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miércoles, 4 de enero de 2017

Reglas para 2017



DELINGPOLE



Reglas para los de derechas
Manifiesto 2017 para ganar la Guerra
Por James DELINGPOLE - 1° de Enero de 2017
2016 fue bueno para la mayoría de nosotros - pero sólo porque hemos ganado la cabeza de playa no significa que vamos a ganar la guerra.
 Autor: James Delingpole (@JamesDelingpole).
Comentarios de la Traductora:
Se trata de un artículo de opinión publicado por Breitbart (aquí).
Su transcripción en el idioma original se encuentra al pie.
No soy traductora profesional, así que pido disculpas
anticipadas por la calidad del trabajo.


Con Brexit y Donald Trump, hemos logrado el equivalente a capturar toda la costa desde Pointe Du Hoc al Puente Pegaso. Pero como con en el Día D, lo peor de la lucha está por venir. Nuestro enemigo es fanático, determinado, bien organizado. Además, sostiene actualmente la mayoría de las posiciones claves: los grandes bancos, las corporaciones, los estudios jurídicos de primer nivel, el servicio civil [1], los gobiernos locales, las universidades, las escuelas, los medios de comunicación principales, Hollywood…Démosles a esos bastardos media oportunidad y nos llevarán de vuelta al mar - que, en términos contemporáneos, significa licuar Brexit (o darnos un "brexit suave”, lo que es básicamente la misma cosa) y frustrar todo aquello que el Presidente Trump tratará de hacer para lograr Make America Great Again [2].

Uso la analogía de la guerra primero, porque las analogías de la Segunda Guerra Mundial nunca fallan,  y segundo porque ésta es realmente una guerra la que estamos peleando. La mala noticia es que las guerras son duras, costosas y desagradables (*). La buena noticia es que estamos del lado correcto y que vamos a ganar.
Así es cómo:

Nunca subestimaremos la maldad del enemigo
Los liberales de izquierda aman retratarnos como chicos malos. Pero eso es sólo una proyección. Desde la China de Mao a la Unión Soviética de Stalin, desde Cuba a Corea del Norte, la historia está repleta de los restos de naufragios de los fallidos esquemas de la izquierda para hacer de éste un mundo mejor y más justo.
Como el gran, y ahora lamentablemente retirado, Thomas Sowell decía: “El Socialismo en general tiene un record de fracasos tan evidente que sólo un intelectual puede ignorarlo o evadirlo”. Su maligna influencia está con nosotros todavía. Muchachos inocentes acusados de violación en campus de universidades; genuinas violaciones cometidas en banda por taxistas musulmanes en el Norte de Inglaterra o por bandas de  inmigrantes musulmanes en ciudades de Alemania, como Colonia; cientos de miles llevados a la pobreza energética, territorios destrozadas y exhaustos, fauna aviar cortada en trozos y rebanadas como resultado de políticas de energías renovables dementes; un científico ganador del Premio Nobel expulsado de su trabajo porque una feminista perdedora en forma fraudulenta y maliciosa reportó supuestos dichos sobre mujeres en una conferencia (que nunca fueron emitidos); generaciones de niños a las que se les negaron una rigurosa, disciplinada, útil educación; la innecesaria violencia y tensión engendrada por #blacklivesmatter [3]; nunca debemos concederles un mayor estándar moral a la clase de gente que hace toda esta suerte de eventos posibles [4], no importa cuántas veces nos digan qué demoníacos y egoístas y desalmados somos.
Feminazis en Rosario, Argentina.

Siempre debemos recordar que somos mejores que ellos
Les daré un ejemplo: un conferencista imbécil en Drexel tuiteó que deseaba para Navidad que hubiera un “genocidio blanco”. ¿Deberíamos peticionar a las autoridades de la Universidad que lo despidan de inmediato? Por supuesto que no.
El hombre nos ha prestado un servicio invaluable: ha provisto el perfecto ejemplo de cuán incorporados están los valores de la izquierda en el mundo académico; ha mostrado a los postulantes a ingresar al Curso de Estudios Políticos y Globales de la Universidad Drexel de Filadelfia que, a menos que quieran ser indoctrinados con pensamientos de la ultraizquierda lunática, mejor que reconsideren; es más, mostró a los egresados de la Universidad de Drexel, quienes todavía creen en anticuados conceptos como libre mercado, que tal vez ellos no deberían incluir a la universidad como beneficiaria de su herencia [5] , después de todo.
Por supuesto, debemos burlarnos y hacer alharaca cuando agarramos a esos idiotas como este hombre que emite opiniones reprensibles. Pero la idea de que alguna persona pueda verdaderamente perder su trabajo por algo que dijo en Twitter debería ser un anatema para todos aquellos de nosotros que estamos en el lado correcto de la discusión. Uno de las cosas más odiosas de la izquierda es que siempre tratan de limitar la libertad de expresión. Si les hacemos el juego, no somos mejores que ellos. Y enfrentémoslo: lo somos.

Tendremos la lucha con el enemigo, no nos esconderemos en Tierra de Nadie
Una de las mejores cosas que sucedió en el 2016 para mí fue la forma que tomó la mentira - emitida como un engañoso y vacuo aforismo -, tantas veces repetida en TV y periódicos por impecablemente razonables, sensatos y ecuánimes expertos, que las elección son “ganadas en el centro”.
Esta filosofía de Belial [6] que nos ha dado, en Estados Unidos, este repugnante continuo de Bushes, Clintons hasta Obama; y en Gran Bretaña, la grotesca y maligna fascinación por la Tercera Vía que nos llevó desde Tony Blair hasta su (admitido) heredero Cameron y más allá. (Es el mismo pensamiento el que inventó el desgraciado, traidor concepto de “soft Brexit” [7]).

Tony Blair (L), abajo a la izquierda.
No es de extrañar que muchos de nosotros nos hayamos hartado de la política; no importa por cuál partido usted haya votado, si por la supuesta izquierda o por la supuesta derecha, uno siempre parece terminar con los mismos viejos intereses creados, la misma élite del Establishment liberal.
Por supuesto debemos siempre despreciar a la izquierda liberal [8] porque su filosofía es una bancarrota moral, peligrosa y equivocada. Pero a veces creo que a la gente que debemos despreciar más que a nadie son aquellos encantadores de serpientes que pretenden estar de nuestro lado en las discusiones pero que siempre traicionan la causa [9]. A veces lo hacen tirando a los lobos al más franco [10] de nosotros con el objeto de demostrar cuán tolerantes y virtuosos son; a veces lo hacen endorsando alguna inocua y fatua posición liberal con el fin de demostrar su voluntad de conciliar.

A lo último la denomino la aproximación de “la falacia de la mierda de perro y el yogurt”
Si los conservadores quieren fruta o miel con su yogurt y los progres prefieren comerlo con mierda de perro, NO ES un punto medio sensato – mal que le pese a nuestro columnista centrista (**) – decir: “De acuerdo. ¿Qué les parece que comamos nuestro yogurt con un poco de ambos?”. Necesitamos entender, muy claramente, que existen cosas como lo correcto y lo incorrecto; y que, por lo tanto, siempre vale la pena pelear por lo que es correcto hasta el amargo final más que aceptar el segundo puesto sólo porque un grupo de abogados y políticos y peluqueros de Brasil y un columnista seductor y otros miembros de la élite progre nos han dicho que el segundo puesto es lo mejor a lo que podemos aspirar.
Por ejemplo, con Brexit, yo coincido con Su Majestad la Reina: “No veo por qué no podemos simplemente irnos? ¿Cuál es el problema?”.

Nunca pediremos disculpas, nunca nos excusaremos [11], nunca nos rendiremos
¿Ven esos cuerpos sin sus cueros cabelludos cubriendo las planicies? Esos son los hombres – y son, invariablemente, hombres – que pensaron que si sólo mostraban un poco de arrepentimiento por sus amañados crímenes [12] el enemigo los dejaría en paz. Sir Tim Hunt pidió disculpas, el hombre de Saatchi pidió disculpas, el hombre del programa espacial Rosetta que usó la remera “sexista” pidió disculpas. Flaco favor les hizo pedir disculpas. Los vengativos progres no quieren humillar, quieren la total eliminación.
Ceder aunque sea una pulgada de terreno a un enemigo tan implacable y ruin no sólo es inútil – sino que perjudica a nuestra parcialidad porque les garantiza a los progres un poder que no merecen. El más reciente y lamentable ejemplo de esto fue protagonizado por Steve Martin quien finalmente eliminó un tuit elogiando a su recientemente fallecida amiga Carrie Fisher a quien la había tildado de “hermosa criatura”, sólo porque un hato de feminazis de Twitter se quejaron y adujeron que se trataba de una objetivación sexista.

Miren, sé que esto asusta, más cuando una turba de cazadores de brujas SJW [13] se vuelve contra usted. Pero lea Vox Day’s SJW Attack Survival Guide (Guía de Supervivencia frente a ataques de SJW de Vox Day), siga el ejemplo de Nigel Farage y pelee a esta gente hasta la última bala (guardando siempre el último cargado para usted). ¡No se rinda! (Y si usted necesitar recordar por qué no, lea esta nota que escribí el otro día de la cual estoy muy orgulloso).

Riámosnos de la Muerte en su cara
Algo que noté sobre los progres: no tienen sentidos del humor.
Es extraño, dado que el 99,99% de los comediantes profesionales son progres. Pero es indefectiblemente cierto. Mire los medios de comunicación y compruébelo por usted mismo: las más agudas bromas, las memes más divertidas, las más sarcásticas mofas – siempre vienen de la derecha y no de la izquierda. Y esto es como debe ser, porque el humor no sólo es un signo de superioridad intelectual sino porque es la actitud que debe tener el equipo que quiere ganar.
Carga de Caballería.
El equipo de los victoriosos.
El humor requiere cierto grado de autoconocimiento; la habilidad para reconocer las propias falencias (vital si usted quiere ganarles) y no tomarse a sí mismo demasiado en serio. También es un signo de que usted es un guerrero feliz – a la manera de los héroes como Andrew Breitbart.
Siempre trato de tener en mente cuando me involucro en una pelea maliciosa con los progres: los sarcasmos ingeniosos les duelen más que el enojo. Cuando su enemigo se toma a sí mismo tan seriamente, ningún arma es más efectiva que un retrueque agudo.
A veces es difícil no enojarse porque la izquierda nos ha dado mucho sobre lo cual enojarnos. Pero debemos resistir la tentación (si podemos) porque corroboraremos la caricatura que la izquierda hace sobre nosotros como iracundos y torpes conservadores. Debemos recordar en todo momento que en la cultura de la guerra, nosotros somos las ciudades griegas y el enemigo son los persas. Si usted quiere saber el significado de esto, recomiendo que lea Carnage and Culture de Victor Davis Hanson. Básicamente, los hombres libres siempre pelean mejor que los siervos porque tienen más que perder...


Vamos a exponer sin merced las debilidades de los progres
Los progres son como nosotros, en serio, sólo que levemente menos evolucionados. Sus cerebros están congelados en un estadío de evolución previo al nuestro – son cazadores-recolectores cuando nosotros ya estábamos explorando la planicie y estábamos programados para responder en la más básica de las formas a nuestros instintos más primitivos.
Es por eso que la mayoría de los “argumentos” de los progres tiene que ver con la emoción pura más que con la lógica; es la razón por la que nunca se enfrentan a nosotros en detalle, prefiriendo usar lo que Vox Day llama tácticas de “apuntar y gritar” o tratar de despreciarnos o degradarnos con emotivos (pero huecos) epítetos peyorativos como “racista”, “homofóbico”, “misógino”, “islamofóbico” o “denegador del cambio climático”.
Han venido usando esas técnicas con mucho éxito por años y en mi experiencia hay una sola manera efectiva de lidiar con esto: tiene usted que exponer sus mecanismos y actos. Tiene usted que fijarse qué están haciendo y explicarles a terceros lo que los progres están haciendo.
Esto es difícil: requiere paciencia, coraje y perseverancia – el equivalente a mantener la disciplina bajo fuego. De nuevo, lo derivo a usted a esta nota que escribí recientemente porque representa la clase de actitud y las técnicas requeridas. Esencialmente es una respuesta al asalto en masa de los SJW’s que usa a Twitter para retratarnos a nosotros los de derecha como desalmados, desaprensivos, rudos y malvados, al punto que usaríamos la viudez reciente de un hombre contra él. Los ataques vienen a borbotones de 140 caracteres.  La respuesta toma aproximadamente 3000 palabras. Pero esa es la forma en que están las cosas: lógica y argumentación racional toma mucho más espacio para desarrollarse que baratos golpes emotivos. Si no usamos lógica y argumentación racional, les concederemos el lugar a los buchones y gritones.
No dejar a ningún hombre atrás
La diversidad es nuestra fuerza. Esa es la clase de mierda que dicen los progres, lo sé pero escúchenme. Recientemente en una reunión política conservadora a la que asistí en Washington DC, una mujer se paró y se dirigió a la concurrencia de esta asamblea de conspiradores, de Vast Righ Wing. Negra, enternecedora, inteligente y vestida un poco como un personaje de una prostituta de un film de Blaxploitation de los años ’70, no parecía obviamente una republicana carnet en mano. Pero era una republicana hecha y derecha y vino de California con un mensaje: “¡No nos abandonen!”.
Sabemos que en los movimientos conservadores California es una broma. Pero el 40% de ellos votaron a Donald Trump y dijo “¡necesitamos su ayuda”. Ella tiene razón. A diferencia de la izquierda – que ven a las minorías étnicas, sexuales o religiosas mayormente como clientes de grupos de víctimas a las cuales tratar con condescendencia y explotar con fines políticos – nosotros los de la derecha “celebramos la diversidad” no dando un higo por la diversidad.


La razón por la que Sowell es genial y Milo es genial y Krauthammer es genial no es porque son blancos o gay o contrahechos y por lo tanto “útiles” a nuestra causa, sino simplemente porque piensan con claridad y sensatez y han arribado a las conclusiones correctas acerca del mundo. Los apoyamos en las buenas y en las malas. Todos somos iguales y todos tenemos los mismos derechos, como dice la enmienda 14°. (Que significa, dicho sea de paso, que no creemos en la discriminación positiva – que es otra forma de discriminación – tal como es practicada por la izquierda desagradable y no por la derecha sensata la cual está en lo correcto).


Siempre al ataque
Ésta, más que ninguna otra cosa, es la táctica de la Marina Real (británica***) durante las Guerras Napoleónicas – aún en los casos que estaban en inferioridad numérica y de armamento y municiones frente a los franceses y españoles.
Hoy estamos también en inferioridad numérica y material frente al deplorable edifico del establishment progre – y si vamos a reducirlos a escombros, tal como debemos hacerlo, entonces tenemos que pelear con la misma agresividad con la que Nelson y Cochrane lo hicieron.
Almirante Lord Thomas Cochrane,
1775-1860,
colaborador del General Don José de San Martín
en las Guerras de la Independencia
.
(N.de T.: Por supuesto, dados a elegir, preferimos
al Almirante William Brown, verdadero Freedom Fighter).

Por demasiado, demasiado tiempo, los conservadores han estado peleando una guerra defensiva – perdiendo el tiempo pidiendo disculpas por ser conservadores –, en lugar de pelearse con el enemigo. Pero al final, al menos en EEUU, tenemos un líder que no le teme a la pelea. ¿Qué significa en la práctica “siempre al ataque”  entonces? Todos nosotros somos un ejemplo perfecto: un artículo reciente del New York Times encabezado “Wielding Claims of ‘Fake News’ Conservatives take aim at mainstream media” (Portando acusaciones sobre “noticias fraudulentas” los conservadores atacan a los principales medios de comunicación).
El autor de la nota del NYT parece levemente sorprendido que los conservadores se comporten de tal forma. ¿Deberíamos sentirnos culpables por todas esas noticias fraudulentas esparcidas en internet por la malvada derecha que tienen por objeto engañar a los pobres de espíritu en contra de sus intereses como fue en Brexit y Donald Trump? Pero no, lejos de pedir disculpas pareciera que la derecha pasó al ataque. Si alguno es responsable de bombardear con noticias falsas en estas últimas décadas es la élite progre y sus voceros de los medios de comunicación. No nosotros.
OK. Hemos terminado. Desatemos el infierno.
Las Puertas del Infierno,
Auguste Rodin,
Museo Rodin, París.

 * * *

                                                     

* * *
(*) Comentario de Hyspasia: ¡recuerden esta frase! ¡Recuerden cuán costosas fueron las Guerras de la Independencia, la Guerra del Paraguay y la Guerra Civil de los '70.
(**) Versión foránea de nuestra Corea del Centro.
(***) N. de T.: Marina Real Británica.
[1] Nota de la traductora: la burocracia gubernamental.
[2] N. de T.: Hacer América Grande Otra Vez.
[3] N. de T.: Las vidas negras importan.
[4] Comentario Hyspasia: Estas personas son las que destruyeron la educación, la salud, los orfanatos, la policía, la diplomacia, y la carrera burocrática estatal en Argentina.
[5] N. de T.: la traducción literal sería “no debería dejarles a su alma mater  legados por millones de dólares”.
[6] N. de T.: Belial, uno de los nombre del Diablo. Representa la corrupción. https://es.wikipedia.org/wiki/Belial
[7] N. de T.: Brexit suave.
[8] N. de T. : Los sajones denominan “left-liberal” a quienes nosotros denominamos “progres”.
[9] Comentario Hyspasia: sobre el particular recomiendo todos los textos de Guillermo Raffo, frente al viejo dilema “son o se hacen”. Ver todos sus artículos en Noticias o su libro en coautoría con Gustavo Noriega “Progresismo el Octavo Pasajero”.

[10] N. de T.: outspoken: franco, directo, abierto al hablar. El que dice lo que piensa.
[11] N. de T.: dar explicaciones en el original. Consideré “excusarse” como más apropiado.
[12] N. de T.: causas criminales armadas.
[13] N. de T.: SJW = GJS . Guerrero/a por la Justicia Social. Término peyorativo que se refiere a aquél individuo que repetida y vehemente se enfrasca en argumentos sobre justicia social en internet, a menudo sobre temas huecos o no muy bien desarrollados, con el propósito de engrandecer su propia reputación personal.
SJW: Social Justice Warrior. A pejorative term for an individual who repeatedly and vehemently engages in arguments on social justice on the Internet, often in a shallow or not well-thought-out way, for the purpose of raising their own personal reputation.
 * * *
 DELINGPOLE: Rules for Righties — a War-Winning Manifesto for 2017
by JAMES DELINGPOLE1 Jan 2017
2016 was a great year for most of us – but just because we’ve gained the beachhead doesn’t mean we’re going to win the war.
With Brexit and Donald Trump, we’ve done the equivalent of capturing everywhere from Pointe Du Hoc to Pegasus Bridge. But just like with D-Day, the worst of the fighting is yet to come. Our enemy is fanatical, determined, well organised. Plus, they still hold most of the key positions: the big banks, the corporations, the top law firms, the civil service, local government, the universities, the schools, the mainstream media, Hollywood… Give those bastards half the chance and they’ll drive us back into the sea – which, in contemporary terms, means nixing Brexit (or giving us “soft Brexit”, which is basically the same thing) and frustrating all the things President Trump will try to do to Make America Great Again.
I use the war analogy first because World War II analogies never fail, but second because this really is a war that we’re fighting. The bad news is that wars are hard, costly and ugly. The good news is that we’re on the right side and we’re going to win. Here’s how:
We will never underestimate the wickedness of the enemy
The liberal-left loves to portray us as the bad guys. But that’s just projection. From Mao’s China to Stalin’s Soviet Union, from Cuba to North Korea, history is littered with the wreckage of failed left wing schemes to make the world a better, fairer place.
As the great, now sadly-retired Thomas Sowell says, “Socialism in general has a record of failure so blatant that only an intellectual could ignore or evade it.” Its malign influence is still with us today. Innocent boys being accused of rape on college campuses; genuine rapes committed by gangs of Muslim taxi drivers in northern England and by gangs of Muslim immigrants in German cities like Cologne; hundreds of thousands driven into fuel poverty, landscapes ravaged, avian fauna sliced and diced as a result of crazy renewable energy policies; a Nobel-prize-winning scientist driven out of his job because a feminist loser misreported something he said about women at a conference; generations of kids denied a rigorous, disciplined, useful education; the needless violence and tension engendered by #blacklivesmatter: we should never concede the moral high ground to the kind of people who make all this sort of stuff possible, no matter how many times they tell us how evil and selfish and uncaring we are.
We will always remember that we are better than them
I’ll give you an example: the dumbass lecturer at Drexel who tweeted that what he wanted for Christmas was “white genocide”. Should we be demanding that the university authorities sack him at once? Of course we shouldn’t.
The man has performed an invaluable public service: he has provided the perfect example of how ingrained the values of the left are in academe; he has shown prospective applicants to the Politics and Global Studies course at Drexel University in Philadelphia that unless they want to be indoctrinated with hard-left lunacy they might want to reconsider; he has further shown alumni of Drexel University who believe in old fashioned stuff like free markets that maybe they shouldn’t include their alma mater in their million dollar bequests, after all.
Sure, we should jeer and crow when we catch idiots like this man expressing reprehensible opinions. But the idea that someone should actually lose their job for something they said on Twitter ought to be anathema to those of us on the right side of the argument. One of the most thoroughly hateful things about the left is the way it tries to constrain free expression. If we play the same game, we are no better than they are. And face it: we just are.
We will take the fight to the enemy, not cower in No Man’s Land
One of the best things about 2016 for me was the way it gave the lie to the weaselish and wet aphorism – so often repeated by so many of our impeccably reasonable, sensible and balanced TV and newspaper pundits  – that elections are “won in the centre ground.”
This was the Belial philosophy that gave us, in the U.S., that hideous continuum from the Bushes and the Clintons to Obama; and in Britain, the grotesque and malign Third Way squishery that took us from Tony Blair through to his (self-admitted heir) David Cameron and beyond. (It’s also the mindset which invented the disgraceful, sell-out concept of “soft Brexit”.)
No wonder so many of us had become so fed up with politics: no matter which party you voted for, whether the notionally left-wing one or the notionally right-wing one you still seemed to end up up with the same old vested interests, the same old liberal Establishment elite.
Of course we should always despise the liberal-left because their philosophy is morally bankrupt, dangerous and wrong. But I sometimes think that the people we should despise most of all are the squishes who pretend to be on our side of the argument but forever betray our cause. Sometimes they do this by throwing the more outspoken among us to the wolves in order to signal how tolerant and virtuous they are; sometimes they do this by endorsing some fatuous liberal position in order to show their willingness to compromise.
I call the latter approach the “dogshit yogurt fallacy.”
If conservatives like fruit or honey in their yogurt and liberals prefer to eat it with dogshit, it is NOT a sensible accommodation – much as our centrist conservative columnists might wish it so – to say: “All right. How about we eat our yogurt with a little bit of both?” We need to understand, very clearly, that there are such things as right and wrong; and that, furthermore, it is always worth fighting to the bitter end for the right thing rather than accepting second best because a bunch of lawyers and politicians and hairdressers from Brazil and squishy newspaper columnists and other members of the liberal elite have told us that second best is the best we can hope for.
On Brexit, for example, I’m with Her Majesty the Queen: “‘I don’t see why we can’t just get out? What’s the problem?’
We will never apologise, never explain, never surrender
See those scalped corpses, littering the plains? These are the guys – and it is, invariably, men – who thought that if only they showed contrition for their confected crimes the enemy would leave them alone. Sir Tim Hunt apologised, the guy from Saatchi apologised, the guy on the Rosetta space programme who wore the “sexist” shirt apologised. A fat lot of good it did them. The vengeful liberal-left doesn’t just want humiliation – it wants total annihilation.
Giving even an inch of ground to an enemy so implacable and vile is not only futile – but it also badly lets the side down by granting them a power that they do not deserve. The most recent sorry example of this was Steve Martin who actually deleted a tweet praising his late friend Carrie Fisher as a “beautiful creature” because a bunch of feminazis on Twitter complained that this was sexist objectification.
Look, I know it’s a scary thing when the SJW witch-hunt mob turns on you. But read Vox Day’s SJW Attack Survival Guide, follow the example of Nigel Farage and fight these people to the very last bullet (keeping the final round for yourself). Do not surrender! (And if you need reminding why not, read this piece I wrote the other day, of which I am very proud)
We will laugh in the face of death
Something I’ve noticed about the liberal-left: they don’t have a sense of humour.
This is odd, given that 99.99 per cent of professional comedians are liberals. But it’s also unfailingly true. Go on social media and see for yourself: all the wittiest banter, all the funniest memes, all the snarkiest jibes – they all come from the right side of the argument, not the left. And this is as it should be for not only is humour a sign of intellectual superiority but it’s also entirely the right attitude for a team that wants to win.
Humour requires a degree of self-knowledge; an ability to recognise your own weaknesses (vital if you are to triumph over them) and not to take yourself too seriously. Also, it’s a sign that you are a happy warrior – in the manner of heroes like Andrew Breitbart.
I always try to keep this in mind when I’m engaged in a vicious tussle with the liberal-left: that witty barbs hurt them much more than anger. When your enemy takes himself so seriously, no weapon is more effective than a cutting quip. Sometimes it’s hard not be to angry because the left has given us so much to be angry about. But we must resist the temptation if we can because it just plays into the left’s caricature of us as angry, blustering conservatives. We should remember at all times that in the culture wars, we are the Greek city states and the enemy are the Persians. If you want to know the significance of this, I recommend you read Victor Davis Hanson’s Carnage and Culture. Basically, free men will always fight better than serfs because they have more to lose…
We will mercilessly expose their weaknesses
People on the liberal-left are just like us, really, only slightly less evolved. Their brains are stuck in that stage of evolution just before ours – the hunter-gatherer stage when we were all roaming the plains and were programmed to respond in the most basic way to our most primal instincts.
This is why so much of the left-liberal ‘argument’ has to do with raw emotion rather than logic; it’s why they’ll almost never engage with us on detail, preferring simply to use what Vox Day calls “point and shriek” tactics, or to try to belittle and demean us with emotive (but meaningless) pejoratives like “racist”, “homophobe”, “misogynist”, “Islamophobe”, “climate change denier.”
They have been using these techniques very successfully for years and in my experience there is only one effective way of dealing with this: you have to show their workings. You have to notice what they are doing and then you have to explain to other people what they are doing.
This is hard: it requires patience, courage and persistence – the equivalent of maintaining discipline under fire. Again, I refer you to this piece I wrote recently because it embodies the kind of attitude and techniques required. Essentially it was a response to a mass assault by SJWs using Twitter to brand those of us on the right as heartless, uncaring, ruthless, evil people who would use a man’s recently widowed status against him. The attacks came in 140 character bursts. The response took almost 3000 words. But that’s the way it is: logic and rational argument take much longer to develop than emotive cheap shots. If we don’t use logic and rational argument though, we concede the field to the pointers and shriekers.
Leave no man behind
Diversity is our strength. This is the kind shit leftists, say, I know, but hear me out. At a conservative political meeting I attended in DC, recently, a woman stood up to address the assembled members of the Vast Right Wing conspiracy. Black and dressed a bit like the lovable, wise sassy, prostitute character from a 1970s Blaxploitation movie, she did not look obviously like a card-carrying Republican. But she was and she had come from California with a message: “Don’t abandon us!
We know everyone in the conservative movement thinks that California is a joke. But 40 per cent of us voted for Donald Trump and we need your help!” She’s right. Unlike the left – which sees ethnic, sexual and religious minorities mainly as client victim groups to patronise and exploit for identity politics purposes – we on the right “celebrate diversity” by not giving a damn about diversity.
The reason Sowell’s great and Milo’s great and Krauthammer’s great is not because they’re black and gay and disabled and therefore “helpful” to our cause, but simply because they think clearly and sensibly and have come to the right conclusions about the world. We support our own through thick and thin. We are all equal and we all have equal rights, just like the 14th amendment says. (Which means, by the way, that we don’t believe in positive discrimination – which is just another form of discrimination, as practised by the disgusting left not the sensible and just right).
Always attack
This, pretty much, was the tactic of the Royal Navy throughout the Napoleonic Wars – even when outnumbered and outgunned by the French and the Spanish.
Today we are similarly outgunned and outnumbered by the loathsome edifice of the liberal establishment – and if we are going to reduce it to rubble, as of course we must, then we shall have to fight as aggressively as Nelson and Cochrane did.
For far, far too long, conservatives have been fighting a defensive war – spending more time apologising for being conservatives than actually taking on the enemy. But at last, in the U.S. at least, we have a leader who is not afraid of a fight. What does “always attack” mean in practice, though? Well here’s a perfect example: a recent New York Times story headed “Wielding Claims of ‘Fake News’ Conservatives take aim at mainstream media“.
The author of the story appears slightly taken back that conservatives are behaving in this way. Surely we should be feeling guilty for all those fake news stories spread by evil right-wing people on the internet in order to deceive the weak-minded by acting against their interests by voting for Brexit and Donald Trump? But no, far from apologising it seems that we on the right have been on the attack. If anyone is responsible for pumping out fake news these last few decades its the liberal elite and their mouthpieces in the MSM, not us.
OK. We’re done. Unleash hell.

* * *


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