Población – Energía - Logística
Industria Nacional, SXIX.
Población – Parte IV
Los post anteriores se pueden leer aquí:
Desde la Revolución de Mayo hasta el derrocamiento de Yrigoyen
Uriburu derroca al Presidente Yrigoyen.
Durante los años que van desde que nos liberamos del
monopolio comercial colonial hasta el golpe de estado que implantó el dirigismo
en 1930, el motor del crecimiento poblacional del litoral fue el rédito por la
exportación de cueros, carne, lana y posteriormente cereales; el comercio de
importación, como puerto de entrada para su posterior distribución por el resto
del país, y el presupuesto nacional.
El presupuesto nacional se utilizó para contratar gente, que
sólo parcialmente fue distribuida por todo el país (Fuerzas Armadas y
Educación) pero con burocracia mayormente concentrada en Buenos Aires
(empleados ministeriales), y la construcción de edificios públicos, que se
hicieron en todo el país (Escuelas Palacio y regimientos), pero también con su
mayor concentración en la Capital Federal.
La riqueza agropecuaria financió el crecimiento de toda el
área pampeana, en particular PBA, Santa Fe, la Mesopotamia, y la Conquista del
Desierto. Se comentó aquí.
La zona cordillerana exportó a Chile y proveyó a la zona
pampeana.
Vista aérea del Puerto de Buenos Aires, 1925.
Gran parte de los enormes ingresos que provocó la
exportación se reinvirtieron en infraestructura: ferrocarriles, puertos,
telégrafos.
Tren a Santiago del Estero, 1933.
El fenómeno de grandes ingresos se replicó en toda Sudamérica,
producto de los altos precios de los productos de exportación, los que eran la
consecuencia de una Europa cada vez más rica y demandante.
Lo que sí fue único en Argentina, y por eso se diferenció del
resto del sucontinente, es cómo los gobernantes decidieron invertir el dinero
excedente.
Boleto 1872.
Mientras en el resto de Sudamérica, los ingresos de la venta
de cobre, estaño, caucho, piedras preciosas, hierro, café, cáñamo se destinó a
la riqueza personal de una minoría y a los aparatos de represión para tener
mayorías subyugadas, en nuestro país, se aplicó a la generación de una
infraestructura de las más modernas del mundo, a la integración del país y las
economías regionales (como el negocio del azúcar), a la mejora de la educación
y salud de la población – única en el subcontinente y una de las pocas en el mundo
– y a la profesionalización de las fuerzas armadas y la policía federal.
Escuela Normal La Rioja, 1905.
Entendieron que hacía falta un Estado para la Nación
Argentina[1].
Soñaban con una República Argentina líder mundial, imposible sin un pueblo
educado.
Este esfuerzo se logró a pesar de que se trató de un Estado
con pocos recursos: impuestos relativamente bajos, con un único origen, la
Aduana. Sin embargo, por decisión de sus dirigentes, una prioridad fue la educación
masiva. Tenía dos objetivos, mejorar la calidad de la mano de obra, única vía
para generar riqueza e integrar a la población, tanto criolla como inmigrante. Fue una señal de amor y respeto. Todo lo contrario a una postura
oligárquica, como pretenden sus detractores. Prueba de ello son las Escuela
Palacio[2].
Una postura oligárquica tomaron las élites bolivianas o brasileñas, sumiendo a
la población en la ignorancia o la miseria. Pero no aquí. O no para la
totalidad de la población, al menos.
Sea como fuere, el dinero del erario nacional se gastó en
infraestructura y en edificios del Estado, repartidos por todo el país, pero
principalmente en Buenos Aires, lo que generó fuertes demandas de mano de obra
en el rubro construcciones y en particular, por la calidad de las mismas,
artesanos especializados, muy bien pagos.
Así se llega a la distribución del país del censo de 1914.
Censo 1914.
La capital ya contaba con un quinto del total de la
población. Y la zona agroganadera (PBA rural+Santa Fe+ER+Corrientes), contaba
con el 42% de la población del país.
La Argentina agroexportadora terminó con una población del
74% del total en la pampa húmeda.
Industria Nacional en la Argentina Agroexportadora. Rigolleau 1908.
Industrias Águila. Chocolates.
Es una falacia que el modelo agroexportador no tuviera
industria. Muy por el contrario, con una política de aranceles bajos y apertura
comercial internacional en la Argentina nació una industria fuerte y
sustentable. De alimentos (Bagley, Molinos Río de la Plata), de maquinaria
agrícola, puntera mundial. Una industria metalmecánica en expansión. Fábrica de
ladrillos, tejas y materiales de construcción. La capacitación de la mano de obra
la hizo el ferrocarril, con sus talleres, de repación y mantenimiento primero y
de construcción después. Muebles (Gath&Chaves era un gran demandante de
muebles de industria nacional)[3].
O curiosidades, como la fábrica de sombreros en Ensenada, fundada en 1902, que empleaba a miles de trabajadores (Basso Imperatori y Compañía).
O curiosidades, como la fábrica de sombreros en Ensenada, fundada en 1902, que empleaba a miles de trabajadores (Basso Imperatori y Compañía).
Los pseudoindustriales prebendarios sostienen que la
industria nació con el proteccionismo, para sostener su mentira de la necesidad
de recibir dinero del Estado. Pero es una falacia.
La
crisis mundial de 1930 y el derrocamiento de Yrigoyen
El golpe del ’30 fue un quiebre en la historia argentina en
más de un sentido. Fue el nacimiento del intervencionismo estatal y el abandono
de la Constitución Nacional (que nunca más volvería a regir, aún hasta hoy) y de
los principios que generaron un país rico. Y no fueron los desheredados, los
pobres, los que dieron este golpe de gracia a nuestra república, sino una parte
de la clase dirigente, por diversas razones.
Descripción del quiebre en palabras del Profesor Dr. Jorge
Ávila:
“Dos modelos han ordenado la
economía argentina desde la Organización Nacional. El de Juan Bautista Alberdi,
entre principios de la década del 1860 y principios de la década de 1930, y el
de Federico Pinedo a partir de entonces"
Para describir la crisis de 1930 y los efectos en la
Argentina, transcribo las palabras de Tulio Halperín Donghi[4]:
"La Argentina y la tormenta del mundo", Tulio Halperín Donghi.
Había
razones sobradas para que a partir de 1930 la salvaje contracción económica, y
la progresiva paralización del comercio mundial que era una de sus
consecuencias, invitasen a una mirada más crítica sobre la decisión de unir el
destino de las tierras rioplatenses al de la economía atlántica en expansión,
que a partir de 1809 les había deparado doce décadas de avances
excepcionalmente sostenidos. Era una menos sorprendente que en ese paisaje de
ruinas comenzara a parecer menos admirable la confianza de los padres
fundadores en un futuro de prosperidad indefinidamente creciente, que los había
animado a emprender el audaz y hasta ese momento exitoso experimento de
ingeniería social cuyo fruto era la Argentina moderna.
Esa
mirada más perpleja hacia el pasado reflejaba una actidud más general de la
opinión argentina ante la crisis mundial desencadenada en 1929. En cuanto a la
dimensión política de esa crisis, se interesaba más en su impacto global que en
el que podía ejercer sobre un país que vivía una crisis mucho más casera,
originada en la imposibilidad de cicatrizar las heridas infligidas a partir de
septiembre de 1930 a su organización institucional. Respecto a la dimensión
económica y social, en cambio, le preocupaba sobre todo lo que ella sugería
acerca del lugar – que era cada vez más difícil seguir creyendo privilegiado – que
la Argentina había sabido conquistar en la economía mundial.
El
descubrimiento de que la crisis había apartado a la Argentina de la ruta
ascendente seguida hasta entonces, sumado al temor de que en una economía
mundial cercana al colapso fuese quizás imposible descubrir una ruta
alternativa, invitaba a trazar un balance de lo logrado en la etapa dejadas
atrás.
El cataclismo económico internacional de la crisis de 1930
tuvo su correlación local. Todos los sectores políticos que se sentían con su
poder disminuido se aliaron para derrocar el gobierno de Yrigoyen.
La Corte Suprema convalidó el golpe de estado. A pesar de
ello, el régimen de Uriburu nunca contó con la legitimación necesaria para
funcionar correctamente y a dos años de asumir tuvo que efectuar un simulacro
de elecciones.
El gobierno asumió con un plan económico y con un grupo de
jóvenes profesionales que lo llevaron adelante. Se trató de Federico Pinedo y
sus boys (Prebisch y otros).
Tapa de Caras y Caretas. Plan Prebisch.
Fundaron un sistema económico que está vigente aún hoy. Es
un sistema reñido con la Constitución Nacional porque violenta el orden de toma
de decisiones y el plan de fondeo del Estado. Son incongruentes el plan y la
Constitución. Es ésta y no otra la razón por la cual la Constitución de 1853
nunca volvió a estar vigente plenamente desde 1930 a hoy.
La Corte Suprema de Justicia nunca más hizo respetar las
garantías que la constitución protege. Aún hoy. La última prueba fue la
confiscación de los plazos fijos en divisa y la autorización del cobro de
retenciones sin ley del Congreso.
Y así fue desde 1930 a la fecha.
* * *
[1]
Tulio Halperín Donghi, “Una nación para el desierto argentino”, Centro Editor
de América Latina, Buenos Aires, 1982.
[2] De
las que hablaremos en otro momento.
[3]
Detalles de todas las industrias nacidas en el período 1880-1890 y que vivían
prósperas hasta 1930 se detallan en Barsky, Osvaldo, Gelman, Jorge, “Historia
del agro argentino – Desde la Conquista hasta fines del siglo XX”, Buenos
Aires, 2001, ISBN 987-9397-21-5 y Liernur, Federico “Arquitectura en la
Argentina del siglo XX: la construcción de la modernidad”, Fondo Nacional de
las Artes, Buenos Aires, 2001, ISBN 950-9807-66-4
[4]
Halperín Donghi, Tulio, “La Argentina y la tormenta del mundo”, “Ideas e
ideologías entre 1930 y 1945”, Siglo Veintiuno Editores Argentina, Buenos
Aires, 2004, ISBN 987-1105-31-2, Capítulo 2 “Hacia una imagen alternativa de la
experiencia histórica argentina”, pág. 51 y ss.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario