Por James DELINGPOLE
- 1° de Enero de 2017
2016 fue bueno para la mayoría de nosotros - pero
sólo porque hemos ganado la cabeza de playa no significa que vamos a ganar la
guerra.
Autor: James Delingpole (@JamesDelingpole).
Comentarios de la Traductora:
Su transcripción en el idioma original se encuentra al pie.
No soy traductora profesional, así que pido disculpas
anticipadas por la calidad del trabajo.
No soy traductora profesional, así que pido disculpas
anticipadas por la calidad del trabajo.
Con Brexit y Donald
Trump, hemos logrado el equivalente a capturar toda la costa desde Pointe Du
Hoc al Puente Pegaso. Pero como con en el Día D, lo peor de la lucha está por
venir. Nuestro enemigo es fanático, determinado, bien organizado. Además,
sostiene actualmente la mayoría de las posiciones claves: los grandes bancos,
las corporaciones, los estudios jurídicos de primer nivel, el servicio civil
[1], los gobiernos locales, las universidades, las escuelas, los medios de
comunicación principales, Hollywood…Démosles a esos bastardos media oportunidad
y nos llevarán de vuelta al mar - que, en términos contemporáneos, significa
licuar Brexit (o darnos un "brexit suave”, lo que es básicamente la misma cosa)
y frustrar todo aquello que el Presidente Trump tratará de hacer para lograr
Make America Great Again [2].
Uso la analogía de
la guerra primero, porque las analogías de la Segunda Guerra Mundial nunca
fallan, y segundo porque ésta es realmente una guerra la que estamos
peleando. La mala noticia es que las guerras son duras, costosas y
desagradables (*). La buena noticia es que estamos del lado correcto y que vamos a
ganar.
Así es cómo:
Nunca subestimaremos la
maldad del enemigo
Los liberales de
izquierda aman retratarnos como chicos malos. Pero eso es sólo una
proyección. Desde la China de Mao a la Unión Soviética de Stalin, desde Cuba a
Corea del Norte, la historia está repleta de los restos de naufragios de los fallidos
esquemas de la izquierda para hacer de éste un mundo mejor y más justo.
Como el gran, y
ahora lamentablemente retirado, Thomas Sowell decía: “El Socialismo en general
tiene un record de fracasos tan evidente que sólo un intelectual puede
ignorarlo o evadirlo”. Su maligna influencia está con nosotros todavía.
Muchachos inocentes acusados de violación en campus de universidades; genuinas
violaciones cometidas en banda por taxistas musulmanes en el Norte de Inglaterra
o por bandas de inmigrantes musulmanes
en ciudades de Alemania, como Colonia; cientos de miles llevados a la pobreza energética,
territorios destrozadas y exhaustos, fauna aviar cortada en trozos y
rebanadas como resultado de políticas de energías renovables dementes; un científico
ganador del Premio Nobel expulsado de su trabajo porque una feminista perdedora en forma
fraudulenta y maliciosa reportó supuestos dichos sobre mujeres en una conferencia
(que nunca fueron emitidos); generaciones de niños a las que se les negaron una
rigurosa, disciplinada, útil educación; la innecesaria violencia y tensión
engendrada por #blacklivesmatter [3];
nunca debemos concederles un mayor estándar moral a la clase de gente que hace
toda esta suerte de eventos posibles [4], no importa cuántas veces nos digan
qué demoníacos y egoístas y desalmados somos.
Feminazis en Rosario, Argentina. |
Siempre debemos recordar que somos mejores que
ellos
Les daré un ejemplo:
un conferencista imbécil en Drexel tuiteó que deseaba para Navidad que hubiera un “genocidio blanco”. ¿Deberíamos peticionar a las autoridades de la Universidad
que lo despidan de inmediato? Por supuesto que no.
El hombre nos ha
prestado un servicio invaluable: ha provisto el perfecto ejemplo de cuán
incorporados están los valores de la izquierda en el mundo académico; ha
mostrado a los postulantes a ingresar al Curso de Estudios Políticos y Globales
de la Universidad Drexel de Filadelfia que, a menos que quieran ser
indoctrinados con pensamientos de la ultraizquierda lunática, mejor que
reconsideren; es más, mostró a los egresados de la Universidad de Drexel,
quienes todavía creen en anticuados conceptos como libre mercado, que tal vez
ellos no deberían incluir a la universidad como beneficiaria de su herencia [5]
, después de todo.
Por supuesto,
debemos burlarnos y hacer alharaca cuando agarramos a esos idiotas como este
hombre que emite opiniones reprensibles. Pero la idea de que alguna persona
pueda verdaderamente perder su trabajo por algo que dijo en Twitter debería ser
un anatema para todos aquellos de nosotros que estamos en el lado correcto de
la discusión. Uno de las cosas más odiosas de la izquierda es que siempre
tratan de limitar la libertad de expresión. Si les hacemos el juego, no somos
mejores que ellos. Y
enfrentémoslo: lo somos.
Tendremos la lucha con el enemigo, no nos
esconderemos en Tierra de Nadie
Una de las mejores
cosas que sucedió en el 2016 para mí fue la forma que tomó la mentira - emitida
como un engañoso y vacuo aforismo -, tantas veces repetida en TV y periódicos
por impecablemente razonables, sensatos y ecuánimes expertos, que las elección
son “ganadas en el centro”.
Esta filosofía de
Belial [6] que nos ha dado, en Estados Unidos, este repugnante continuo de
Bushes, Clintons hasta Obama; y en Gran Bretaña, la grotesca y maligna
fascinación por la Tercera Vía que nos llevó desde Tony Blair hasta su
(admitido) heredero Cameron y más allá. (Es el mismo pensamiento el que inventó
el desgraciado, traidor concepto de “soft Brexit” [7]).
No es de extrañar
que muchos de nosotros nos hayamos hartado de la política; no importa por cuál
partido usted haya votado, si por la supuesta izquierda o por la supuesta
derecha, uno siempre parece terminar con los mismos viejos intereses creados,
la misma élite del Establishment liberal.
Tony Blair (L), abajo a la izquierda. |
Por supuesto debemos
siempre despreciar a la izquierda liberal [8] porque su filosofía es una
bancarrota moral, peligrosa y equivocada. Pero a veces creo que a la gente que
debemos despreciar más que a nadie son aquellos encantadores de serpientes
que pretenden estar de nuestro lado en las discusiones pero que siempre
traicionan la causa [9]. A veces lo hacen tirando a los lobos al más franco [10]
de nosotros con el objeto de demostrar cuán tolerantes y virtuosos son; a veces
lo hacen endorsando alguna inocua y fatua posición liberal con el fin de
demostrar su voluntad de conciliar.
A lo último la denomino la aproximación de “la
falacia de la mierda de perro y el yogurt”
Si los conservadores
quieren fruta o miel con su yogurt y los progres prefieren comerlo con mierda
de perro, NO ES un punto medio sensato – mal que le pese a nuestro columnista
centrista (**) – decir: “De acuerdo. ¿Qué les parece que comamos nuestro yogurt con
un poco de ambos?”. Necesitamos entender, muy claramente, que existen cosas
como lo correcto y lo incorrecto; y que, por lo tanto, siempre vale la pena pelear por lo que es correcto hasta el amargo
final más que aceptar el segundo puesto sólo porque un grupo de abogados y
políticos y peluqueros de Brasil y un columnista seductor y otros miembros de
la élite progre nos han dicho que el segundo puesto es lo mejor a lo que podemos
aspirar.
Por ejemplo, con
Brexit, yo coincido con Su Majestad la Reina: “No veo por qué no podemos
simplemente irnos? ¿Cuál es
el problema?”.
Nunca pediremos disculpas, nunca nos excusaremos
[11], nunca nos rendiremos
¿Ven esos cuerpos
sin sus cueros cabelludos cubriendo las planicies? Esos son los hombres – y son,
invariablemente, hombres – que pensaron que si sólo mostraban un poco de arrepentimiento
por sus amañados crímenes [12] el enemigo los dejaría en paz. Sir Tim Hunt
pidió disculpas, el hombre de Saatchi pidió disculpas, el hombre del programa
espacial Rosetta que usó la remera “sexista” pidió disculpas. Flaco favor les
hizo pedir disculpas. Los vengativos progres no quieren humillar, quieren la
total eliminación.
Ceder aunque sea una
pulgada de terreno a un enemigo tan implacable y ruin no sólo es inútil – sino que
perjudica a nuestra parcialidad porque les garantiza a los progres un poder que
no merecen. El más reciente y lamentable ejemplo de esto fue protagonizado por
Steve Martin quien finalmente eliminó un tuit elogiando a su recientemente fallecida
amiga Carrie Fisher a quien la había tildado de “hermosa criatura”, sólo porque
un hato de feminazis de Twitter se quejaron y adujeron que se trataba de una
objetivación sexista.
Miren, sé que esto
asusta, más cuando una turba de cazadores de brujas SJW [13] se vuelve contra
usted. Pero lea Vox Day’s SJW Attack Survival Guide (Guía de Supervivencia
frente a ataques de SJW de Vox Day), siga el ejemplo de Nigel Farage y pelee a
esta gente hasta la última bala (guardando siempre el último cargado para usted).
¡No se rinda! (Y si usted necesitar recordar por qué no, lea esta nota que
escribí el otro día de la cual estoy muy orgulloso).
Riámosnos de la Muerte en su cara
Algo que noté sobre
los progres: no tienen sentidos del humor.
Es extraño, dado que
el 99,99% de los comediantes profesionales son progres. Pero es indefectiblemente
cierto. Mire los medios de comunicación y compruébelo por usted mismo: las más
agudas bromas, las memes más divertidas, las más sarcásticas mofas – siempre vienen
de la derecha y no de la izquierda. Y esto es como debe ser, porque el humor no
sólo es un signo de superioridad intelectual sino porque es la actitud que debe
tener el equipo que quiere ganar.
El humor requiere
cierto grado de autoconocimiento; la habilidad para reconocer las propias
falencias (vital si usted quiere ganarles) y no tomarse a sí mismo demasiado
en serio. También es un signo de que usted es un guerrero feliz – a la
manera de los héroes como Andrew Breitbart.
Carga de Caballería. El equipo de los victoriosos. |
Siempre trato de
tener en mente cuando me involucro en una pelea maliciosa con los progres: los
sarcasmos ingeniosos les duelen más que el enojo. Cuando su enemigo se toma a
sí mismo tan seriamente, ningún arma es más efectiva que un retrueque agudo.
A veces es difícil
no enojarse porque la izquierda nos ha dado mucho sobre lo cual enojarnos. Pero
debemos resistir la tentación (si podemos) porque corroboraremos la caricatura que
la izquierda hace sobre nosotros como iracundos y torpes conservadores. Debemos
recordar en todo momento que en la cultura de la guerra, nosotros somos las
ciudades griegas y el enemigo son los persas. Si usted quiere saber el
significado de esto, recomiendo que lea Carnage
and Culture de Victor Davis Hanson. Básicamente, los hombres libres siempre
pelean mejor que los siervos porque tienen más que perder...
Vamos a exponer sin merced las debilidades de los
progres
Los progres son como
nosotros, en serio, sólo que levemente menos evolucionados. Sus cerebros están
congelados en un estadío de evolución previo al nuestro – son cazadores-recolectores cuando
nosotros ya estábamos explorando la planicie y estábamos programados para responder
en la más básica de las formas a nuestros instintos más primitivos.
Es por eso que la
mayoría de los “argumentos” de los progres tiene que ver con la emoción pura
más que con la lógica; es la razón por la que nunca se enfrentan a nosotros en
detalle, prefiriendo usar lo que Vox Day llama tácticas de “apuntar y gritar” o
tratar de despreciarnos o degradarnos con emotivos (pero huecos) epítetos
peyorativos como “racista”, “homofóbico”, “misógino”, “islamofóbico” o “denegador
del cambio climático”.
Han venido usando
esas técnicas con mucho éxito por años y en mi experiencia hay una sola manera
efectiva de lidiar con esto: tiene usted que exponer
sus mecanismos y actos. Tiene usted que fijarse qué están haciendo y
explicarles a terceros lo que los progres están haciendo.
Esto es difícil:
requiere paciencia, coraje y perseverancia – el equivalente a mantener la
disciplina bajo fuego. De nuevo, lo derivo a usted a esta nota que escribí
recientemente porque representa la clase de actitud y las técnicas requeridas.
Esencialmente es una respuesta al asalto en masa de los SJW’s que usa a Twitter
para retratarnos a nosotros los de derecha como desalmados, desaprensivos, rudos
y malvados, al punto que usaríamos la viudez reciente de un hombre contra él. Los
ataques vienen a borbotones de 140 caracteres.
La respuesta toma aproximadamente 3000 palabras. Pero esa es la forma en
que están las cosas: lógica y argumentación racional toma mucho más espacio
para desarrollarse que baratos golpes emotivos. Si no usamos lógica y argumentación
racional, les concederemos el lugar a los buchones y gritones.
No dejar a ningún hombre atrás
La diversidad es
nuestra fuerza. Esa es la clase de mierda que dicen los progres, lo sé pero
escúchenme. Recientemente en una reunión política conservadora a la que asistí en Washington
DC, una mujer se paró y se dirigió a la concurrencia de esta
asamblea de conspiradores, de Vast Righ Wing. Negra, enternecedora, inteligente y vestida un poco como un
personaje de una prostituta de un film de Blaxploitation de los años ’70, no parecía obviamente una republicana carnet en mano. Pero era una republicana hecha y derecha y vino de California con un mensaje: “¡No nos
abandonen!”.
Sabemos que en los
movimientos conservadores California es una broma. Pero el 40% de ellos votaron
a Donald Trump y dijo “¡necesitamos su ayuda”. Ella tiene razón. A diferencia de la
izquierda – que ven a las minorías étnicas, sexuales o religiosas mayormente
como clientes de grupos de víctimas a las cuales tratar con condescendencia y
explotar con fines políticos – nosotros los de la derecha “celebramos la
diversidad” no dando un higo por la diversidad.
La razón por la que
Sowell es genial y Milo es genial y Krauthammer es genial no es porque son
blancos o gay o contrahechos y por lo tanto “útiles” a nuestra causa, sino
simplemente porque piensan con claridad y sensatez y han arribado a las
conclusiones correctas acerca del mundo. Los apoyamos en las buenas y en las
malas. Todos somos iguales y todos tenemos los mismos derechos, como dice la
enmienda 14°. (Que significa, dicho sea de paso, que no creemos en la
discriminación positiva – que es otra forma de discriminación – tal como es
practicada por la izquierda desagradable y no por la derecha sensata la cual está
en lo correcto).
Siempre al ataque
Ésta, más que
ninguna otra cosa, es la táctica de la Marina Real (británica***) durante las
Guerras Napoleónicas – aún en los casos que estaban en inferioridad numérica y
de armamento y municiones frente a los franceses y españoles.
Hoy estamos también
en inferioridad numérica y material frente al deplorable edifico del
establishment progre – y si vamos a reducirlos a escombros, tal como debemos
hacerlo, entonces tenemos que pelear con la misma agresividad con la que Nelson
y Cochrane lo hicieron.
Por demasiado, demasiado tiempo, los conservadores han estado peleando una guerra defensiva – perdiendo el tiempo pidiendo disculpas por ser conservadores –, en lugar de pelearse con el enemigo. Pero al final, al menos en EEUU, tenemos un líder que no le teme a la pelea. ¿Qué significa en la práctica “siempre al ataque” entonces? Todos nosotros somos un ejemplo perfecto: un artículo reciente del New York Times encabezado “Wielding Claims of ‘Fake News’ Conservatives take aim at mainstream media” (Portando acusaciones sobre “noticias fraudulentas” los conservadores atacan a los principales medios de comunicación).
Almirante Lord Thomas Cochrane, 1775-1860, colaborador del General Don José de San Martín en las Guerras de la Independencia. |
(N.de T.: Por supuesto, dados a elegir, preferimos al Almirante William Brown, verdadero Freedom Fighter). |
Por demasiado, demasiado tiempo, los conservadores han estado peleando una guerra defensiva – perdiendo el tiempo pidiendo disculpas por ser conservadores –, en lugar de pelearse con el enemigo. Pero al final, al menos en EEUU, tenemos un líder que no le teme a la pelea. ¿Qué significa en la práctica “siempre al ataque” entonces? Todos nosotros somos un ejemplo perfecto: un artículo reciente del New York Times encabezado “Wielding Claims of ‘Fake News’ Conservatives take aim at mainstream media” (Portando acusaciones sobre “noticias fraudulentas” los conservadores atacan a los principales medios de comunicación).
El autor de la nota
del NYT parece levemente sorprendido que los conservadores se comporten de tal forma. ¿Deberíamos
sentirnos culpables por todas esas noticias fraudulentas esparcidas en internet por la
malvada derecha que tienen por objeto engañar a los pobres de espíritu
en contra de sus intereses como fue en Brexit y Donald Trump? Pero no, lejos de pedir
disculpas pareciera que la derecha pasó al ataque. Si alguno es responsable de
bombardear con noticias falsas en estas últimas décadas es la élite progre y
sus voceros de los medios de comunicación. No nosotros.
OK. Hemos terminado.
Desatemos el infierno.
Las Puertas del Infierno, Auguste Rodin, Museo Rodin, París. |
* * *
* * *
(*) Comentario de Hyspasia: ¡recuerden esta frase! ¡Recuerden cuán costosas fueron las Guerras de la Independencia, la Guerra del Paraguay y la Guerra Civil de los '70.
(**) Versión foránea de nuestra Corea del Centro.
(***) N. de T.: Marina Real Británica.
(***) N. de T.: Marina Real Británica.
[1] Nota de la
traductora: la burocracia gubernamental.
[2] N. de T.: Hacer
América Grande Otra Vez.
[3] N. de T.: Las
vidas negras importan.
[4] Comentario
Hyspasia: Estas personas son las que destruyeron la educación, la salud, los
orfanatos, la policía, la diplomacia, y la carrera burocrática estatal en
Argentina.
[5] N. de T.: la
traducción literal sería “no debería dejarles a su alma mater legados por millones de dólares”.
[6] N. de T.:
Belial, uno de los nombre del Diablo. Representa la corrupción. https://es.wikipedia.org/wiki/Belial
[7] N. de T.: Brexit suave.
[8] N. de
T. : Los sajones denominan “left-liberal” a quienes nosotros denominamos “progres”.
[9]
Comentario Hyspasia: sobre el particular recomiendo todos los textos de
Guillermo Raffo, frente al viejo dilema “son o se hacen”. Ver todos sus
artículos en Noticias o su libro en coautoría con Gustavo Noriega “Progresismo
el Octavo Pasajero”.
[10] N. de
T.: outspoken: franco, directo, abierto al hablar. El que dice lo que piensa.
[11] N.
de T.: dar explicaciones en el original. Consideré “excusarse” como más
apropiado.
[12] N. de T.:
causas criminales armadas.
[13] N. de T.: SJW =
GJS . Guerrero/a por la Justicia Social. Término peyorativo que se refiere a
aquél individuo que repetida y vehemente se enfrasca en argumentos sobre
justicia social en internet, a menudo sobre temas huecos o no muy bien
desarrollados, con el propósito de engrandecer su propia reputación personal.
SJW: Social Justice
Warrior. A pejorative term for an individual who repeatedly and vehemently
engages in arguments on social justice on the Internet, often in a shallow or
not well-thought-out way, for the purpose of raising their own personal
reputation.
* * *
DELINGPOLE:
Rules for Righties — a War-Winning Manifesto for 2017
2016 was a great year for most of us – but just because we’ve gained the
beachhead doesn’t mean we’re going to win the war.
With Brexit and Donald
Trump, we’ve done the equivalent of capturing everywhere from Pointe Du Hoc to
Pegasus Bridge. But just like with D-Day, the worst of the fighting is yet to
come. Our enemy is fanatical, determined, well organised. Plus, they still hold
most of the key positions: the big banks, the corporations, the top law firms,
the civil service, local government, the universities, the schools, the
mainstream media, Hollywood… Give those bastards half the chance and they’ll
drive us back into the sea – which, in contemporary terms, means nixing Brexit
(or giving us “soft Brexit”, which is basically the same thing) and frustrating
all the things President Trump will try to do to Make America Great Again.
I use the war analogy first
because World War II analogies never fail, but second because this really is a
war that we’re fighting. The bad news is that wars are hard, costly and ugly.
The good news is that we’re on the right side and we’re going to win. Here’s
how:
We will never underestimate
the wickedness of the enemy
The liberal-left loves to
portray us as the bad guys. But that’s just projection. From Mao’s China to
Stalin’s Soviet Union, from Cuba to North Korea, history is littered with the
wreckage of failed left wing schemes to make the world a better, fairer place.
As the great, now
sadly-retired Thomas Sowell
says, “Socialism in general has a record of failure so blatant that only an
intellectual could ignore or evade it.” Its malign influence is still with us
today. Innocent boys being accused of rape on college campuses; genuine rapes
committed by gangs of Muslim taxi drivers in northern England and by gangs of
Muslim immigrants in German cities like Cologne; hundreds of thousands driven
into fuel poverty, landscapes ravaged, avian fauna sliced and diced as a result
of crazy renewable energy policies; a Nobel-prize-winning scientist driven out
of his job because a feminist loser misreported something he said about women
at a conference; generations of kids denied a rigorous, disciplined, useful
education; the needless violence and tension engendered by #blacklivesmatter:
we should never concede the moral high ground to the kind of people who make
all this sort of stuff possible, no matter how many times they tell us how evil
and selfish and uncaring we are.
We will always remember
that we are better than them
I’ll give you an example:
the dumbass lecturer at Drexel who tweeted that what he wanted for Christmas
was “white genocide”.
Should we be demanding that the university authorities sack him at once? Of
course we shouldn’t.
The man has performed an
invaluable public service: he has provided the perfect example of how ingrained
the values of the left are in academe; he has shown prospective applicants to
the Politics and Global Studies course at Drexel University in Philadelphia
that unless they want to be indoctrinated with hard-left lunacy they might want
to reconsider; he has further shown alumni of Drexel University who believe in
old fashioned stuff like free markets that maybe they shouldn’t include their
alma mater in their million dollar bequests, after all.
Sure, we should jeer and
crow when we catch idiots like this man expressing reprehensible opinions. But
the idea that someone should actually lose their job for something they said on
Twitter ought to be anathema to those of us on the right side of the argument.
One of the most thoroughly hateful things about the left is the way it tries to
constrain free expression. If we play the same game, we are no better than they
are. And face it: we just are.
We will take the fight to
the enemy, not cower in No Man’s Land
One of the best things
about 2016 for me was the way it gave the lie to the weaselish and wet aphorism
– so often repeated by so many of our impeccably reasonable, sensible and
balanced TV and newspaper pundits – that elections are “won in the centre
ground.”
This was the Belial
philosophy that gave us, in the U.S., that hideous continuum from the Bushes
and the Clintons to Obama; and in Britain, the grotesque and malign Third Way
squishery that took us from Tony Blair through to his (self-admitted heir) David
Cameron and beyond. (It’s also the mindset which invented the disgraceful,
sell-out concept of “soft Brexit”.)
No wonder so many of us had
become so fed up with politics: no matter which party you voted for, whether
the notionally left-wing one or the notionally right-wing one you still seemed
to end up up with the same old vested interests, the same old liberal Establishment
elite.
Of course we should always
despise the liberal-left because their philosophy is morally bankrupt,
dangerous and wrong. But I sometimes think that the people we should despise
most of all are the squishes who pretend to be on our side of the argument but
forever betray our cause. Sometimes they do this by throwing the more outspoken
among us to the wolves in order to signal how tolerant and virtuous
they are; sometimes they do this by endorsing some fatuous
liberal position in order to show their willingness to compromise.
I call the latter approach
the “dogshit yogurt fallacy.”
If conservatives like fruit
or honey in their yogurt and liberals prefer to eat it with dogshit, it is NOT
a sensible accommodation – much as our centrist conservative columnists might
wish it so – to say: “All right. How about we eat our yogurt with a little bit
of both?” We need to understand, very clearly, that there are such
things as right and wrong; and that, furthermore, it is always worth
fighting to the bitter end for the right thing rather than accepting second
best because a bunch of lawyers and politicians and hairdressers from Brazil
and squishy newspaper columnists and other members of the liberal elite have
told us that second best is the best we can hope for.
On Brexit, for example, I’m
with Her Majesty the Queen:
“‘I don’t see why we can’t just get out? What’s the problem?’
We will never apologise,
never explain, never surrender
See those scalped corpses,
littering the plains? These are the guys – and it is, invariably, men – who
thought that if only they showed contrition for their confected crimes the
enemy would leave them alone. Sir Tim Hunt
apologised, the guy from Saatchi
apologised, the guy on the Rosetta space programme who wore the “sexist” shirt
apologised. A fat lot of good it did them. The vengeful liberal-left doesn’t
just want humiliation – it wants total annihilation.
Giving even an inch of
ground to an enemy so implacable and vile is not only futile – but it also
badly lets the side down by granting them a power that they do not deserve. The
most recent sorry example of this was Steve Martin who actually deleted a tweet
praising his late friend Carrie Fisher as
a “beautiful creature” because a bunch of feminazis on Twitter complained that
this was sexist objectification.
Look, I know it’s a scary
thing when the SJW witch-hunt mob turns on you. But read Vox Day’s SJW Attack Survival Guide,
follow the example of Nigel Farage and fight these people to the very last
bullet (keeping the final round for yourself). Do not surrender! (And if you
need reminding why not, read this piece I wrote the other day, of which I am very proud)
We will laugh in the face
of death
Something I’ve noticed
about the liberal-left: they don’t have a sense of humour.
This is odd, given that
99.99 per cent of professional comedians are liberals. But it’s also
unfailingly true. Go on social media and see for yourself: all the wittiest
banter, all the funniest memes, all the snarkiest jibes – they all come from
the right side of the argument, not the left. And this is as it should be for
not only is humour a sign of intellectual superiority but it’s also entirely
the right attitude for a team that wants to win.
Humour requires a degree of
self-knowledge; an ability to recognise your own weaknesses (vital if you are
to triumph over them) and not to take yourself too seriously. Also, it’s a sign
that you are a happy warrior – in the manner of heroes like Andrew Breitbart.
I always try to keep this
in mind when I’m engaged in a vicious tussle with the liberal-left: that witty
barbs hurt them much more than anger. When your enemy takes himself so
seriously, no weapon is more effective than a cutting quip. Sometimes it’s hard
not be to angry because the left has given us so much to be angry about. But we
must resist the temptation if we can because it just plays into the left’s
caricature of us as angry, blustering conservatives. We should remember at all
times that in the culture wars, we are the Greek city states and the enemy are
the Persians. If you want to know the significance of this, I recommend you
read Victor Davis Hanson’s Carnage and Culture. Basically, free men will
always fight better than serfs because they have more to lose…
We will mercilessly expose
their weaknesses
People on the liberal-left
are just like us, really, only slightly less evolved. Their brains are stuck in
that stage of evolution just before ours – the hunter-gatherer stage when we
were all roaming the plains and were programmed to respond in the most basic
way to our most primal instincts.
This is why so much of the
left-liberal ‘argument’ has to do with raw emotion rather than logic; it’s why
they’ll almost never engage with us on detail, preferring simply to use what
Vox Day calls “point and shriek” tactics, or to try to belittle and demean us
with emotive (but meaningless) pejoratives like “racist”, “homophobe”,
“misogynist”, “Islamophobe”, “climate change denier.”
They have been using these
techniques very successfully for years and in my experience there is only one
effective way of dealing with this: you have to show their workings. You
have to notice what they are doing and then you have to explain to other people
what they are doing.
This is hard: it requires
patience, courage and persistence – the equivalent of maintaining discipline
under fire. Again, I refer you to this piece I
wrote recently because it embodies the kind of attitude and techniques
required. Essentially it was a response to a mass assault by SJWs using Twitter
to brand those of us on the right as heartless, uncaring, ruthless, evil people
who would use a man’s recently widowed status against him. The attacks came in
140 character bursts. The response took almost 3000 words. But that’s the way
it is: logic and rational argument take much longer to develop than emotive
cheap shots. If we don’t use logic and rational argument though, we concede the
field to the pointers and shriekers.
Leave no man behind
Diversity is our strength.
This is the kind shit leftists, say, I know, but hear me out. At a conservative
political meeting I attended in DC, recently, a woman stood up to address the
assembled members of the Vast Right Wing conspiracy. Black and dressed a bit
like the lovable, wise sassy, prostitute character from a 1970s Blaxploitation movie,
she did not look obviously like a card-carrying Republican. But she was and she
had come from California with a message: “Don’t abandon us!
We know everyone in the
conservative movement thinks that California is a joke. But 40 per cent of us
voted for Donald Trump and we need your help!” She’s right. Unlike the left –
which sees ethnic, sexual and religious minorities mainly as client victim
groups to patronise and exploit for identity politics purposes – we on the
right “celebrate diversity” by not giving a damn about diversity.
The reason Sowell’s great
and Milo’s great and Krauthammer’s great is not because they’re black and gay
and disabled and therefore “helpful” to our cause, but simply because they
think clearly and sensibly and have come to the right conclusions about the
world. We support our own through thick and thin. We are all equal and we all
have equal rights, just like the 14th amendment says. (Which means, by the way,
that we don’t believe in positive discrimination – which is just another form
of discrimination, as practised by the disgusting left not the sensible and
just right).
Always attack
This, pretty much, was the
tactic of the Royal Navy throughout the Napoleonic Wars – even when outnumbered
and outgunned by the French and the Spanish.
Today we are similarly
outgunned and outnumbered by the loathsome edifice of the liberal establishment
– and if we are going to reduce it to rubble, as of course we must, then we
shall have to fight as aggressively as Nelson and Cochrane did.
For far, far too long,
conservatives have been fighting a defensive war – spending more time
apologising for being conservatives than actually taking on the enemy. But at
last, in the U.S. at least, we have a leader who is not afraid of a fight. What
does “always attack” mean in practice, though? Well here’s a perfect example: a
recent New York Times story headed “Wielding Claims of ‘Fake News’
Conservatives take aim at mainstream media“.
The author of the story
appears slightly taken back that conservatives are behaving in this way. Surely
we should be feeling guilty for all those fake news stories spread by evil
right-wing people on the internet in order to deceive the weak-minded by acting
against their interests by voting for Brexit and Donald Trump? But no, far from
apologising it seems that we on the right have been on the attack. If anyone is
responsible for pumping out fake news these last few decades its the liberal
elite and their mouthpieces in the MSM, not us.
OK. We’re done. Unleash
hell.
* * *
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