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jueves, 15 de octubre de 2015

Identificando al Enemigo

Identificando al Enemigo

La destrucción de la República Argentina
 en manos de  la UIA, la CAC y otros
prebendarios (pseudoempresarios).
Mi profesor, Ing. Agr. Dr. Héctor Ordóñez enseñaba, desde su cátedra, que algunos empresarios (a quien hoy yo llamo prebendarios) constituían el verdadero cáncer de la Argentina, viviendo a costa del esfuerzo ajeno, arruinando toda posibilidad de un futuro mejor.
Estos últimos doce años, que podrían haber sido los mejores en cien años para la República Argentina, fueron políticamente comandados por los mismos grupos empresariales que manejan el país en las últimas décadas, apoderándose de toda la riqueza, destruyendo la prosperidad ajena y peor aún, bloqueando toda posibilidad que quienes la generan, sean dueños del fruto de su trabajo, destruyendo, no sólo prosperidad, sino la esperanza de las personas.
Quienes la generan son, tanto un productor lácteo de Laprida como una costurera de Bernal.
Porque estos pseudoempresarios, sólo saben apoderarse del fruto del trabajo ajeno. Sostuvieron un gobierno inepto, pero que tuvo un mérito inapelable a sus ojos: ser leal con los intereses de este grupo. No podría ser de otra manera, quien se opone, aún en algún matiz, pierde el turno de gobierno.
Mientras tanto, como bien les recordó la Sra. Presidente, luego de perder las elecciones de mitad de término 2013, “se la llevaron en pala”. Recordatorio, a los pseudoindustriales (prebendarios), de que no había grupo político que les brindara mejor servicio para la apropiación de riqueza. Propaganda. Les decía: “sigan conmigo que no les va a ir tan bien con ningún otro”. Fue convincente.
En algunos sectores de la sociedad argentina existe un vago consenso que el país ha retrocedido respecto a décadas anteriores. Y se enumeran diversas facetas de la vida social que demostrarían que en efecto, el deterioro es generalizado: empeoró la educación y la salud pública, un país con orden público en lo referente al delito común se ha desmadrado, ningún estamento del Estado funciona, los gobernantes roban, la convivencia urbana se ha brutalizado, hace décadas que cae el producto bruto per cápita, las familias no pueden comprar su vivienda y la lista continúa.
El segundo paso, luego de la nostalgia por un tiempo mejor perdido, es buscar al o los culpables. ¿Quién o quiénes son los responsables de haber perdido un estado de prosperidad cierto o imaginado?
Ahí es donde surgen las distintas hipótesis sociales, políticas o periodísticas, en búsqueda del culpable. Puede ser Perón, o los peronistas o el sindicalismo, o bien los militares, o los radicales, o los yanquis o los cubanos y la guerrilla, o la Iglesia Católica o el General Roca o la Generación de Ochenta, o los ingleses o los marcianos.
En estos últimos meses de 2015, tal vez como un subproducto de las elecciones, una serie de comunicadores renovaron la siempre redituable tarea de endilgarle al General Perón, tres veces presidente de la Nación, la responsabilidad de nuestro retroceso institucional, económico, social, educacional y reputacional.
Voy a tratar de demostrar que es una falsa opción, que no es cierto, independientemente de que Perón haya sido un mal o un buen presidente o que al receptor del mensaje o a su familia, el gobierno peronista le haya perjudicado o beneficiado.
Que no es ése el dilema, que pasa por otro lado.
Que plantear a Perón como el culpable, sólo sirve para desviar la atención de lo que debemos hacer: identificar a quién nos arruina la vida y nos quita los sueños. De los parásitos que viven de nuestros impuestos, “se la llevan en pala” y ni siquiera reinvierten el fruto de sus afanes prebendarios.
Voy a tratar de demostrar que el grupo que hoy se identifica como la UIA/CAC/contratistas del Estado/proveedores del Estado, es quien nos arruina la vida, que el General Perón no fue el responsable de este estado de cosas, preexistentes a su asunción y que se mantuvieron luego de su derrocamiento en 1955.
Que la preeminencia de este grupo subsiste hasta hoy. Que cambiaron únicamente los aliados circunstanciales y el grupo político que formalmente estaba al frente de gobierno.
Que muy pocas personas sindican a este grupo como el responsable, aceptando que distintas personas con liderazgo en la comunidad sindiquen a otros (Perón, por ejemplo) pero nunca a este grupo, fortísimo, el que cuenta con medios de comunicación y desde hace décadas educa a los universitarios. Desde Menem a la fecha también sienta las bases de la (des)educación primaria y secundaria.
Con la destrucción de la escuela pública, se rompió el último bastión legado por los verdaderos enemigos de los prebendarios: la Generación del Ochenta, la Argentina Alberdiana, el legado de Roca y Ramos Mejía (y ante mis ojos, el primero y segundo gobierno de Perón, que mantuvo el concepto de educación pública de Avellaneda, pero esto último lo debo demostrar).
Asimismo deseo convencer al lector que debemos plantearnos que la Argentina Alberdiana vuelva al gobierno. Que debemos instalar la discusión pública.
Que debemos echar a estas ratas del gobierno.
Que la tarea es ciclópea porque tienen el monopolio de la palabra pública, que manejan el Tesoro Nacional, los Tesoros provinciales y varios municipales, cuentan con medios de comunicación, la totalidad de los profesores de las cátedras de ciencias sociales y económicas de las universidades públicas y la mayoría de las privadas, que casi todos los profesionales de la burocracia estatal responde a este grupo y además, quienes podrían financiar esta pelea pública contra los prebendarios, no están decididos a poner un peso.
Pero a estos tipos hay que echarlos del gobierno (y no hablo del kichnerismo) y de las posiciones de poder y recuperar la patria. Para volver a tener a nuestros próceres y volver a ser los dueños de nuestro trabajo.
Actualmente la cultura dominante, sostenida por casi la totalidad de la intelligentzia, tiene el monopolio de la palabra. Esto es: que es legítimo apoderarse a través de impuestos de la riqueza ajena, en particular de la agropecuaria, que el trabajo agropecuaria es fácil y por lo tanto existe el derecho de sacárselo al que produce (sea propietario, arrendatario, peón rural o cualquier otro eslabón de la cadena de valor) – si es una “renta extraordinaria” ¿por qué no me voy a quedar con ella? – y que se le debe dar dicha riqueza al Estado que lo gastará en “desarrollo”, y que eso es muy bueno para todos.
El resto es sofisticación más o menos lograda y variaciones de este discurso original. Y lo curioso es que la gran mayoría de la población lo ha incorporado como propio.
Este discurso ha sido instalado a través de las décadas por los prebendarios, que encubre la justificación del financiamiento de sus prebendas y canonjías.
Todos los políticos de todos los partidos están alineados con estos intereses porque saben que es la única alternativa para llegar al gobierno y de esa manera al manejo de una porción de los fondos públicos.
Todo el resto es negociable. Puede ser un gobierno civil o militar, de pseudoizquierda, o de pseudo derecha o pseudopsicodélico o marciano. Lo único no negociable es que el Estado transfiera permanentemente recursos a estos sectores.
Para poder comprar voluntades, han variado con los años los aliados. Pueden ser sindicalistas, o académicos, o actores y músicos, o industriales pymes, o comerciantes o la banca. Este último gobierno tuvo como aliados a los comercializadores de granos y oleaginosas, por ejemplo. Y entre ambos, perjudicaron grandemente a los productores. Los aliados varían. La transferencia de recursos no.
Este sector deja, como parte del soborno, que los políticos lucren con el peculado, y con ciertos negocios que no lo involucran: minería, permisos de pesca, tráfico de drogas y armas, trata de blancas, actualmente. Compra de porta-aviones a Massera y pertrechos militares a Onganía.
¿Cómo es el mecanismo de transferencia de riqueza? Los proveedores de riqueza son, principalmente, los productores agropecuarios, los verdaderos industriales innovadores y de riesgo, los de industria de inteligencia, los profesionales que exportan su talento.
Los apropiadores prebendarios no son únicamente quienes reciben dinero del estado; sino un subgrupo de los receptores de dinero estatal. El grupo total es heterogéneo e inestable.
Por el contrario los prebendarios constituyen un grupo compacto de intereses, estructurado, orgánico, institucionalizado, con capacidad de reproducción, crecimiento, alertas de peligros, etc. Un ser vivo.
Para facilitar, los llamo UIA/CAC pero es, realmente un grupo más grande, que incluye también a parte de la banca y otros grupos.
Luego existen otros grupos que también usufructan del Estado, pero no pertenecen a este grupo político sino que son aliados circunstanciales. Sus prebendas son inestables. Ejemplo: El sindicalismo administra fondos bajo la excusa de las obras sociales sindicales a partir de Onganía. Esto fue un soborno de una parte del ejército (el sector católico conservador) a parte del sindicalismo (vandorismo) para que los acompañe en el golpe de estado de 1966. El privilegio duró hasta 1976, cuando las obras sociales fueron intervenidas por militares quienes administraron sus fondos. Dos años antes de las elecciones 1983 fueron paulatinamente restituidas a los sindicalistas. En 1983 los políticos gobernantes (UCR) quisieron apoderarse de esa caja y no tuvieron consenso.
Otro ejemplo: A partir del gobierno de Menem el sindicalismo nombra a todos los jueces laboristas, pero no fue siempre así.
Existen innumerables casos de privilegios que se han mantenido y otros que se han perdido.
Lo que convierte a los prebendarios en tales, es su organización política interna compacta y sólida que ha garantizado su supervivencia en los últimos 70 ó 60 años.
¿Cuáles son los mecanismos de entrega de dinero del Estado a los particulares prebendarios? Son innumerables. Las herramientas cambian. Las dejan. Las vuelven a usar. Cito algunas:
-          Créditos blandos (a largo plazo y con tasa de interés inferior a la inflación, lo que provoca que el afortunado devuelva al Estado menos de lo que recibió, la diferencia, la pérdida la pone el estado).
-          Aranceles aduaneros preferenciales.
-          Cuotas aduaneras. Prohibición de importar o exportar.
-          Condonación de créditos otorgados por bancos públicos.
-          Subsidios directos a empresas. Desde Aluar en la década del ‘60, a los feed lots actualmente.
-          Exenciones impositivas
-          Subsidios directos sobre costos laborales (no pago de cargas sociales o directamente el estado paga parte del salario).
-          Indirectos. Subsidios tarifarios. Ejemplo, se le subsidia a Aluar el costo de la energía eléctrica. Subsidios a los costos de los trabajadores que les permite a éstos cobrar sueldos más baratos y por lo tanto a los prebendarios pagar menores sueldos, maximizando su ganancia.  Ejemplos, subsidio al transporte público de pasajeros, manipulación del precio de los alimentos o ropa. Subsidios a los colegios privados para sectores medios. Todo eso hace que el salario que el empresario deba pagarle al trabajador, sea monetariamente inferior.
-          Concesión de monopolios.
-          Manipulación del tipo de cambio.
Debe de haber más, la lista es infinita.
La financiación de todas estas brutales transferencias de riqueza es a través de impuestos y si estos no son suficientes, se recurre a la deuda fiscal o a la emisión. Pero el riquezaducto desde el Estado a los prebendarios, nunca se interrumpe.

EXPLICARÉ PORQUÉ HOY PERÓN NO ES HOY EL MALO DE LA PELÍCULA
O AL MENOS, ESO INTENTARÉ
¿POR QUÉ LO TRAJERON AL PRIMER PLANO DE DISCUSIÓN EN PLENA CAMPAÑA ELECTORAL 2015? ¿POR QUÉ EN LUGAR DE HABLAR DE LO MALO QUE ES EL OFICIALISMO ESTAMOS HABLANDO DE UNA PERSONA QUE MURIÓ HACE CUARENTA AÑOS?
No es éste un intento de convencer a los antiperonistas que no lo sean. Todos tenemos nuestras razones para posicionarnos frente al peronismo. Y gran parte son emocionales. Se puede ser antiperonista por infinitos caminos. Porque el padre y el abuelo lo eran, porque las políticas de Perón les perjudicaron, porque el abuelo lo echaron del trabajo, porque le molestaba que le dijeran lo que tenía que oír o leer o decir, o porque lo ven idéntico a Mussolini, o porque les desagradaba alguna o todas sus esposas, o porque cerró La Prensa o metió preso a Balbín o porque sí. Todas son personalísimas y están arraigadas en la parte emocional del cerebro. Por lo que ni intento discutirlas.
Lo que trataré de demostrar es:
a.      La discusión hoy en estas elecciones y las que vienen pasa por otro lado. Es irrelevante hoy si Perón fue bueno o malo.
b.      Ese desvío le es funcional a los prebendarios y de quien debemos deshacernos, es de los ellos. Los malos, los que nos quitan el pan y el futuro son ellos y no Perón, que está muerto. Los actuales gobernantes son sus ejecutantes, por un precio. Son ejecutantes de los intereses de los prebendarios – que están vivos -, no de la voluntad o intereses de Perón – que está muerto -.Buscar cualquier otro demonio, que después de todo no fue más que uno de los aliados circunstanciales de los prebendarios, es ocultar a los ojos del público el protagonismo de este grupo organizado.
Cuando la campaña 2015 debía centrarse en si el oficialismo continúa o no, vemos que, nuevamente, dieron aire a un subgénero argentino: diseccionar a Perón. Recopilación de errores y agachadas, compilación de pruebas de delitos varios y renuncios, y publicación de libros que demuestren que el responsable de todos los males de la Argentina es Perón. Siempre fue un rubro con grandes ventas, porque tienen un público fiel, y promoción asegurada.
No tiene nada de malo ni de particular. Pero sí llama la atención sobre la distracción.
En plena campaña 2015, se le han dedicado tanto o más minutos a promocionar escritores de libros sobre Perón, que a hablar de las debilidades o delitos cometidos por el candidato oficialista y poco o nada se dice del candidato oficialista a vicepresidente.
Eso nos debe llamar la atención.
Repito, no importa si Perón fue bueno, malo o regular, lo cierto es que él sólo fue aliado del grupo de prebendarios durante once años, de los ochenta que ellos gobiernan el país. En todos los otros, tuvieron otros aliados, distintos. Pero, como en la película de María Luisa Bemberg, “De esto no se habla”.
Si un fenómeno existe independientemente de la existencia de otro, entonces no están relacionados. No existe relación de causa y efecto entre ambos.
“Es la lógica, estúpido”.
Si el grupo prebendario gobierna desde 1930 (se fue consolidando de a poco, llegando a su mejor momento en 1950), y sobrevivió la destitución de Perón, entonces, no fue Perón. Son otros.
Tan poderosos, que sólo algunos pocos (como los Dres. Ávila, Espert, y pocos más) los sindican como los responsables.
Así que voy a tratar de demostrar que la actual situación de permanente déficit fiscal, estado exhausto, infraestructura agotada, y caída permanente del PBI per cápita son todos eventos relacionados entre sí, totalmente independientes de la existencia del General Perón. Que él continuó un modelo económico preexistente a su asunción, el cual pervivió tras su destitución.
Y que si existe un período que es la clara demostración del gobierno de los prebendarios, con cierre de comercio internacional, manipulación de precios y de tipo de cambio, emisión monetaria y déficit fiscal, donde sistemáticamente se perjudicó al campo argentino, fue el período 1955-1973.
Que cuando Perón volvió en el ’73 y dijo que nuestro futuro era la globalización, interrelacionarse con el mundo y que nuestro futuro estaba en los alimentos, rápidamente propiciaron su muerte.
Y que desde 1975 a hoy como desde 1930 a hoy, gobierna el sector prebendario, esté o no Perón.
Hace unos días el candidato Rodríguez Saá dijo en televisión, (verdadero o inventado) que los que se sentaban a la mesa en la Quinta de Olivos eran siempre los mismos, con excepción del presidente, que cada tanto cambiaba.
El Dr. Jorge Ávila sostiene, en el prólogo a su libro “ANTÍDOTOS CONTRA EL RIESGO-ARGENTINO”, que existieron dos modelos económicos en el país, el diseñado por Juan Bautista Alberdi, que fue aplicado hasta 1930 y el Plan Pinedo, vigente hasta hoy.
En palabras del Dr. Ávila:
Dos modelos han ordenado la vida económica argentina desde la Organización Nacional. El de Juan Bautista Alberdi, más bien internacionalista, entre principios de la década de 1860 y principios de la década de 1930, y el de Federico Pinedo, más bien nacionalista, desde entonces. El segundo modelo se armó velozmente; en 1935 ya estaba en pie. Sus rasgos básicos son el proteccionismo industrial, la centralización de la recaudación impositiva y la banca central emisionista. Mientras fue manejado por Pinedo o por hombres como él, funcionó aceptablemente. No era muy distinto al modelo que se implementaba por entonces en los países importantes. Pero en cuanto cambiaron los tiempos políticos y los gobernantes, el modelo fue abusado repetidamente y la economía argentina se empobreció. El bajo costo de repudio inherente al modelo nacionalista incentivó los abusos. El costo de abandonar la política comercial, la monetaria, la bancaria o la impositiva, o todas juntas a la vez, es bajo pues el modelo económico nacionalista permite que el gobierno nacional tome decisiones unilaterales, es decir, sin necesidad de rendir cuentas a nadie. No rinde cuentas a las provincias, pues ahora son mendigas del Tesoro nacional. Ni al Congreso, que ahora es un reflejo de las débiles autonomías provinciales. Ni a las potencias extranjeras, puesto que ninguna de ellas tiene el status de socia preferencial y temible. Ni a pactos supranacionales en áreas tales como defensa o comercio, porque el gobierno nacional no quiere firmarlos. Nuestra tesis es que el modelo nacionalista es una de las causas del populismo económico y el riesgo-país.
Así como los prebendarios permanecen, los grupos aliados mutan. Durante el gobierno de Perón 1946-1955, los aliados fueron los trabajadores urbanos, en particular los sindicalizados. El precio de dicha alianza fue un aumento de ingreso para los asalariados. El 50% del PBI iba al sector salarios. Era el porcentaje que recibían los trabajadores británicos de posguerra, y es el porcentaje más o menos estable de los asalariados norteamericanos desde la posguerra a hoy.
Pero en la Argentina, dicha distribución fue financiada por el sector agropecuario. Las enormes transferencias de riqueza se tradujeron en una inversión en infraestructura gubernamental (escuelas, comisarías, hospitales, orfanatos), consumo de los asalariados y una brutal acumulación de riqueza de los burgueses industriales y proveedores del Estado. El gran intermediario fue el Estado, lo que se volvió norma. En ese momento, la herramienta estatal de expolio fue la intervención estatal del comercio internacional, donde el Estado compraba los productos exportables por debajo del valor de venta, quedándose con gran parte del precio. El estado le quita a unos y entrega a otros. Lo que produjo un esperable rechazo de los que financiaron la acumulación de riqueza ajena.
Ese modelo se agotó al poco tiempo, por la falta de reinversión en el sector agropecuario debido a la caída de rentabilidad. Disminuyó el área sembrada y aumentó el stock ganadero, generando un déficit de divisas.
Perón le propone a los prebendarios (a los contratistas del Estado, a los industriales protegidos por barreras arancelarias), que disminuya la exacción que hacen a las arcas del estado, dejando en manos del agro mayor rentabilidad, manteniendo (sin aumentar) la porción de riqueza en manos de los asalariados, base de sustentación de su gobierno.
Ese día, Perón puso la lápida sobre su gobierno. Los prebendarios siguieron seguir sin él.
Decidieron abandonarlos, cerrar con el sector agropecuario, y mantener sus niveles de rentabilidad. El aumento al sector agropecuario, sería financiado por los asalariados. Les bajarían su participación en el PBI de 50% a 35%. Y así fue. Y así se mantuvo hasta 1973, cuando, brevemente, volvió a 50%.
Los verdaderos estafados fueron los productores rurales. Creyeron que iban a volver a la Argentina Alberdiana, al libre comercio y a disfrutar del fruto de su trabajo y propiedad. Pero no, el país siguió gobernado por los mismos.
Al campo se le aplicó una política que, pretensiosamente, se llama stop-and-go. Esto es, se le saca todo lo que se pueda al campo hasta que se ahoga y queda morado. Ahí se afloja un poco la soga para que respire, siga produciendo y se lo pueda seguir esquilmando.
El stop-and-go es la tensión de la soga de ahorque.
El abandono de los prebendarios a Perón está descripto por Jorge Castro en su libro “Perón y la Globalización, Ed. Catálogos, Buenos Aires, 1999, pág. 99/109:
Pág. 99. “El Congreso de la Productividad del 21 de marzo de 1955 …muestra a un líder no comprometido dogmáticamente con el pensamiento ideológico de una etapa determinada, sino a uno que intenta comprender los acontecimientos  de la época procurando identificar el problema central de cada momento histórico…”.
Pág. 109, Castro cita a Rafael Bitrán “El CNP puede ser concebido como uno de los hechos del escenario político-institucional, en que el gobierno peronista más se acercó a los intereses del empresariado. Sin embargo, paradójicamente, sus mismos resultados parecen haber constituido el último hito en que un sector de la burguesía (aquel dominante en la CGE y que hubo apoyado la gestión de Perón ) tomó conciencia de las limitaciones estructurales implícitas en el Peronismo para representar sus intereses globales como clase. De hecho el propio Congreso demostró que el mismo movimiento Peronista se constituyó en el principal obstáculo para efectivizar la racionalización productiva que la nueva coyuntura exigía y que el mismo gobierno impulsaba.

El sector Rural y la Revolución Libertadora
La Revolución Libertadora fue la gran estafa al sector rural. Estafa que dura hasta hoy. Al participar en la coalición golpista, pretendían volver a tener injerencia en la dirección del país, y que éste se abriera su economía. Ninguna de las dos cosas sucedió. El plan de apertura del Perón fue archivado, continuó el plan de sustitución de importaciones iniciado en 1930, con gigantescas transferencias de riqueza al sector prebendario: subsidios, créditos blandos, gigantescas compras del Estado. Todo lo cual se financió con emisión monetaria, impuestos, deuda, y la apropiación por el Estado de los activos de las cajas previsionales (Frondizi), y confiscaciones varias, como los dólares de los depositantes (Illia). El déficit fiscal fue la constante. Es la contracara de la acumulación de riqueza de los prebendarios. El destino de esa riqueza fue: muy parcialmente reinversión en las empresas, gastos suntuosos (Mar del Plata, Miramar, luego Punta del Este y Bariloche/Villa La Angostura), pero principalmente, ahorro en el exterior.
Este ciclo rompió y rompe para siempre la espiral de riqueza alberdiana. El fruto de la explotación 1853/1930, se reinvirtió en el país, como bienes privados (mejoras de planteles, en las explotaciones rurales, maquinaria agrícola) y en bienes públicos: puertos, FFCC, caminos, educación, servicios del Estado de seguridad y justicia.
La riqueza generada a partir del modelo de sustitución no es reinvertida sino que luego de un largo camino y con numerosos “peajes”, termina en ahorro externo, y por lo tanto, al faltar inversión, el país no crece. Ése y no otro es el origen del estancamiento del PBI. No es la restricción externa, como llenaron libros y libros los economistas durante décadas. La restricción externa es una consecuencia de la falta de reinversión en el sector más dinámico del país, y en la falta de mantenimiento de los bienes públicos de servicios al sector exportador (logística).
Esta fue la gran estafa a los productores agropecuarios. Periódicamente, cuando el ahogo era inevitable, se le aumentaba el margen de ganancia al sector, para que acompañara la política general y acallara los reclamos.
Pero ningún gobierno, desde 1955 a hoy, perteneció a los grupos agropecuarios sino marginalmente. Toda alianza fue finalmente traicionada por los prebendarios (el mejor ejemplo fue Martínez de Hoz, donde terminaron ganando la pulseada los contratistas del Estado).
Sin embargo, el sector agropecuario, por razones sociales o ideológicas, nunca planteó con claridad que su gran competidor por la riqueza nacional y quien lo perjudicaba eran los prebendarios.
Siempre desvió la atención. El mal fueron Perón, los sindicatos, el Estado o el omnipresente “el Gobierno”. El gobierno los perjudica, como si éste fuera un ente neutro que no respondiera a intereses específicos.
A esto se agrega, para que puedan distinguir dónde se plantea la pelea política, que los productores agropecuarios tienen numerosos ligazones sociales con miembros del sector prebendario. Porque estos, uno de los primeros actos de la acumulación de riqueza se traduce en la compra de campos.
En estos últimos años los políticos y sindicalistas corruptos han comprado campos de extensión sólo asequibles a la más rancia oligarquía de un siglo atrás.
La otra barrera para una lucha política clara es la pertenencia a los mismos grupos sociales (clubes, colegios, relaciones interfamiliares).
Y, por último, que todos los gobiernos, siempre han exprimido al sector agropecuario, pero siempre sobre la línea de supervivencia, en el entendimiento que no se puede asesinar a la gallina de los huevos de oro.
Otros sectores expoliados (profesionales calificados o industriales de productos de alta calidad), finalmente decidieron emigrar hacia ambientes menos hostiles. Pero el campo no se puede mudar. Están presos, como los cubanos en Cuba.
El sector agropecuario fue el gran estafado de la Revolución Libertadora.
Un último comentario respecto al sector y la Revolución Libertadora, que me comentara el Prof. Ordónez en plena cátedra de la Fac. de Agronomía: cuando Perón propone volver a tener un campo competitivo para solucionar su restricción de mercado externo (la falta de divisas para importar), estuvo en el peor de los mundos, el sector prebendario creyó que Perón sí iba a aplicar su plan y de tal forma, perjudicar sus rendimientos, y la Sociedad Rural no le creyó, por los 10 años de reyertas a sus espaldas. Perón se quedó sin aliados en el sector empresarial, y en meses, su gobierno cayó.
Por último quiero remarcar dos hechos:
1.      Los prebendarios no se autodenominan “prebendarios” sino que llaman a su modelo de diversas maneras, siendo el preferido, “desarrollista”. De esta manera, propagandísticamente, asocian lo que es el beneficio de una fracción, a una palabra que presume bienestar general. Hubo desarrollismo, neodesarrollismo, sustitución de importaciones y otras denominaciones. Nunca dicen que el modelo es de apropiación de riqueza ajena a través del manejo del Estado. Nadie está obligado a declarar en su contra.
El más importante: el sector rural nunca identificó como adversario político al sector prebendario, sí a otros, pero nunca éste. Porque primó un criterio de clase (ambos son propietarios) o porque la exacción siempre tuvo como intermediario al Estado. Nunca fue un empresario prebendario a un campo y le robó 1/3 de su ganado o 1/3 de su cosecha al productor. Ese rol lo cumple el Estado. El estado impuso aranceles o control de cambios para quedarse con 1/3 de lo producido y luego dárselo al empresario a través de obra pública con sobreprecio o crédito nunca devuelto. En la cabeza del productor, quien lo perjudica es una entelequia: El Estado. Peor aún, los gobernantes siempre ayudaron a este ocultamiento, diciendo que el dinero era para los trabajadores, o para hospitales o para los pobres o para pagar la deuda externa, haciendo aún más difusa la responsabilidad política. Uno de los momentos emblemáticos de esa pelea por el expolio estatal fue durante el año 2008, en la discusión por las retenciones. Los gobernantes de ese momento justificaron públicamente el sablazo, por la supuesta nobleza de los usos que le iba a dar a ese dinero. Y repartió promeses: rutas, hospitales, casas, obra pública en general y subsidios a la energía (a los consumidores y a la industria). Como se trataba de un fin “bueno”, estaba justificado a los ojos de los gobernantes y de la mayoría de la población. Los productores no se pelearon con la Cámara Argentina de la Construcción ni con la Unión Industrial Argentina, a pesar de que sus integrantes aplaudían a rabiar en todos los actos públicos. Se enojaron con los gobernantes. Razón tenían. Pero el segundo paso algún día habrá que darlo.

El Sector Asalariado  1955-1973
La reducción del sector laboral en la participación en el producto del país, de 50% a 35%, tuvo como consecuencia, inestabilidad política. Que se manifestó en permanentes huelgas. Agravadas por un contexto de inflación permanente que fue la constante en estos 18 años y confiscaciones varias.
Esto hizo que la clase trabajadora igualara en su imaginario el 50% de PBI a Perón. Cómo nunca el sector volvió a recuperar tal nivel de riqueza, quedó fijado en su conciencia, que la vuelta al poder del General era la única llave para obtenerlo. Afianzado por el propio discurso de Perón y del sindicalismo.
Sin embargo, lo que todos los sectores patronales de la Argentina creyeron que iba a ser la solución a sus problemas, (tener un 15% más de PBI para repartirse entre ellos), no lo fue. Y esto es así, porque la limitante al crecimiento, y lo que generaba tensiones era el sector externo y no los niveles de rentabilidad patronales. Este fue un error de diagnóstico, involuntario o malicioso, no lo sé.
La limitante era el sector externo, y el mismo sólo se podía solucionar aumentando las exportaciones (no reduciendo las importaciones). Y para aumentarlas, había que permitir al agro desplegar todo su potencial, lo que la exacción estatal impedía e impide.
El mismo problema que generó el déficit fiscal (la gobernancia del estado por mandatarios de los contratistas del estado y prebendarios varios), sigue vigente hasta hoy, agravado por el peso de la deuda pública, que no es más que la financiación de déficit fiscales pretéritos.
La Argentina del SXIX estuvo signada por el peso de la deuda pública. Pero hubo dos razones de peso: la Guerra de la Independencia y la Guerra del Paraguay. Al momento del derrocamiento de Perón en 1955 la deuda externa era mínima. Y cuando destituyeron a María Estela Martínez, la deuda externa apenas superaba los U$S 7.000 millones. Una bagatela.
Los males 1955-1973 son los mismos que nos aquejan hoy, con la única diferencia que actualmente, 1983-2015, se viven amplificados y con agravantes de descomposición cultural. Pero el germen de nuestro retraso es déficit fiscal e impedimento a la reinversión y crecimiento del sector más dinámico de la economía, el agro argentino e industrias talento intensivas. Esto es porque el gobierno y la burocracia estatal está en manos de los prebendarios, que necesitan desestimular a estos sectores por diversas razones: como no son competitivos, no pueden pagar buenos sueldos y necesitan que otros no los paguen, además que requieren que los alimentos estén baratos, para que así no les incida en los costos laborales, un país que no importa, no puede exportar, y los prebendarios no quieren la importación, porque eliminaría sus obsoletas industrias. Por último necesitan un estado caro, porque son o proveedores del estado o receptores de todo tipo de subsidios.
Esto ocurrió en los períodos 1955-1973, 1976-1982 y 1983 a hoy. Martínez de Hoz dijo que iba a abrir el país al mundo y terminó endeudando al estado para financiar obra pública. Porque los contratistas mandaban más que él. También ocurrió en los gobiernos de Perón. En resumen, ocurrió con gobiernos conservadores, radicales-socialdemócratas y peronistas.
Ahora bien, el retraso económico de la  Argentina se dio en toda suerte de régimenes y con toda cantinela ideológica de los ministros de economía.
Entonces, cuál es la relación causa y efecto entre el retraso económico debido a una economía cerrada y con alta injerencia gubernamental y Perón.
A mis ojos, Perón fue uno más, en la aplicación de esta mecánica. Con la diferencia, que mientras él estuvo, a) los obligó a los propietarios a pagar buenos sueldos, b) quiso llevar a la Argentina a la globalización. La primera vez lo destituyeron, la segunda le prepararon un mortal viaje al Paraguay.
He tratado de demostrar que el retraso económico argentino se debe a las políticas de cierre de la economía, la injerencia del estado en las actividades comerciales y el impagable costo de los contratistas del estado y otros prebendarios. Y que no está relacionado con Perón, más que circunstancialmente.
Endilgarle a Perón la responsabilidad es, ni más ni menos, ocultar la identidad de los verdaderos autores, y beneficiarios de este estado de cosas.
No es simpático, no es pintoresco, no es idiosincrático. Es una canallada.
No por Perón o los peronistas, el primero está muerto y los segundos somos pieza de museo. Sino porque los beneficiarios de este estado de cosas son los que hoy medran con nuestra riqueza y futuro.
Enmascarar los actos de robo a los que producen y ocultar la identidad de quienes nos damnifican, es perpetuar el daño.
Y negarnos a todos la posibilidad de un futuro mejor.
Saldremos adelante, cuando nos decidamos a continuar la obra de la Generación del Ochenta y volvamos al sistema económico-jurídicO diseñado por Alberdi.

Perón, último exponente de la Generación del Ochenta
Dicen que existe un Perón para cada gusto. Porque habló de temas diferentes a lo largo de décadas.
Pero también, porque el pensamiento político-económico, siempre fue moderno, en el sentido que representaba el correr de los tiempos. Contrariamente a lo que los grupos opositores siempre instalaron, la acción social de sus dos primeros gobiernos es más acorde con la aplicada por el Laborismo Británico (contemporáneo), que con ningún régimen corporativo. Por dos razones, primero, porque cuando asumió, ya habían perdido, y Perón tonto no era. Y segundo, porque Perón subió con la alianza de los sectores sindicales (como el laborismo) y promovió una activa política de servicios sociales (salud, previsión social), nuevamente, como el flamante laborismo. Los regímenes corporativos patronales de Italia y Alemania no hicieron ni lo uno, ni lo otro.
Pero Perón fue un militar, proveniente del partido católico-militar, y que formó una alianza, no sólo con el laborismo argentino, sino con los partidos conservadores de provincias. Al punto que su vicepresidente provenía de dicha cantera.
Y como tal fue un fiel, y a mis ojos, el último exponente de la Generación del Ochenta. ¿En qué sentido? En el definido por Halperín Donghi, “Un Estado para la Nación Argentina”.
Los conservadores continuaron con la labor de la argentina del centenario, y ésta continuó ininterrumpidamente hasta el 1955. Tras la Libertadora se rompió para nunca más volver, sino espasmódicamente.
Y concretamente cuando digo estado me refiero a: que toda urbanización contara con plaza principal, comisaría, juez de paz, escuela, y atención médica acorde al tamaño de la población, FFCC.
El Estado como monopolio de la seguridad y la justicia; ocupando la totalidad del territorio nacional.
La confianza absoluta que el Estado debía invertir en bienes públicos: seguridad, justicia, educación y salud, y en logística para abaratar el costo de las exportaciones: puertos y FFCC.
A esos mandamientos de la Generación del Ochenta fue fiel Perón. Por eso digo que fue su último y tardío exponente.

Hoy
Actualmente, en plena campaña electoral, vemos un renacer de la reyerta Perón bueno-Perón malo.
Proviene de uno de los contendientes a la presidencia, de Cambiemos. Que sus partidos componentes son antiperonistas, es sabido y están en todo su derecho.
Pero igual llama la atención que hoy sea eje de discusión alguien que murió hace 40 años. Si hizo algo mal tuvimos el 20% de nuestra historia como Nación para corregirlo. Entonces, por qué traer este tema a colación ahora.
No es inocente. Se publicaron dos libros y sus autores pasearon, con cotizados minutos de TV, caros en tiempos electorales, hablando de todas las perfidias y defectos de alguien que falleció en 1975.
Claramente, es una maniobra distractiva. Mientras se habla de esto, no se habla de otras cosas.
Primero, porque es un tema altamente emocional. Y siempre hay gente que responde automáticamente, por reflejo. Es entendible. Hay un público cautivo.
Segundo, porque si Perón es el culpable del retraso económico de la Argentina, otro no lo es. Y el otro no lo es, es ocultar a quien sí es. Y el grupo prebendario tiene dos candidatos a presidente, en ambos casos hijos de propietarios miembros, Scioli y Macri. En ambos casos, hombres de su riñón y su confianza.
Por primera vez en nuestra historia, el sector prebendario no va a poner un empleado (un político profesional o un militar) sino a uno de los suyos.
No es menor y no pueden equivocarse. No pueden permitir que ninguno de los otros cuatro candidatos (todos políticos profesionales) les arruine el experimento.
Por ello tanto dinero y esfuerzo.
Por eso la distracción.
Por eso estamos hablando de muertos.

El futuro
El futuro de nuestro país está en la globalización, en el comercio internacional, en las exportaciones de productos agropecuarios, de productos relacionados con el agro (maquinaria agrícola), en productos industriales inteligencia intensivos (los que pueden afrontar el costo laboral y logístico argentino) y en venta de servicios.
Para que ello sea posible hay que cambiar todo el sistema tributario, desarmar todo el esquema de subsidios, créditos delirantes, exenciones impositivas y aduanas truchas.
Además tenemos que volver a las inversiones sociales de la Generación de Ochenta: educación de calidad, disciplinada y exigente, con sus Escuela Palacio, la Salud Pública, Seguridad y Justicia. Y a las inversiones en bienes públicos: puertos, FFCC y caminos, y en comunicaciones.
Pero nada de eso será posible, si no tomamos en serio que debemos luchar políticamente contra el sector prebendario que, repito, posee: medios de comunicación, toda la burocracia estatal, las universidades, los contenidos de la educación pública, pero más que todo eso, es el discurso dominante en todos y cada uno de los ámbitos públicos.
Por lo que los pasos es aunar todas las voluntades de todos los damnificados, asumirse a sí mismos como tales, y convencernos que la única forma que la Argentina volverá a ser un gran país es volver a la ruta alberdiana.
Y que para hacerlo, habrá que luchar y que quien está enfrente no dudará en usar malas artes, no será un día de picnic. Será largo, COSTOSO y doloroso.
El plan de ruta, lo dejo para otra oportunidad.
Gracias por leerme.