Una sociedad alimenta al Minotauro con sangre joven.
* * *
Última parte y de lo que verdaderamente quiero hablar: el amor y respeto filial que tan efectivamente mencionó Fantino.
Hace muy pocos meses atrás toda la corporación periodística dijo que a Maldonado lo había matado la Gendarmería. En el propio programa de Fantino, Asís dijo, como si fuera algo gracioso, divertido y banal, que la Gendarmería le había dado una paliza, se habían pasado y se murió. Y Fantino lo felicitaba. La casi totalidad del periodismo actuó igual [1].
Dos periodistas fueron de las pocas excepciones, Carlos Andrade y Lorelei Gaffoglio que dieron otra versión frente al escarnio desembozado de sus colegas.
De igual manera actuó la casta política. La oposición berreta del FPV y de los zurdos, pidieron la cabeza de la ministra y el paredón para todos los miembros de Gendarmería.
El gobierno ofreció las cabezas de gendarmes, cual ofrenda frente a los Dioses. Hablo concretamente de Marcos Peña, en la Cámara de Senadores, y Germán Garavano en el programa de Lanata, que demostraron su cobardía sin atenuantes.
Ya lo sabíamos, pero fue prueba contundente.
Poco le importó a la corporación periodística el buen nombre y honor de los miembros de gendarmería que se enfrentan, sujetos a cientos de reglas, contra agitadores profesionales, bien asesorados, armados y sin regla alguna, en esas soledades, acompañados por el viento y el frío.
Me conmovió el Sr. Fantino cuando habló del lazo filial. Entendible.
Poco le importó la relación filial ni a la corporación politica ni a los sindicalistas de docentes de la Provincia de Buenos Aires que viajaron específicamente a la Patagonia a decir en las aulas que los gendarmes eran asesinos. Tampoco les importó si alguno de esos niños de primaria eran hijos o sobrinos o nietos de gendarmes. Tampoco le importó a las directoras de las escuelas que dejaron entrar a activistas a ponerse al frente del aula.
¿Qué pasa por la cabeza de un niño de 8, 9 ó 10 años que en la tele digan que su papá es un asesino? No sólo eso, un asesino cobarde que mató entre varios a una persona y luego escondió el cadáver. ¿Qué pasa por la cabeza de un niño que venga un tipo a SU aula y enfrente de SUS compañeros diga que su padre es un asesino?
¿Qué herramientas tuvieron en todos esos meses que duró la histeria maldonadista los gendarmes y su familias para defenderse? ¿Tuvieron espacios exclusivos en sus propios programas para dar su descargo en un monólogo sin interrupciones, como si pudieron hacerlo Fantino y Pagni o poseyeron el derecho a réplica que reclaman otros afectados?
¿Quieren que comparemos los minutos de cámara EN EL CANAL OFICIAL TVP que le dieron a Cortiñas o a Pérez Esquivel o a cualquiera de los pseudomapuches o a Alcorta con los que tuvieron el personal de gendarmería o sus familiares?
Luego el lema del canal es TODAS LAS VOCES. Nos toman por idiotas.
Tímidamente el enviado de TN y Canal 13 empezó a hacer hablar a los habitantes del lugar. Todos decían pestes de los pseudomapuches. Rápidamente TN y Canal 13 cortaron esa línea editorial. No sólo los afectados directos (los gendarmes y sus familias) sino los habitantes hostigados por ese grupo aceitado de activistas fueron barridos de la tele, con la tenue excepción de Lanata.
Finalmente se supo que Maldonado no fue asesinado por Gendarmería.
¿La corporación periodística pidió disculpas? No.
¿La corporación política ansiosa de tirar gendarmes al circo del activismo de izquierda pidió disculpas? No.
¿El sindicalismo docente de provincia de Buenos Aires pidió disculpas? No.
¿Las directoras de escuela que dejaron entrar extraños a las aulas pidieron disculpas? No.
¿Los fiscales, jueces y camaristas que en meses no se molestaron en hacer un allanamiento razonable en el predio pidieron disculpas? No.
¿Alguien fue castigado por todo eso? No.
Los periodistas rápidamente inventaron otra causa junto a los activistas: la reforma previsional. Y nuevas convocatorias a plazas y piedrazos. La corporación política, la sindical y los docentes se hicieron los tontos y siguieron sus vidas.
Y por supuesto nadie pidió juicio político ni a los jueces, ni a los camaristas ni a la fiscal. Una mano lava la otra.
¿Y los gendarmes? ¿Y sus esposas? ¿Y sus hijos?
Los gendarmes: la resignación de que están solos. De que jamás ningún político los va a apoyar nunca. Pero ya lo sabían.
Las esposas, que se casaron con alguien que tiene las cosas difíciles. De acá a la eternidad. Mudanzas permanentes, mala paga y desagradecimiento. Pero el orgullo de estar casada con un hombre honorable. Al menos en lo que al caso Maldonado respecta.
¿Y los niños?
Los niños vivieron todo. Las acusaciones al padre, la mortificación en la escuela, la angustia del padre y de la madre, las discusiones o charlas entre los padres respecto a lo que pasó, lo que no pasó, las agachadas de superiores (o no), desmenuzar cada acusación, discutir contra el televisor. Pero sobre todo vieron la impotencia de su progenitor y de la fuerza de la que es parte para defender su buen nombre y honor frente a una maquinaria implacable cuya cabeza visible es la corporación periodística. Y cuando todo terminó y fue pública la verdad, llegaron a una conclusión [3]: aprendieron que están solos.
Que los periodistas son mentirosos, que viven en una sociedad cobarde y que los políticos no valen una escupida.
Que la justicia no existe (un problema que el juez debió resolver en tres días se extendió a tres meses) ni existirá y que por razones facciosas o de interés o de cobardía, de Peña por ejemplo, (aunque el niño no sepa quién es Peña), su papá puede perder inmerecidamente su trabajo.
Le clavaron a cada uno de esos niños una semilla de cinismo, grandísimos hijos de puta.
De igual manera actuó la casta política. La oposición berreta del FPV y de los zurdos, pidieron la cabeza de la ministra y el paredón para todos los miembros de Gendarmería.
El gobierno ofreció las cabezas de gendarmes, cual ofrenda frente a los Dioses. Hablo concretamente de Marcos Peña, en la Cámara de Senadores, y Germán Garavano en el programa de Lanata, que demostraron su cobardía sin atenuantes.
Ya lo sabíamos, pero fue prueba contundente.
En el senado se dio la paradójica situación de que el Senador Pichetto, patagónico, le paró el carro a Peña y le dijo que para los habitantes de la zona (hablamos de 2000 km de largo por sólo 300 de ancho, ¡vaya zona!) la presencia de la GN era imprescindible y que la población confiaba en ellos. La GN tuvo sólo tres aliados políticos: la ministra Bullrich, el senador Pichetto [2] y, evidentemente, Macri, que sostuvo a la Ministra.
Poco le importó a la corporación periodística el buen nombre y honor de los miembros de gendarmería que se enfrentan, sujetos a cientos de reglas, contra agitadores profesionales, bien asesorados, armados y sin regla alguna, en esas soledades, acompañados por el viento y el frío.
Me conmovió el Sr. Fantino cuando habló del lazo filial. Entendible.
Poco le importó la relación filial ni a la corporación politica ni a los sindicalistas de docentes de la Provincia de Buenos Aires que viajaron específicamente a la Patagonia a decir en las aulas que los gendarmes eran asesinos. Tampoco les importó si alguno de esos niños de primaria eran hijos o sobrinos o nietos de gendarmes. Tampoco le importó a las directoras de las escuelas que dejaron entrar a activistas a ponerse al frente del aula.
¿Qué pasa por la cabeza de un niño de 8, 9 ó 10 años que en la tele digan que su papá es un asesino? No sólo eso, un asesino cobarde que mató entre varios a una persona y luego escondió el cadáver. ¿Qué pasa por la cabeza de un niño que venga un tipo a SU aula y enfrente de SUS compañeros diga que su padre es un asesino?
¿Quieren que comparemos los minutos de cámara EN EL CANAL OFICIAL TVP que le dieron a Cortiñas o a Pérez Esquivel o a cualquiera de los pseudomapuches o a Alcorta con los que tuvieron el personal de gendarmería o sus familiares?
Luego el lema del canal es TODAS LAS VOCES. Nos toman por idiotas.
Tímidamente el enviado de TN y Canal 13 empezó a hacer hablar a los habitantes del lugar. Todos decían pestes de los pseudomapuches. Rápidamente TN y Canal 13 cortaron esa línea editorial. No sólo los afectados directos (los gendarmes y sus familias) sino los habitantes hostigados por ese grupo aceitado de activistas fueron barridos de la tele, con la tenue excepción de Lanata.
Finalmente se supo que Maldonado no fue asesinado por Gendarmería.
¿La corporación periodística pidió disculpas? No.
¿La corporación política ansiosa de tirar gendarmes al circo del activismo de izquierda pidió disculpas? No.
¿El sindicalismo docente de provincia de Buenos Aires pidió disculpas? No.
¿Las directoras de escuela que dejaron entrar extraños a las aulas pidieron disculpas? No.
¿Los fiscales, jueces y camaristas que en meses no se molestaron en hacer un allanamiento razonable en el predio pidieron disculpas? No.
¿Alguien fue castigado por todo eso? No.
Los periodistas rápidamente inventaron otra causa junto a los activistas: la reforma previsional. Y nuevas convocatorias a plazas y piedrazos. La corporación política, la sindical y los docentes se hicieron los tontos y siguieron sus vidas.
Y por supuesto nadie pidió juicio político ni a los jueces, ni a los camaristas ni a la fiscal. Una mano lava la otra.
¿Y los gendarmes? ¿Y sus esposas? ¿Y sus hijos?
Los gendarmes: la resignación de que están solos. De que jamás ningún político los va a apoyar nunca. Pero ya lo sabían.
Las esposas, que se casaron con alguien que tiene las cosas difíciles. De acá a la eternidad. Mudanzas permanentes, mala paga y desagradecimiento. Pero el orgullo de estar casada con un hombre honorable. Al menos en lo que al caso Maldonado respecta.
¿Y los niños?
Los niños vivieron todo. Las acusaciones al padre, la mortificación en la escuela, la angustia del padre y de la madre, las discusiones o charlas entre los padres respecto a lo que pasó, lo que no pasó, las agachadas de superiores (o no), desmenuzar cada acusación, discutir contra el televisor. Pero sobre todo vieron la impotencia de su progenitor y de la fuerza de la que es parte para defender su buen nombre y honor frente a una maquinaria implacable cuya cabeza visible es la corporación periodística. Y cuando todo terminó y fue pública la verdad, llegaron a una conclusión [3]: aprendieron que están solos.
Que los periodistas son mentirosos, que viven en una sociedad cobarde y que los políticos no valen una escupida.
Que la justicia no existe (un problema que el juez debió resolver en tres días se extendió a tres meses) ni existirá y que por razones facciosas o de interés o de cobardía, de Peña por ejemplo, (aunque el niño no sepa quién es Peña), su papá puede perder inmerecidamente su trabajo.
Le clavaron a cada uno de esos niños una semilla de cinismo, grandísimos hijos de puta.
Y ningún periodista perdió su trabajó, ningún productor de noticieros perdió su trabajo, ningún jefe de redacción perdió su trabajo, el director de TVP que tan solícitamente entrevistó a Cortiñas et al, no perdió su trabajo.
Ahora los periodistas están en la otra punta del micrófono. Muchachos, no se preocupen: ustedes son peones y empleados de la casta política y de los empresarios prebendarios. La casta política los necesita y les encantará tenerlos en deuda. Los van a salvar, a cómo dé lugar, de la misma forma que ustedes no hablan de los políticos corruptos.
Les arman un circo con una sola persona y se muestran endebles. ¿De tanto decir que eran numbers ones se lo creyeron, muchachos? Tal vez no son ni tan poderosos, ni están tan blindados. O tal vez tenga que ir a lamerle la mano al poder para que los salve de ésta.
La corporación periodística se mostró en toda su podredumbre.
Ya lo habíamos visto con la BBC y The Guardian y otros en el #Brexit y los MSM en EEUU apoyando en masa a la facción odiada por la mitad del país. Bueno, ahora sabemos que nuestra prensa es igual de poco profesional y que va al salto por un sobre.
Seamos serios: ¿Qué les puede pasar? Están blindados. Es más, cualquier foto o filmación comprometida servirá para extorsionarlos y los políticos aman tener periodistas bajo su poder. Tranquis. Nada les pasará. Se los dijo Conte Grand.
Igual a estas alturas ya deben saber que los despreciamos tanto como a los políticos y a los jueces.
¿Y los niños?
Y los niños, los abusados sexualmente, y los abusados hijos de los gendarmes, esos niños, como tantos otros niños en la Argentina, no le importan a nadie.
[2] Que dijo que hablaba en nombre de todo el bloque, que había sido discutido entre ellos el punto con antelación a la sesión.
[3] Los maestros dicen que los niños no aprenden lo que nosotros queremos que aprendan sino toman sus propias enseñanzas.
Ahora los periodistas están en la otra punta del micrófono. Muchachos, no se preocupen: ustedes son peones y empleados de la casta política y de los empresarios prebendarios. La casta política los necesita y les encantará tenerlos en deuda. Los van a salvar, a cómo dé lugar, de la misma forma que ustedes no hablan de los políticos corruptos.
Les arman un circo con una sola persona y se muestran endebles. ¿De tanto decir que eran numbers ones se lo creyeron, muchachos? Tal vez no son ni tan poderosos, ni están tan blindados. O tal vez tenga que ir a lamerle la mano al poder para que los salve de ésta.
La corporación periodística se mostró en toda su podredumbre.
Ya lo habíamos visto con la BBC y The Guardian y otros en el #Brexit y los MSM en EEUU apoyando en masa a la facción odiada por la mitad del país. Bueno, ahora sabemos que nuestra prensa es igual de poco profesional y que va al salto por un sobre.
Seamos serios: ¿Qué les puede pasar? Están blindados. Es más, cualquier foto o filmación comprometida servirá para extorsionarlos y los políticos aman tener periodistas bajo su poder. Tranquis. Nada les pasará. Se los dijo Conte Grand.
Igual a estas alturas ya deben saber que los despreciamos tanto como a los políticos y a los jueces.
¿Y los niños?
Y los niños, los abusados sexualmente, y los abusados hijos de los gendarmes, esos niños, como tantos otros niños en la Argentina, no le importan a nadie.
"El Minotauro", miniatura por Pablo Picasso. |
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[1] ¡Cuán endeble es la corporación periodística que una octogenaria y una mujer sola los sumerge en modo pánico![2] Que dijo que hablaba en nombre de todo el bloque, que había sido discutido entre ellos el punto con antelación a la sesión.
[3] Los maestros dicen que los niños no aprenden lo que nosotros queremos que aprendan sino toman sus propias enseñanzas.
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