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lunes, 10 de noviembre de 2014

Constitución Nacional - Programa Económico para una Argentina Próspera

La Constitución Nacional generadora de riqueza

Propongo como antídoto a la proliferación de la pobreza de estos últimos años, volver a las fuentes.
El Dr. Jorge Ávila sostiene que en la República Argentina hubo sólo dos planes económicos, con infinitas variaciones cada uno de ellos.
Plan 1. La Constitución Nacional. Autor: Juan Bautista Alberdi.
Plan 2. Plan de intervención del Estado en la economía. Vigente desde el golpe de 1930 hasta hoy. Autor: Federico Pinedo.
Plan Pinedo: Proteccionismo estatal, control del comercio exterior, control de cambios, aumento de la dotación de empleados del Estado, trabas, burocracias, privilegios, monopolios y oligopolios, prebendas. La consecuencia final es la pauperización del pueblo y la permanente decadencia de nuestra Patria.

SXXI - aumento del precio de los alimentos:
Todos los países del Tercer Mundo vivimos una década de aumentos de los precios de las materias primas. No es más que la contracara de la depreciación del dólar. EEUU devaluó su moneda como forma de financiar la guerra en Medio Oriente.
Por la razón que fuera, fueron dos lustros de aumento de los precios relativos de nuestros saldos exportables.
Esto generó una disponibilidad de recursos a una élite política - nuestros actuales gobernantes - sin otro plan que la rapiña.
Una situación similar vivió nuestro país cien años atrás. En ese momento, quienes dirigían el país optaron por usar esas enormes sumas de dinero, para hacer inversiones en infraestructura.
El estado nacional financió el tendido del 50% de las redes ferroviarias, la edificación de cientos de escuelas, la Ciudad de La Plata, Universidades Nacionales, puertos, servicios públicos como Obras Sanitarias de la Nación, el telégrafo, el alumbrado público.
La reinversión en bienes públicos y privados generó un ciclo largo de bonanza sin par.

La elección de otros países
Argentina no fue el único país con ingresos generosos. Situaciones similares vivieron otros países del continente (Bolivia con el estaño, Brasil con el caucho, Chile con el cobre, Perú con el guano, Sudáfrica con el oro y las piedras preciosas.). La diferencia entre la Argentina y ellos fue el destino de esas riquezas. Sólo la Argentina reinvirtió en educación, orden, justicia, profesionalización del ejército y en crear una sociedad que brindara acceso a la propiedad y a una verdadera divulgación de la riqueza.

Esta nueva bonanza, durante el SXXI, sorprendió a la dirigencia política sin plan.

Hasta hace diez años atrás me preguntaba cuál era la diferencia de la República Argentina con otros países latinoamericanos (Paraguay, Bolivia, Chile, Perú, etc.) en la evolución del SXX. Ahora sé que la diferencia fue la élite gobernante y la existencia de un proyecto de país representado en la Constitución Nacional.
La República Argentina llegó a la Primera Guerra Mundial con un pueblo alfabetizado,  con acceso a la vivienda, hospitales públicos, y la clara posibilidad  de ascenso social.
El resto de los países latinoamericanos podrían haber elegido el mismo camino, tenían con qué financiarlo. Pero optaron por un proyecto distinto de sociedad.
La diferencia, fue la élite. En Bolivia, tres familias explotaban el estaño, pagaban monedas a los mineros y mantuvieron a su pueblo en la explotación y la ignorancia. La élite, excepto lo mínimo para el palacete local, sacaba las riquezas del país.
La élite argentina quiso poblar el país, generar una sociedad compleja, educar al soberano, e ir abriendo paulatinamente la política al pleno de la sociedad.
La República Argentina reinvirtió sus enormes riquezas originadas en la exportación en educación, FFCC, puertos, sistema de justicia, sistema de prevención de salud.
Todo pueblo con su escuela, su municipalidad, su comisaría y su hospital o salita. Creación de una flota propia. Es el primer país que reivindicó la Antártida, lo que demuestra que existía un plan de expansión territorial.
Así se llegó a ser la décima economía del mundo y uno de los primeros países en combatir el analfabetismo.
Así se mantuvo hasta mediados del SXX.
Y la élite tuvo como uno de sus objetivos educar al soberano, el pueblo.
La clase dirigente no pudo digerir ni la crisis económica del '30 ni la crisis política del conservadurismo durante la década del '20. Nunca pudo asimilar que sus correligionarios conservadores de Provincia de Buenos Aires prefirieran al comprovinciano Yrigoyen, en desmedro de sus congéneres del interior. Tampoco pudo digerir el miedo que producía la revolución bolchevique.
El miedo llevó a que instalaran en el país un proyecto intervencionista.
Era la moda económica-política del momento.
Su gran, gran problema es que éste colisiona indefectiblemente con la Constitución Nacional. 
El plan de control de la economía impuesto por los conservadores, en cabeza de Pinedo, es incompatible con nuestra Carta Magna.
Desde 1930 fue un crescendo de violación sistemática a la CN, de promulgación de leyes anticonstitucionales. Cierre de aduanas, impuestos por decretos del Poder Ejecutivo, delegación de atribuciones, prohibición de importar/exportar.
Lamentablemente, en el corto plazo, el Plan Pinedo fue exitoso. Argentina fue uno de los primeros países en salir de la crisis del '30.
Esto permitió que la violación se convirtiera en serial, hasta llegar a la aberración actual de tener un Código Aduanero donde los aranceles los determina el Poder Ejecutivo.
No tenemos presupuesto, porque el Congreso delega facultades extraordinarias al Poder Ejecutivo, para que éste reasigne partidas.
El Ejecutivo controla todo aspecto de la vida económica de la República.
Vivimos por fuera de nuestra Constitución. Y los gobernantes no dan cuenta a sus empleadores, nosotros.
Los políticos actúan como una oligarquía que no tiene que dar cuentas ante nadie. Son más que el último monarca absoluto que tuvimos, Fernando VII. Éste creía que tenía que dar cuentas a Dios.
Éstos bribones, ni siquiera eso.
Este estado de cosas genera prosperidad para una casta, que propicia y financia bribones: los que viven de las prebendas y se autodenominan empresarios. No lo son. Son prebendarios: contratistas del Estado, importadores con exclusividad, fabricantes protegidos por altas barreras aduaneras, receptores de créditos con tasas subsidiadas, exenciones impositivas, servicios públicos a tarifas inferiores al costo de producción, etc. Son el verdadero cáncer de nuestro país. Y eligen políticos, de tal forma que nos dan a elegir entre tres o cuatro de su preselección, financian a economistas, los únicos que llegan al ministerio, educados por los prebendarios y fieles servidores de éstos.

Los políticos, ciertamente, no siente obligación alguna hacia nosotros, el Pueblo de la Nación Argentina. Sólo sienten obligación, y no siempre, y no mucho, a sus verdaderos empleadores, los prebendarios.

Restauremos, creemos, construyamos, generemos

La felicidad del pueblo vendrá de la mano de la recuperación de la Constitución y el plan de soberanía para el pueblo argentino.
La prosperidad, tan ansiada por quienes fundaron el país vendrá de la mano de:
1.      Nuestra fuerza productiva orientada a la exportación.
2.      La inversión en infraestructura.
3.      La distribución de la población en el territorio nacional.
4.      Las nuevas ciudades, logística y medios de comunicación.
5.      La forestación de la diagonal árida de nuestro territorio.
6.      La propiedad privada. Una vuelta a la forma individual y familiar de la propiedad, tal como fuera definida en nuestro Código Vélez Sarsfield y en nuestra Constitución Nacional. Un desarrollo sobre las nuevas formas de propiedad del SXX y SXXI y porqué tenemos que ser refractarios a algunas de sus nuevas formas.
7.      La propiedad como forma de democratización de la riqueza.
8.      El pleno empleo.
9.      Una nueva estructura impositiva. Bajas alícuotas de gran penetración.
10.  Recuperación del federalismo.
11.  Recuperación de la movilidad social.
12.  Recuperación de la educación.
13.   Recuperación de la Seguridad pública.
14.   Recuperación de la Salud Pública.
15.   Transparencia en la información pública, control de los actos de gobierno. Generación de instituciones públicas de auditoría y control de los actos de gobierno.
16. Recuperación de la división de poderes.

Una propuesta sobre cada uno de estos puntos se irá desarrollando en esta página, para discusión de quien le interese.

Manos a la obra.



lunes, 16 de junio de 2014

Primera República

En estos últimos días algunos políticos hablaron de iniciar una segunda república.
Propongo, humildemente, defender nuestra Primera República, la que se conquistó con sangre y fuego.
Es ésta primera República la que abrió el país a la inmigración, dio estabilidad. Permitió que MILLONES, sí, millones, de desamparados de todos los lugares del planeta, pudieran labrarse un porvenir y ser, por primera vez en generaciones, propietarios de un palmo de tierra o de una vivienda.
Ser, por sobre todas las cosas, hombres y mujeres libres, dueños de su propio destino y no súbditos de nadie.
Un plan generoso educó al soberano y brindó una plataforma de igualdad de oportunidades.
No había en ese entonces una escuela para ricos y otra para pobres, ni hospitales para ricos y nada para pobres.
Había un sistema educativo que albergaba a los ciudadanos de todos los pelajes y el Hospital Público era para changarines y ministros.
Sólo un golpe internacional como la crisis de 1930 pudo voltear esta república.
Únicamente una situación nefasta, armó este entramado de privilegios, y la desesperanza para millones de desahuciados.
Nuestra primera república, creó un sistema que permitió el acceso a la propiedad de viviendas, comercios y tierra a millones de argentinos.
La que hizo de la educación pública la gran vara igualadora. Con sus escuelas normales, nacionales, comerciales e industriales; y su primer Jardín de Infantes en Paraná en 1884. Donde Rosario Peñaloza inaugura el cuarto (¡cuarto!) jardín de infantes, en La Rioja, muy pocos años después.
La  República que hizo que millones de personas supieran leer y escribir y con esas herramientas aprender a defender sus derechos.
La que construyó un Estado para la Nación Argentina, ocupó el territorio, y a principios de 1916, edificó, como simple ejemplo, el Instituto Malbrán, con sus mármoles y sus científicos.

La que supo que la Constitución sirve para defender a los habitantes de sus gobernantes circunstanciales y no para proteger privilegios de ricos y jerarcas.
La Constitución se diseñó para que el pueblo sea mandante y sus mandatarios deban rendir cuentas. Lo que hoy no sucede.

Hubo una República que entendió que el negocio material es vender y reinvertir las ganancias, para la prosperidad familiar y nacional.
En un país, vender es exportar. Y el fruto de ello debe ir, la mayor parte, al que hizo el esfuerzo –propietarios, trabajadores, contratistas, profesionales, transportistas-, y el resto (los impuestos), a construir puertos, ferrocarriles, escuelas y hospitales  y juzgados.
Sólo a través de la exportación y la integración al mundo, seremos prósperos y creceremos.

Numerosos compatriotas distinguimos lo que está bien de lo que está mal, lo que procura el bienestar general y lo que lo daña.
Ciertos conciudadanos, se corrieron de este lugar, aceptando lo inaceptable, a cambio de alguna ventaja material, por lo general, efímera. Se fueron a un lugar al cual no tenemos ningún interés en seguirlos. Porque daña nuestra dignidad y porque sabemos que de ahí, se vuelve cada vez más pobre.
Empobrecidos y con la dignidad rota. No es muy buen negocio.

Yo no me voy a mover de aquí. De dónde existe brújula y coordenadas.

Invito a imaginar la restauración de la República. De la Primera.